Organizó las fiestas del jet set, halló una estatua nazi en el fondo del mar y ahora vive entre la naturaleza: las mil historias de Alfredo Etchegaray
A los 13 años, cuando era cadete en la rotisería de Gori Salaverry Reilly en su Montevideo natal, Alfredo Etchegaray Carvallido también empezó de alguna manera a ser DJ pasando música en un modesto tocadiscos con amplificador a válvula. Y con el correr de los años y de la vida misma se convirtió en un PR renombrado de uno y otro lado del Río de la Plata, organizando más de seis mil fiestas y encuentros top, donde fue anfitrión de personalidades tales como: Vinicius De Moraes, el Príncipe Alberto De Mónaco, Pelé, Antonio Banderas, Tony Curtis, Pipo Mancera, Alberto Olmedo, Mirtha Legrand, Susana Giménez, Graciela Borges, Paul Anka, Luciano Pavarotti, Mariano Mores, Melanie Griffith, Antony Delon, María Martha Serra Lima y Billy Idol, entre otros.
“Ahora que se va a casar, recuerdo con mucho cariño que organicé la fiesta de 15 años de Nicole Neumann en el bosque del gran salón Haras del Lago, donde se casó nuestro presidente, Luis Lacalle Pou”, detalla Alfredo Etchegaray a LA NACION y sonríe ante otra anécdota relacionada con Marcelo Tinelli: “Lo salvé cuando la aduana uruguaya le quitó la balsa para Survivor por la barrera sanitaria de la aftosa. Le hice una con mis propias manos en 24 horas que usó en Isla Gorriti y le diseñé accesorios para sus programas, aún conservo sus notas de agradecimiento”.
Hay más: a Sting le organizó una comida en su casa familiar de la calle Mercedes. “Me avisó dos horas antes. Tocó en el piano Steinway y mi madre le enseñó a bailar tango. En esa casa se produjo la película francesa Transatlantic”, rememora. Logró tal relación de confianza con el Príncipe Alberto de Mónaco que un día lo llevó a recorrer el súper de Punta Shopping. Y hasta Pelé cocinó y comió en su casa.
Un pibe de barrio... y no tanto
Alfredo hace un alto mientras habla de tantos nombres famosos para mencionar con emoción el de sus padres y volver sobre sus orígenes: “Soy hijo del ingeniero Alfredo Etchegaray Vidal y nieto del doctor Alfredo Etchegaray Etchepareborda, accionista mayoritario del Teatro Solís, que se vendió a la Municipalidad de Montevideo en 1937, en el que cantaban Carlos Gardel y Enrico Caruso, y de la primera lactería del Uruguay que producía yogur, dulce de leche y leche pasteurizada”. Sobre su madre, cuenta: “Raquel Juana Carvallido Albin-Villegas fue directora de una academia de danzas clásicas, artista plástica de varias escuelas como la de Bellas Artes y la de Vicente Martín, poetisa aficionada y filatelista. Ah, mi tatarabuelo Francisco Antonino Vidal fue uno de los constituyentes. Su hijo de igual nombre, médico que estudió en París, fue Presidente de la República durante la triste Guerra de la Triple Alianza de 1865. Pedro Etchegaray, mi bisabuelo, fue el pacificador que logró el Pacto de la Cruz de 1897 negociando con el caudillo blanco Aparicio Saravia y los presidentes colorados Lindolfo Cuestas y José Batlle y Ordóñez”.
A propósito de la mención de Carlos Gardel, Alfredo relata: “La noche del 10 de diciembre de 1915, Carlos Gardel recibió un balazo en el Palais de Glace donde celebraría su cumpleaños a la medianoche. Un matón de nombre Roberto Guevara fue contratado por un personaje de mala reputación, José Garesio, por celos con la corista de Caruso, Madame Jeanette, alias La Ritana. Luego de atenderse en el hospital Ramos Mejía en Buenos Aires, Gardel, amenazado, fue a recuperarse a la estancia de Pedro (su bisabuelo) y Alfredo Etchegaray (su abuelo), próxima a Valle Edén, Tacuarembó, todavía con la bala en su cuerpo”.
Etchegaray también hace referencia a su contacto con Jorge Luis Borges: “Me crié hasta los seis años en el barrio Sur/Palermo y al fallecer mi abuela, Sara Vidal Arteaga, en la antigua casona de Mercedes 1129, del centro de Montevideo, que le prestamos a Borges para grabar un documental de su vida para la BBC”.
Vivir de fiesta
Entre las más de seis mil fiestas que organizó desde 1970, se destacan las de Gilberto Scarpa, las del Príncipe Rodrigo D’Arenberg, a quien le presentó a Patricia Della Giovampaola, su co-conductora de Verano del 88 desde la Costa Azul para Canal Teledoce de Uruguay.
Etchegaray cuenta que frecuentaba Buenos Aires para producir campañas de marketing: “Hasta el presidente Carlos Menem me encargó la organización de un desayuno con la prensa. Para otro presidente, pero de mi país, Julio María Sanguinetti, realicé el casamiento de su hija. Al restaurante Maxim’s de Montecarlo, Mónaco, llevé tango, vinos, carnes y dulce de Leche. Organicé fogones y candombe en la playa Salinas de Ibiza y realicé notas de TV en Polinesia Francesa y Tailandia. A mi gran amigo Carlos Páez Vilaró le dediqué la letra y música de candombe fusión y fui su consejero en temas personales”.
-¿Recuerda cómo empezó todo o le resulta imposible entre tantas vivencias?
-Como te dije, en la rotisería y como novato DJ. Luego fui discípulo del escultor clásico de iglesias, Javier Nieva, estudié marketing, apicultura, realicé tareas de campo, fui pintor de letras, restauré antigüedades y evolucioné creando el más activo servicio de relaciones públicas, producción de fiestas y espectáculos, marketing de las grandes marcas y agencia de noticias. Los servicios de relaciones públicas surgieron de mi hábito de organizar bases de datos y perfiles de personas y empresas por sus coincidencias culturales y poder adquisitivo, deportistas, artistas, multinacionales e inversores, con alcance fuera de fronteras y realizando acciones en Europa, Estados Unidos y África. Pude capacitarme con información, contactos, cultura general, varios idiomas, conocimiento de los usos y costumbres, memoria para números, disciplina y creatividad sumados a una fuerte energía.
-¿Hoy cómo se definiría?
- Como un renacentista innovador, solucionador, investigador histórico, handyman, comunicador y periodista, empresario, creativo en varias disciplinas y muy idóneo en acciones de marketing para proyectos de inversión. Los amigos me apodan “Google Man”, y el editor Carlos Manzi, “El Libro Gordo de Petete”. Me siento cómodo con los desafíos y siempre siento que lo mejor está por venir.
-Entre tantas fiestas repletas de famosos y millonarios debe haber enfrentado tentaciones, ¿pudo evitar los excesos en su vida o alguna vez los padeció?
-Solo probé el cigarrillo porque era una moda cultural cuando era estudiante y alcohol con moderación. Hoy bebo solo una copa de vino a la semana y una cerveza compartida en el club luego del deporte. Mi mujer es un buen cable a tierra. Ella, cero alcohol. Siempre evité el consumo de drogas en medio de un ambiente donde conviven tentaciones y excesos, como mencionaste: donde se come no se ensucia. Si controlás tu mente, controlás tu cuerpo y tu vida. Estoy lejos de ser ideal, pero estoy en satisfactorio equilibrio. A cada momento pienso qué puedo hacer para mejorar.
-¿Qué lo llevó a plantearse ciertos desafíos y aventuras en su vida?
-Siempre me gustó. Junto a los Príncipes Pierre y Rodrigo D’Arenberg, Alexis Corneille y Achille Guest recorrimos 35 mil kilómetros por tierra uniendo Alaska con Tierra del Fuego atravesando las Américas, que fue récord Guinness. El mérito mayor lo tiene el inglés que los realizó caminando.
-¿Cómo se organizó el rescate junto a un grupo de personas del águila nazi del Graf Spee?
-Mis primeros pasos como investigador histórico fueron en 1969 en la Biblioteca Nacional y luego en archivos en Uruguay y el extranjero. En 1986 me registré en el Ministerio de Cultura de España y luego de un largo y burocrático proceso logré hallar más de cien naufragios históricos. De gran repercusión internacional fue el rescate del telémetro y del águila de la popa del acorazado Graf Spee, primera batalla naval de la Segunda Guerra Mundial, del 13 de diciembre de 1939. Esto generó miles de notas en más de 150 países. Incluso National Geographic realizó el documental Drain The Oceans. Con el buzo Héctor Bado se rescataron de las aguas del Río de la Plata varias piezas del acorazado alemán Admiral von Graf Spee, protagonista de la única batalla de la Segunda Guerra Mundial librada en América del Sur. Entre lo hallado estaban el telémetro y el águila, estandarte de la nave. Hace 19 años desde el primer rescate, y debido a variadas presiones políticas internacionales, el Estado ha incumplido con el contrato (50 % del valor de lo rescatado) y con la ley, violando el principio constitucional de la justa compensación por mi proyecto, mi trabajo e inversiones, además del de las familias descendientes de los buzos (Héctor Bado fallecido).
-¿Y en qué estado de situación se encuentra hoy?
-Esta gran injusticia me llevó a una vida austera, pero la felicidad está en nuestra capacidad de adaptarnos, de una rica vida interior, amigos, familia y naturaleza. El apoyo de familiares y la resiliencia fueron motivadores. En tribunales nacionales e internacionales, con paciencia y perseverancia, seguiremos luchando por nuestros derechos, hay esperanzas de que algún presidente valore nuestro trabajo y derechos constitucionales. Hoy el Águila de Bronce se encuentra escondida en un cajón, cuando su destino lógico es su exhibición académica para reflexionar sobre la historia y no repetir los errores y horrores del pasado.
-Recién mencionó que a partir de eso lleva una vida austera...
-Hoy vivo en familia en la chacra Rancho Blanco en La Barra, y soy feliz en la naturaleza con mis primeros hijos Alfredo (5) y Juana (2) como novel padre de 68 años. Ambos estudian en el colegio New, que funciona en la que fuera mi casa. Alfredito da sus primeros pasos en surf y tenis y Juanita en ballet, pero también son como mis hijos Agustín, Nicolás y Santiago Lanusse Echeverri (los dos mayores viven en Barcelona). Uruguay es caro, pero tiene cosas buenas, un excelente servicio de salud a través del Fonasa, que tiene bajísimos costos para quienes están en la seguridad social. Por eso dejé los servicios privados de alto costo. La Asistencial de Maldonado es donde nacieron mis hijos y fue allí que el doctor Jorge Romero salvó la vida de Diego Armando Maradona.
-¿Qué le queda pendiente por hacer?
-Una asignatura pendiente es casarme con la divina gran madre de mis dos hijos, Claudia Echeverri, de 42 años. Estudio opciones para organizar un acontecimiento emotivo, que incluya a la Argentina, por supuesto.