10 curiosidades sobre Frozen: la villana impensada, un reno en la sala de animadores y los hits musicales que casi quedan afuera
Luego de éxitos moderados como Enredados o La princesa y el sapo, Disney estaba a la búsqueda de un proyecto que ingresara al podio de los grandes batacazos animados del estudio. Y con esa misión en mente, una realizadora se animó a tomar las riendas de una idea largamente postergada y la modificó hasta convertirla en la popular historia de dos hermanas. En 2013, Frozen se convirtió en un verdadero fenómeno y conquistó el corazón de millones de niños y niñas alrededor del mundo. Y los diez años de este film son la excusa perfecta para repasar varios de sus aspectos más curiosos.
Una historia con setenta años
Lejos de ser un proyecto realizado en poco tiempo, Frozen tuvo innumerables idas y vueltas. Todo comenzó con el propio Walt Disney y su interés por adaptar The Snow Queen, el relato de Hans Christian Andersen. El director había avanzado con esa idea hasta que el comienzo de la Segunda Guerra Mundial modificó sus planes y su productora debió abocarse al cine animado de propaganda. Durante las siguientes décadas, The Snow Queen quedó archivado sin que ningún otro realizador le prestara demasiado interés, pero en los noventa la compañía volvió a pensar en adaptar esa pieza en medio del éxito de otros títulos como La Sirenita o La bella y la bestia. Sin embargo, el proyecto quedó nuevamente trunco. En 2008, el director Chris Buck recuperó esa historia y trabajó exhaustivamente en el proyecto, que pronto fue freezado (nunca mejor dicho) una vez más. Pero poco tiempo después, la directora Jennifer Lee finalmente tomó el toro por las astas, comenzó a escribir por completo el guion y puso en marcha la producción de Frozen.
Elsa, la villana
Fiel a las estructuras habituales, Frozen debía ser el relato de una joven que se enfrentaba a una poderosa villana. La protagonista, una inocente muchacha llamada Anna, estaba destinada a luchar contra una malvada reina que había condenado a un pueblo entero echándoles una nevada feroz gracias a su capacidad de manipular el hielo. Por este motivo, los primeros bocetos de Elsa la muestran de piel azul y cabello oscuro y con un aspecto de bruja malvada que inspiraba miedo.
Jennifer Lee, la pionera
A pesar de contar con más de cincuenta títulos, Frozen es el primer largometraje de Disney dirigido por una mujer . Jennifer Lee fue la primera realizadora que tuvo la posibilidad de llevar adelante una película en la factoría de Mickey Mouse y la elección no pudo ser más acertada. Fue Lee quien propuso que Frozen no fuera una historia de rivalidad entre mujeres, sino una sobre la importancia del vínculo entre dos hermanas y la incondicionalidad de ese vínculo. Y con el estreno de Frozen 2 en 2019, Jennifer Lee se convirtió en la realizadora mujer más taquillera de Hollywood, un récord que luego también alcanzó Greta Gerwig con Barbie.
Las muchas Elsas
En la evolución de Elsa como personaje, las manos que la esbozaron, la pensaron de maneras muy distintas. Inicialmente, cuando ella iba a ser una villana, su aspecto era similar al de Bette Midler, aunque con el paso del tiempo eso cambió. Durante algunos bocetos, Amy Winehouse fue la base para trazar el rostro de la reina, pero eso tampoco convenció a los dibujantes. Finalmente, cuando la actriz Idina Menzel fue elegida para darle su voz a Elsa, el equipo de animación decidió basar ese personaje en el aspecto de la actriz. A partir de ahí, los dibujantes estudiaron a fondo los movimientos de Menzel y su estilo, para que Elsa se asimilara corporalmente a esa artista.
La importancia de los guantes
A lo largo de Frozen, Elsa utiliza guantes como forma de contener su poder y para que su verdadero yo no termine tomando el control. Para los guionistas, esa fue una manera de representar el momento en el que la protagonista elige reprimir su verdadera identidad, con los guantes simbolizando la presión de Elsa por autocensurar su naturaleza. Claro que todo cambia cuando ella sube a la montaña y decide darle rienda suelta a su libertad personal, manifestando su verdadera esencia. Salta a la vista que los guantes son mucho más que una decisión de vestuario si no que son el símbolo que revela la importancia de serle fiel a su verdadera bandera.
La canción de Anna
Cada una de las piezas musicales de Frozen fue elaborada con extrema meticulosidad, aunque eso no quitó que a veces la inspiración apareciera en el momento menos esperado. Y así fue como una de las canciones más importantes de la película, “Finalmente y como nunca”, surgió de forma totalmente casual. En una reunión del equipo creativo del film, un guionista dijo esa frase en el contexto de una charla y Chris Montan (presidente de Walt Disney Music) exclamó al instante que así debía llamarse la pieza musical de Anna. Fue un segundo que podría haber pasado desapercibido, pero que para el oído del especialista alcanzó para inspirar una de las partituras más icónicas del largometraje.
Casi no llegan a hacer un muñeco
Otras de las piezas más representativas del largometraje es la conocida “ ¿Y si hacemos un muñeco?”. Al comienzo del relato cuando se detalla la distancia que empezó a separar a las hermanas, esa canción cumple un rol central, pero a pesar de su importancia, y según contó Kristen Bell (actriz que le dio su voz a Anna), ese tema fue desechado de forma casi inmediata. Hasta que la directora confió nuevamente en la importancia de esa composición, y decidió incluirla. De más está decir que ese tema es otro de los grandes momentos del film y que hubiera sido una pena que el público no descubriera la belleza de “¿Y si hacemos un muñecos?”.
La evolución de Olaf
Promediando la mitad del relato, Anna descubre a un simpático muñeco de nieve llamado Olaf . La aparición de ese personaje, como es común en muchos largometrajes de Disney, le brinda a la historia un ingrediente cómico que permite amenizar los momentos de dramatismo haciendo que todo resulte más llevadero. Pero originalmente, Olaf iba a tener una participación muy distinta. Cuando Jennifer Lee comenzó a leer el guion original de Frozen se sorprendió al descubrir que el muñeco de nieve era uno de los villanos de la trama. A la realizadora eso no la convenció y entre las muchas modificaciones que le realizó al libreto, estuvo la de hacer que Olaf fuera uno de los grandes aliados de Anna.
Un reno a disposición
Con el fin de animar correctamente a Sven, el equipo de dibujantes recibió en el estudio a un reno verdadero. La posibilidad de utilizar un modelo de verdad es imprescindible a la hora de estudiar y volcar a la animación los movimientos de ese animal. Por este motivo, los ilustradores convivieron innumerables horas con dicho reno , al que estudiaron hasta en el más mínimo detalle. Y teniendo en cuenta que en El Rey león los dibujantes tuvieron que aceptar a un león en su estudio, el trabajo de ilustrar a Sven no fue tan intimidante.
El gran negocio
La lección que enseñó George Lucas, padre de Star Wars, es que las ganancias quizás no estén tanto en la venta de entradas sino en el merchandising derivado. Y en el caso de Frozen esa es una verdad absoluta. En 2014, un año después del estreno del film, las muñecas, vasos, ropa e infinidad de productos asociados a Anna y Elsa superó en ganancias a Barbie, una franquicia imbatible en las jugueterías. Disney facturó millones y millones de dólares en elementos basados en Frozen, que los chicos y adultos compraban de forma casi compulsiva. Uno de los ítems más costosos inspirados en la película fue una muñeca de colección publicada a un valor de treinta mil dólares y que fue un éxito de ventas dentro de los circuitos más exclusivos del coleccionismo.