Trabajar no siempre es un placer: hábitos irritantes que enloquecen a los compañeros de oficina

Texto: Cecilia Palacios

Quienes tienen un trabajo de escritorio pasan innumerables horas en la oficina, que a menudo se hacen interminables. Todo empeora cuando se tiene un compañero que no entiende las reglas de convivencia y adopta una serie de hábitos irritantes que incomodan a todos. Aquí te contamos algunas prácticas desagradables que enojarían hasta al más tolerante.

Hábitos molestos

. No silenciar el teléfono móvil. Debe estar en modo vibrador o silencioso.

. Ir enfermos a trabajar. Si te sientes mal, quédate en tu casa para no contagiar al resto.

. Comer alimentos que huelen mal. Como pescados o cebollas (mejor, resérvalos para las comidas que haces en tu hogar).

. Prender el aire acondicionado o la calefacción a su antojo. Sin importar la opinión de los demás.

. Robar alimentos de la heladera comunitaria. En lugar de pedir permiso para tomarlos, sobre todo si tienen un rótulo con el nombre de su dueño.

. Contar demasiado sobre sí mismos. Recuerda que el trabajo no es una terapia grupal.

. No reponer el té o café. Terminar lo que había y nunca ofrecerte para hacer más.

. Comer algo y no convidar. Nunca está de más ofrecerle un poco a quien se sienta justo a tu lado.

. Sacarse los zapatos y quedarse descalzo durante el día. Nada más asqueroso. Reserva este hábito para la intimidad de tu hogar.

. Hacer ruido para todo. Escribir en el computador, hablar, comer.

Por otro lado, consultamos a personas reales para que nos cuenten cuáles son las costumbres de sus compañeros que más les irritan.

“Cree que somos un coro gospel”. Daniela, empleada de 28 años, tiene una compañera que va a un coro. “Todas las mañanas entra cantando. Estamos trabajando en silencio y de repente comienza a vocalizar, diciendo que está calentando las cuerdas vocales. Es insoportable”, admite.

“Tuve que invitarlo a bañarse”. “Tenía un empleado que no era muy amigo de la higiene. Cansado de las quejas de sus colegas, tuve que citarlo y pedirle literalmente que se bañara. Nunca más regresó a la oficina”, cuenta Gustavo, supervisor de atención al cliente de 38 años.

“Es una jefa frustrada”. Natalia, abogada de 33 años, trabaja en un estudio jurídico. “Tengo una compañera que se cuela en las conversaciones ajenas. Controla todo: horarios de entrada, de salida, breaks… ¡y no es la jefa! Si la ascienden, juro que renuncio”, promete la letrada.

Y tú, ¿qué hábitos no soportas en tus colegas?

Entrevistamos a Daniela, empleada de 28 años; Gustavo, supervisor de atención al cliente de 38 años y Natalia, abogada de 33 años.

Fuentes adicionales consultadas: sitio Monster (monster.com), portal Huffington Post (huffingtonpost.com), periódico Telegraph (telegraph.co.uk).

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