El traslado temporal de los 'Azules' desvela en Grenoble a un Miró entre sueño y pesadilla
Grenoble (Francia), 27 abr (EFE).- El cierre por obras del Centro Pompidou de París para 2025 ha propiciado que el tríptico de los 'Azules' de Joan Miró abandone su hogar y se una a 130 obras del Museo de Arte de Grenoble en una muestra que evidencia lo dual de su personalidad, entre el sueño y la pesadilla.
Bautizada 'Miró, una hoguera de signos', la exposición resalta la libertad artística que el pintor catalán (1893-1983) defendía y la constante experimentación que caracterizó su obra, integrada por pinturas, grafismos, papeles encolados y esculturas.
El también autor de 'La Masía' o 'El Carnaval de Arlequín' tuvo casi omnipresente en su paleta el azul, color que el público asocia con el onirismo y la inocencia de su pincel, pero que también contiene algo "más complejo, más metafísico, más oscuro", explicó a EFE Sophie Bernard, una de las comisarias de la muestra, al presentarla a la prensa.
"Miró es ante todo un inmenso inventor, un experimentador de genio", prosiguió.
Y como a todo genio, sus raíces le influyeron y el Mont-roig (Cataluña) de principios del siglo XX se vio reflejado en su primera etapa realista (1917-1924), que da fin con 'La masovera', donde una cocina catalana manifiesta el arraigo a las tradiciones populares y la agricultura de la época.
"Habla a menudo de los cielos de Cataluña, habla del azul catalán y, evidentemente, todos estos elementos impregnan su obra hasta el final", señaló Bernard.
Ese apego también está en 'La siesta', donde plasma por primera vez manchas sobre un fondo azul, en el que se insertan elementos más abstractos, para representar un baile de sardana y a una persona dormida al mediodía, entre otros.
Fue entonces cuando "se liberó de toda convención pictórica", como él mismo confesó en una carta al escritor francés Michel Leiris.
A esa liberación también contribuyó su codeo con surrealistas disidentes como Paul Éluard, Tristan Tzara y René Char en París, el enclave que permitió la "inmersión cultural con la que descubre su personalidad", apuntó Aurélie Verdier, otra de las comisarias.
La alegría de la expresión artística de Miró apenas duró, pues a partir de 1930 la estética de Georges Bataille y André Masson lo condicionaron hasta el punto de que prometió despedirse de la pintura, y a los azules de su periodo de 'Cuadros de Ensueño' los sustituyeron las tonalidades oscuras, facciones desproporcionadas y obscenidades del denominado periodo salvaje.
La "violencia pictórica", el "primitivismo cultural" y el "rechazo a la gran belleza" son para las comisarias de la muestra de Grenoble los nuevos ejes sobre los que Miró articula su trabajo, con lo grotesco como forma de resistencia y exorcismo frente al miedo al fascismo.
La Segunda Guerra Mundial pilló al autoproclamado 'catalán internacional' en la producción de su serie 'Constelaciones' y se marchó a Palma de Mallorca, donde en la década de 1960, tras un paso por Estados Unidos, instaló su estudio y renovó su lenguaje artístico al pintar, por ejemplo, con los dedos.
Azul, entre nostalgia y búsqueda de balance
Pese a todo, Miró no dejó de revisitar los azules de sus primeras etapas, como demuestra el emblemático tríptico prestado por el Pompidou de 1961. El autor admitió que esa obra le había llevado mucho tiempo, y en especial la reflexión previa a pintarlos.
También en el catálogo de azules, 'Figuras y pájaros danzando en un cielo azul' deja entrever desde su título otra de las debilidades de Miró, en palabras de Bernard, hacia una "especie de mitología" en la que la mujer y el pájaro se convierten en figuras recurrentes.
Jacques Dupin, biógrafo de Miró, afirmó que los diseños de este pintor eran "intercambios con un mundo del más allá". De ahí que Verdier comente que "no siempre hay que buscarles significado".
Pero incluso desde ese más allá, la agresividad del periodo salvaje también persistió.
Lo demuestra la escultura 'Figura', de 1970, que alude, según Bernard, al plano sexual con el diseño de un grifo y al vacío existencial de la sociedad de la dictadura franquista con la circunferencia.
En su última lucha por encontrar el balance, Miró arriesgó también con formatos como el 'sobreteixims' -trabajo con lana y tapices- y probó a quemar y acuchillar lienzos de distintas maneras.
Esta exposición, que podrá visitarse hasta el 21 de julio, es una colaboración entre el Museo de Grenoble y el Centro Pompidou de París e incluye obras de la Fundación Joan Miró de Barcelona.
por Raquel Fernández
(c) Agencia EFE