Tomás Páramo, desde Masanasa (Valencia): 'La gente está desesperada. Literalmente, parece la película de ‘Lo imposible'
Como ya hizo en mayo de 2022, cuando Rusia invadió Ucrania, Tomás Páramo ha sentido la necesidad de trasladarse a Valencia para ayudar a los damnificados por la DANA. Lo ha hecho junto a amigos como Teresa de la Cierva o Marta Barroso. Primero, el influencer dedicó “toda la tarde del lunes” para recoger material de primera necesidad y otras cosas que “les habían pedido”. Después, esa misma noche, emprendió su camino hacia la zona, a la que llegó “de madrugada”. Ahora que está viendo toda la tragedia desde Masanasa, uno de los pueblos más desfavorecidos, Tomás comparte sus dolorosas impresiones a ¡HOLA! y hace un llamamiento: hace falta mucha más ayuda.
-¿Cómo te has encontrado Masanasa?
-Todo lo que hayamos podido ver es poco para la realidad. Literalmente, parece la película de ‘Lo imposible’. Las calles igual tienen como treinta centímetros de lodo que ya se ha quedado seco, el olor es horroroso, todo destrozado… Es un auténtico drama.
-Estando ya en Valencia, ¿cómo has llegado al pueblo?
-Hemos salido directos con el coche a las siete de la mañana, pero hemos tardado más de dos horas en llegar. Es prácticamente imposible moverse por Valencia. Todo está absolutamente atascado y todos los accesos están cortados.
-¿Por el lodo o porque están las carreteras llenas de coches?
-Porque las carreteras están colapsadas y la Policía tiene prácticamente todos los accesos cortados. Hemos tenido que hacer un tetris hasta llegar a Masanasa. Hemos querido ir a los pueblos ya no afectados, sino mucho menos desprotegidos porque han recibido mucha menos ayuda. Al final, las ayudas han ido a los pueblos más grandes y los más pequeños siguen colapsados.
-¿Qué os ha transmitido el pueblo de Masanasa?
-La gente está desesperada. Cuando llegamos, se pone a llorar dando las gracias. No entiende cómo muchos medios de comunicación estén diciendo que no vayan más voluntarios, porque lo que se necesita allí es a gente. Por ejemplo, dónde estamos nosotros, hay llegado hoy el ejército. Prácticamente, no ha llegado ayuda de exterior y sólo ha sido de voluntarios. Aquí, están totalmente desprotegidos. Piden, por favor, que vengamos a ayudar porque lo que necesitan son manos. Aquí, cuantas más manos, mejor.
-Cuando estalló invasión rusa en Ucrania, ya fuiste allí a llevar material y viste lo que era un desastre de esa magnitud. ¿Qué se te ha pasado por la cabeza nada más llegar a Masanasa?
-Esto es totalmente diferente, porque, cuando fui a Ucrania, llegué a la frontera con Polonia. Realmente, vi el dolor y el desgarro de la gente, pero no vi la catástrofe en sí. Ahora, me encantaría poder transmitirte con palabras lo que veo. Es un desbordamiento total de todo. Son imágenes surrealistas. Está todo reventado, hay coches unos encima de otros y todos los muebles de las casas en la calle. De repente, hay tanques del ejército por la calle… Y la gente está desesperada. Nos habla y se pone a llorar dando las gracias. Esto parece de película, pero, realmente, la realidad supera la ficción.
-¿Qué sentimiento tienes ahora mismo?
-Sobre todo, de rabia. También siento muchísima pena por todas estas personas, porque verdaderamente son las víctimas de esta catástrofe. Sorprende ver la entereza con la que están aquí mientras tienen toda su casa en la puerta. Otros han perdido a su familia y ni han tenido tiempo de despedirla. De verdad, es que no tengo palabras. Os juro que la realidad supera la ficción.
-¿Cómo surgió la idea de trasladarte hasta este pueblo de Valencia? ¿Te has sumado a alguien?
-Desde que ocurrió esta catástrofe, todos estamos con Valencia. No creo que nadie pueda tener la mente en otra cosa. Entonces, decidí cancelar toda mi agenda de esta semana, porque nada me parecía más importante. Sobre todo, sabiendo el altavoz que tengo, aunque sea donde desarrollo mi trabajo, tengo la responsabilidad de transmitir que, en estos momentos, España tiene que estar aquí porque España necesita nuestra ayuda. Yo me sentía mal estando en mi casa. Aunque estuviese publicando cosas y ayudando a través de mi Instagram, yo necesitaba venir aquí. Por eso, cuando puse el GPS y vi que estaba a tres horas y media, pensé: “Esto es mi casa. Es que estamos al lado. ¿Cómo no vamos a ir todos a ayudar?”. No puedo entender cómo, ahora mismo, la gente está mirando para otro lado con la catástrofe que tenemos aquí. Porque esto es, realmente, una catástrofe.
-Pero, por lo que cuentas, la situación es más dramática en persona.
-Todo lo que hemos visto en imágenes o por televisión es poco. Cuando tú llegas aquí, ves que todo está destrozado: todo tu recorrido en el coche y cada calle por la que transitas. Y esto es la vida de esta gente, su casa. Nosotros venimos a ayudar de forma puntual, pero la gente seguirá aquí y ahora llega el invierno… Esto es una verdadera catástrofe. No puedo entender cómo puede haber gente mirando para otro lado. Incluso, desde las instituciones. Nadie se han volcado con ello desde el día uno y es verdaderamente aterrador.
-Y eso que hoy hace una semana que se originó el desastre. Que ahora esté llegando la primera ayuda…
-Ayer, nos llamó una seguidora de Aldaya que fuéramos, por favor. Ha sido hoy cuando ha llegado un camión de la UME. Es de vergüenza que tenga que movilizarse la población entera en un país desarrollado. De vergüenza.
-¿Cuántas personas habéis ido como voluntarios?
-Hemos venido Marta Barroso, con la que me fui a Ucrania; Ramón Lladó –mujer de Irene Michavila y yerno del exministro José María Michavila–, Teresa de la Cierva y un amigo. Luego, ha venido más gente y más coches.
-¿Qué material habéis llevado?
-Lo que nos han pedido: material de limpieza, de higiene personal… Por ejemplo, escobas de cerdas gordas para poder limpiar las calles y cubos grandes para quitar el barro. También muchas mascarillas, muchísimos guantes, tanto guantes duros de jardinería como guantes de látex. Luego, pañales para niños… Hemos traído de todo.
-¿Cuánto tiempo pensáis estar allí?
-Vamos a ir viendo. Hemos venido hoy y estaremos mañana también. Igual nos quedamos hasta el jueves. Lo veremos sobre la marcha. Si hemos salido a las siete de la mañana y hemos necesitado tres horas para conseguir llegar, mañana saldremos a las cinco de la mañana, porque no hay luz en las calles por la noche y hay que aprovechar los días de las horas de sol.