'The Outwaters' lleva el cine de terror al extremo provocando ansiedad y palpitaciones

Imagen del tráiler de The Outwaters
Imagen del tráiler de The Outwaters

La experiencia cinematográfica de ver una película es algo mágico. Sin embargo, estamos tan acostumbrados a hacerlo con frecuencia que solemos dar por sentado lo especial que es compartir una historia con extraños en una sala a oscuras, mientras nos dejamos conmover, enamorar, asustar o vivimos momentos trepidantes o adrenalínicos al mismo tiempo. Sin embargo, de vez en cuando aparece una película que lleva la experiencia al extremo, dividiendo a los espectadores según el estómago de cada uno para soportarlo. Y después de los vómitos y desmayos provocados por Terrifier 2 con su baile de violencia y sangre , aparece otro largometraje de terror que está provocando ansiedad, náuseas y palpitaciones.

Se trata de The Outwaters, una producción estadounidense que se estrenó en pocos cines de su país el pasado 9 de febrero, para luego aterrizar en la plataforma Screambox. Sin embargo, sería tan intensa, extrema e infernal que no deja de generar conversación en redes sociales a pesar de su acceso limitado. Por un lado, los amantes del slasher y el cine gore parecen estar en la gloria como demuestra el aluvión de comentarios que encontramos favor del extremismo visual de la película. Pero aquellos que no tienen estómago para tanto han llegado a sufrir con la experiencia. Es decir, es efectiva para unos o un descenso a los infiernos para otros. La amas o la odias.

Dirigida y protagonizada por Robbie Banfitch, la película recurre al formato del found footage -metraje encontrado- para contar la historia de un grupo de personas que viaja hasta un desierto para grabar un video musical. Pero, en el proceso, se topan con un fenómeno extraño de sonidos inexplicables y vibraciones, intensificado por grabaciones con cámara en mano.

Hay quien la describe como “una pesadilla de horror lovecraftiano bañada en alucinógenos”, y como “una experiencia extrasensorial realizada con el mismo material de las pesadillas”. “Rara”, “brutal”, desorientadora”, “una de las experiencias más cool del terror” son otras de las descripciones positivas. Mientras que uno de los directores de éxito modernos del género, Mike Flanagan (La maldición de Hill House), le dio todo su apoyo definiéndola como “”salvaje” y “una excursión en primera persona directamente al infierno, un verdadero viaje mental de terror cósmico”.

Pero no todo son alabanzas. Hay quien sugiere que si bien funciona a nivel sonoro y aplaude la experiencia sensorial que propone, dicen que terminas con dolor de cabeza mientras una buena parte del público parece haber sufrido con la experiencia. El sonido me hizo sentir tan incómodamente mareado que tuve que dejar el cine para vomitar. Nunca me había posado. Es más perturbadora que aterradora” escribía un usuario.

Incluso algunos espectadores volcaron en Twitter su experiencia al ver cómo el sensor de frecuencia cardíaca de Apple watch les advertía constantemente del aumento de pulsaciones durante el metraje.

Incluso hay quienes describen la segunda mitad del metraje como vivir “un ataque de pánico”, mientras otro usuario reveló que no piensa volver a verla nunca más después de pasar por “la peor ansiedad” vivida en una sala de cine.

Y con solo ver los tráileres promocionales podemos comprender el extremismo sensorial al que todos se refieren. Hay alguno más intenso que otro pero, en general, somos testigos de gritos, sangre, oscuridad y piel despellejada, que resumen un nivel de desesperación que se transforma en el sello de identidad de un juego de imágenes que recuerda enseguida a películas como La bruja de Blair o El descenso.

The Outwaters se hizo con un presupuesto de $15.000, una cifra mucho más baja a los $35.000 y $60.000 que habría costado La bruja de Blair. Aquel éxito del cine independiente logró recaudar $250 millones en 1999 y convertirse en una de las películas indie más rentables de la historia. Sin embargo, si bien se desconocen los resultados de taquilla de la nueva propuesta, seguramente no sean de escándalo al haber pasado por un puñado de cines de EE.UU. y solo un par de semanas.

De todos modos, para una película de tan bajo presupuesto, toda publicidad es buena. Desde las alabanzas de Mike Flanagan a los testimonios de ansiedad y náuseas, todo ayuda para generar curiosidad. De momento no tiene fecha de estreno en otros territorios pero, viendo la repercusión en redes, no me extrañaría que aterrice próximamente en el resto de países tal y como hizo Terrifier 2 o Winnie the Pooh: Miel y Sangre.

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