La nueva vida de Luisito de Cuestión de Peso: cuenta que sintió la muerte, bajó más de 100 kilos y ahora pegó el volantazo
En un bar, rodeado de sus amigos, Luis Zerda vio la publicidad de Cuestión de Peso (eltrece) y se prometió que sería parte de aquel nuevo reality, que buscaba cambiar la vida de personas. El 8 de diciembre del 2009, esa afirmación se materializó. A 14 años de ese giro que dio su vida, siente que, por fin, algo cambió. En diálogo con LA NACION, reveló el largo camino que atravesó, con recaídas y con la muerte cerca, rondando. Y finalmente tocó fondo. Y resurgió.
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En medio del boom de los realities que sacudió la televisión nacional, en 2006 llegó a la Argentina Cuestión de Peso, con una propuesta innovadora y llamativa en la que mediante un staff médico interdisciplinario de la clínica del doctor Alberto Cormillot se buscaba ayudar quienes el peso corporal afectaba su vida diaria. Fue un éxito extendido hasta 2020, camino en el que un gran número de participantes pudo encontrar la salida a su problema.
Las historias de vida expuestas fueron diversas, como así también las personalidades. Y pese a que el tiempo hizo que algunos de ellos fueron olvidados por el público, no fue el caso de Luisito, quien pese a no ser ganador del ciclo, sí fue el elegido de la gente. Sin embargo, alejado de las cámaras vivió un infierno, en el que se enfrentó con la muerte.
Luis y Cuestión de Peso
A sus 21 años, Luis no sentía que su peso fuera un problema para él, ni en las actividades que hacía como todo joven. Sin embargo, esos 150 kilos que enfrentaba fueron los que lo llevaron a pensar que podría apostar por un cambio y hacerlo frente a las cámaras era una gran opción. “No creía que tenía un gran sobrepeso. Pero una noche estaba sentado en un bar, allá en Las Parejas, y les dije a mis amigos: ‘Ustedes me van a ver ahí. Voy a estar al lado de Claribel (Medina)”. En ese momento, los presentes se rieron y creyeron que era una broma.
Pero para él, fue ese el momento que determinó que lograría con su cometido. A dos meses de ese momento, Luis hizo su primer casting para el ciclo y en diciembre le notificaron que sería parte de la segunda temporada del ciclo. De allí, comenzó su camino como estrella del reality, que lo llevaron a dejar su pueblo y enfrentarse solo a la gran ciudad como es Capital Federal, que hoy es su hogar.
Generó polémicas, pero se ganó el cariño del público, mientras cumplía con el objetivo de bajar de peso. “Era un mundo nuevo aunque no es fácil también convivir con gente desconocida, más con la problemática que teníamos todos. Pero fue lindo”, rememora sobre aquella época.
Sin embargo, la baja de peso no fue suficiente y llegó su eliminación, tal como lo indicaban las reglas del juego... y con ella los reiterados reingresos al reality. Las recaídas en su proceso de descenso de grasa corporal fueron diversas a lo largo del tiempo (tanto dentro como fuera del programa, donde superó aquel peso inicial que lo llevó a ser participante). “Uno se aleja, cree que está todo bien. Ahí es donde se relaja y tiene que prestar más atención”, analiza a la distancia.
Respecto a los vínculos generados en el ambiente de la TV, el santafesino asegura: “Me quedaron pocos amigos del reality. Algunos me soltaron la mano porque también pasa que cuando uno está mal no le habla a los demás, se encierra en sí mismo. No quisieron hablarme en ese momento, no los culpo”.
La muerte y el “renacer”
Se alejó de las cámaras, de la televisión y de los profesionales que lo podían ayudar. Y la comida fue su escape. En 2021, creyó que se moría. Una noche su respiración comenzó a ser muy pausada y allí vio el final. “Me despedí de mi mamá, pensé que me iba a morir”, recuerda como uno de los momentos culmines en su vida.
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Ese susto fue el que lo llevó a hacerse diversas preguntas y planteos. “Llegó un punto que no me podía bañar; me bañaba y me cambiaba mi hermano. Dije: ‘¿Esta es la vida que yo quiero para mí?’. No poder higienizarme solo. Salí a buscar ayuda y golpeé la puerta que tenía que golpear”, recuerda. En ese entonces, pesaba 275 kilos, ya no podía trasladarse como antes. Pasaba sus días en la cama, donde hasta cocinaba su comida diaria.
Esa noche fue un punto de quiebre: Luis tocó fondo y eso lo llevó a volver al inicio de su camino. Acudió a Alberto Cormillot, quien había sido su guía profesional en Cuestión de peso. “Golpeé la puerta correcta. De la mano de él y su equipo, hoy estoy viviendo uno de mis mejores momentos. Me cambió la vida radicalmente”, asegura y recuerda que le ofrecieron la ayuda que necesitaba, pero le remarcaron que pese a tener herramientas, todo dependía de él y su voluntad.
“A diferencia de los otros tratamientos, en este me encargué -porque tuve tres recaídas- en corregir los errores que tuve. No alejarse del grupo, tener un contacto siempre con ellos y con los profesionales. Yo le mando un mensaje a mi equipo cuando me está pasando esto, y enseguida me llaman, están ahí”, distingue el exparticipante. Hoy por hoy, ya bajó 105 kilos, de los 275 iniciales. Su paso a seguir es someterse a una cirugía de bypass gástrico para continuar con su tratamiento, en el Hospital Posadas. Asegura que, para afrontar este objetivo, también buscó ayuda psicológica.
Volver a soñar y proyectar
Después de sentir la muerte de cerca y de haber sufrido los fallecimientos de sus excompañeros de ciclo, busca aferrarse a una nueva posibilidad. Luis hoy piensa que tiene un futuro y mantiene el lema de “solo por hoy”.
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“Tengo un montón de proyectos en mente porque me va a seguir cambiando la vida. Quiero formar mi familia, estoy en pareja hace seis años. Me tocó la mejor persona porque me bancó en todo el proceso cuando yo estuve mal, en los peores momentos estuvo”, revela. Pero además, quiere brindar ayuda a quienes, como él, la necesitan.
“Me gustaría poder ayudar a toda la gente que no tiene acceso a una mutual, a una cobertura médica. Quiero que todo lo que me brindaron devolverlo de alguna forma. No quiero ser un ejemplo, pero que aquellos que piensas que no pueden, que vean que yo siendo un ‘desastre’ pude, ellos pueden. Como prueba de que siempre hay un granito de esperanza”, señala como uno de sus objetivos. “Me cambió totalmente la vida, de pasar a estar postrado en una cama, de depender toda la vida de la comida, a tener un proyecto de vida”, analiza.
Hoy, Luis tiene un “empuje” que antes no sentía. Ahora, su cuerpo se lo permite. Día a día busca tener una relación sana con la comida y, como destaca, el apoyo de los profesionales es fundamental. Sin bien a veces piensa que es contradictorio, también fue en la comida donde encontró un nuevo rumbo.
Actualmente, se dedica a realizar productos de panificado, puntualmente budines y alfajores. ¿Un sueño? Tener su propia panadería, pero mientras tanto ofrece sus productos los fines de semana en el Parque Centenario, en Capital Federal, con la ayuda de su novia y un amigo, donde también disfruta del ida y vuelta con la gente. Una vez más, el apoyo y el trabajo en equipo le demuestra que puede lograr sus objetivos. “La vida, siempre que te caigas, te va a dar una oportunidad de levantarte, pero hay que pedir ayuda”, reflexiona.