Tiene 85 años y una vida de película, trabajó con grandes, “mintió” para comprar su casa y el Papa lo elogió

Actor todoterreno, Miguel Jordán interpretó clásicos teatrales, participó en la revista porteña, compartió cine con grandes figuras y se hizo muy popular en la televisión
Actor todoterreno, Miguel Jordán interpretó clásicos teatrales, participó en la revista porteña, compartió cine con grandes figuras y se hizo muy popular en la televisión - Créditos: @Mauro V. Rizzi

MAR DEL PLATA.- Miguel Jordán es algo así como la historia viva del espectáculo. Una enciclopedia de nombres, lugares y fechas. Memoria prodigiosa. “ Tengo 85 años y las ganas intactas de seguir trabajando , el teatro me hace bien, soy muy feliz arriba del escenario”, sostiene el actor, quien llegó a estudiar con Hedy Crilla, “una gran maestra”.

Se paseó por todos los géneros y fue de los clásicos del Teatro San Martín al cine junto a Susana Giménez; compartió el escenario con Tania, Alberto Olmedo y Moria Casán e hizo televisión con Alberto Migré. Trabajó con Olinda Bozán, Paulina Singerman y Alfredo Alcón, pero jamás se alejó de un estricto perfil bajo.

Sus inicios, como corresponde al tiempo aquel, fueron en la radio, de la mano de Armando Discépolo, quien le tomó una prueba en El Mundo. “Hice de todo, pero siempre digo que tengo el alma hecha teatro , es lo que más me gusta”.

Sin embargo, y aunque nunca dejó de ejercer su oficio, el año pasado se saturó del caos porteño -su departamento daba a la plaza que se enfrenta al Congreso- y decidió radicarse en Mar del Plata . “Vine toda la vida a hacer temporadas a esta ciudad y, cuando no lo hacía por trabajo, igualmente llegaba para disfrutarla”, explica este hombre que le mintió a un famoso empresario para poder pagar las cuotas de su departamento y, no hace mucho, hasta recibió los elogios del Papa Francisco.

-Su vida es un anecdotario.

-Y cuento solo una parte de todo lo que viví. He tenido, y tengo, una vida maravillosa.

Vive en el microcentro de “La Feliz”-menos alocado que el de Buenos Aires- ve el mar desde sus ventanas y con solo dar unos pasos ya está pisando la arena. Acá también continúa con su vocación. El domingo pasado estrenó Mi padre, cuando el amor todo lo puede , en la sala Arturo Jauretche de La Bancaria, y ayer debutó con Orquesta de señoritas, la histórica pieza que se ofrecerá durante enero en el Auditorium en formato de radioteatro y bajo la dirección de Emilio Comte. “Mar del Plata siempre fue muy generosa conmigo; incluso, el Concejo Deliberante me nombró Personalidad Ilustre de la Cultura ”.

-¿Por dónde comenzamos?

-Por dónde vos digas.

El rostro de Miguel Jordán se hizo muy conocido a fuerza de protagonizar decenas de ficciones televisivas que le dieron masividad a su figura
El rostro de Miguel Jordán se hizo muy conocido a fuerza de protagonizar decenas de ficciones televisivas que le dieron masividad a su figura - Créditos: @Mauro V. Rizzi

Nació y se crió en el barrio de Colegiales, sobre la Avenida Federico Lacroze, y, aunque su familia profesaba otra religión, los domingos a la mañana su padre lo llevaba a jugar a la iglesia evangélica cercana a su casa. “Así me tenían entretenido”. Parábolas del destino, confiesa que “ interpreté a todos los curas habidos y por haber , así que ya me tocaba hacer al Papa”, dice divertido.

-Empecemos por ahí. ¿Es cierto que el Papa se comunicó con usted?

-Sí.

-No es lo más frecuente. ¿Cómo se dio?

-Porque le enviaron una filmación de la serie El presidente, donde me tocó interpretarlo.

Se trata de la ficción de Amazon Prime creada por el notable cineasta chileno Pablo Larraín, que cuenta con guiones y dirección de Armando Bo, entre otros realizadores, y cuyo elenco encabeza el colombiano Andrés Parra. El material gira en torno al negocio del fútbol y cuenta con la recreación del personaje de Julio Grondona, expresidente de la AFA, como un narrador omnisciente.

-Entonces, el Papa recibió el material con su recreación y parece ser que le gustó.

-Me mandó un mensaje hermoso: “Miguel Jordán se parece mucho a mí, pero es más joven y más lindo” .

Los amigos del medio le decían “habemus Miguel”, un guiño a la frase “habemus Papam”, con la que se anuncia el nombre de un nuevo pontífice. “Para ser el Papa tuve que presentarme a un casting, al que fui sin saber que personaje debía hacer”.

Lo citaron casi al amanecer, pero se negó a ir porque suele trasnochar. “Si me quieren, la prueba la hago después del mediodía”. Así fue. “Las chicas que tomaban el casting se creían Spielberg. ‘¿Sabés el texto?’, me preguntaron de mala forma”. Como nadie le había adelantado sobre qué tipo de convocatoria se trataba, nunca recibió el parlamento que debía decir. “Lo estudié ahí mismo, era un hermoso texto. El camarógrafo divino sabía quién era yo, pero las chicas jóvenes no, si no saben ni quién es la madre”.

Seguro de sí mismo, una vez que rodó la audición remató con un “no busquen más, el Papa soy yo” . Al poco tiempo, me llamó mi representante y me dijo ‘se cumplió la profecía’”.

-¿Siempre fue así de seguro?

-Sí.

Un cura exitoso

-¿Es cierto que un cementerio lo unió laboralmente con el autor Alberto Migré?

-Sí, ¿cómo sabés eso?

-Curioso lugar para encontrarse.

-Nos cruzamos en Chacarita, cuando ambos íbamos a dejarles flores a nuestras madres. Cuando me vio, me dijo: “Vos estás muy dedicado a la comedia, nunca trabajaste conmigo”.

-¿Qué le respondió?

-Le dije: “¿Por qué usted no me llama?”.

-¿Lo convocó?

-A la semana estaba interpretando al padre Gaspar en la tira Una voz en el teléfono.

Cuando el director Daniel de la Vega lo llamó para formar parte del elenco del film El último hereje logró cambiar de credo. “Me dijo que me había visto haciendo del Papa, así que pensé que haría a otro cura, pero me tocó hacer de rabino. ¡Por fin!”.

-¿Es religioso?

-Creo en algo supremo y, cada noche, les rezo a mis padres. También le pido a Dios que no me desampare , quiero estar protegido, pero no es misticismo.

Una mentira piadosa

-¿Le mintió a un empresario para poder pagar su primer departamento?

-Así es. Mi mamá, que vivía conmigo, me dijo: “Te llamó el señor Campana del Teatro Maipo”. Pensé que era una broma.

-No lo era.

-Mi mamá me insistió para que llamara. Lo hice y me atendió Alberto González, el administrador de la sala y hermano de Zully Moreno, que era la dueña del Maipo. En esa época, yo formaba parte del elenco estable de San Martín y cobraba tarde, mal y nunca.

-Si trabajaba en otro tipo de género, ¿por qué se interesó el Maipo en usted?

-Porque en el programa Teatro como en el teatro había compartido elenco con Susana Brunetti, que era la esposa de Alberto González, aunque yo desconocía ese dato. Ella se interesó por mi trabajo y fue quien motivó aquel llamado de su marido.

-¿Dejó el San Martín?

-Sí, cuando González me dijo que me contrataría por tres meses, le respondí: “Señor, no puedo dejar un trabajo fijo de todo un año por lo que usted me ofrece”. Cuando me preguntó si ganaba bien, le dije que sí, algo que no era cierto. La cuestión es que terminé arreglando con el Maipo, donde me pagaban en un mes lo mismo que cobraba en un año de trabajo en el San Martín . Así pude pagar todas las cuotas de ese primer departamento en el que vivía con mi madre .

-Hizo revista con Alberto Olmedo. ¿Cómo era?

-Un sol y muy tímido. Te traía regalos de Europa, pero no le gustaba que se lo agradecieran.

Nunca dejó de hacer teatro, pero, en televisión fue parte de sucesos de rating como Los hijos de López. “Teníamos una puerta trampa para poder entrar al canal, porque por el ingreso principal no se podía pasar debido a la cantidad de gente que había esperándonos”.

Aquellos tiempos

Era un niño cuando Alfredo, su abuelo materno, lo llevaba todos los domingos a ver teatro. Una influencia decisiva para hacer despertar su vocación artística. “Vi a todas las figuras que te puedas imaginar, como Luis Arata o (Francisco) Charmiello, quien me dio vuelta la cabeza en Qué noche de casamiento”.

Aquel abuelo, al pasar, le dio la primera lección de profesionalismo: “Un actor debe llevar siempre los zapatos impecables, porque el espectador lo mira de arriba a abajo”. La máxima caló hondo en aquel niño, “hoy me llevo un paño para limpiar siempre mi calzado”.

-¿Cómo llega a la radio?

-Mi padre tenía un amigo llamado Ignacio, quien era el gerente de El Mundo y con quien solía dejarme para entretenerme. Ese hombre me permitía entrar a los estudios, recorrer los pasillos. Cuando me venía a buscar mi papá y preguntaba: “¿Cómo se portó Miguelito?”, su amigo le respondía: “Maravillosamente bien”.

-Empezaba a estar en su salsa.

-Amaba ese mundo.

-De jugar recorriendo los estudios a trabajar frente al micrófono hay un salto grande.

-Una vez, un hombre, al que yo no conocía, le preguntó a ese amigo de mi padre quién era yo y si me podía tomar una prueba.

Se trataba de don Armando Discépolo, el padre del grotesco criollo, quien, en ese tiempo, dirigía los destinos de la emisora. Luego de la aprobación de su padre, “Miguelito” pudo “audicionar”. “Estaba deseando que llegara mi papá para poder dar esa prueba”. Si bien su padre apoyó la iniciativa, le indicó a Discépolo: “Trabajará en vacaciones, porque el chico tiene que estudiar”.

Finalmente, el niño descolló en esa pequeña audición y, en cuestión de horas, debutó interpretando al nieto del personaje que interpretaba la recordada actriz Susy Kent. Ese día, Jordán cumplía diez años. “Llevo 75 años de profesión” .

-¿Cómo era Armando Discépolo?

-Era como la gente de antes, muy protocolar.

-Su padre lo llevaba a “jugar” a la iglesia evangelista y a la radio. O se hacía cura o actor.

-Salí actor, lo de la escuela evangelista fue durante un tiempo, aprendí mucho allí, pero ellos no te catequizaban, solo daban lindos mensajes.

Espantado por el vértigo de Buenos Aires, el actor hoy está radicado en Mar del Plata donde hace teatro durante todo el año
Espantado por el vértigo de Buenos Aires, el actor hoy está radicado en Mar del Plata donde hace teatro durante todo el año - Créditos: @Mauro V. Rizzi

En el teatro tampoco se anduvo con chiquitas y su debut profesional en un escenario se dio en la obra La señora ministra junto a Gloria Guzmán a instancias de Beatriz Taibo, que era locutora de radio El Mundo y quien lo recomendó. “En ese tiempo, Osvaldo Pacheco era el telefonista de la emisora y Alberto Migré escribía las tandas”.

Su padre, de profesión escribano y que murió muy joven, llegó a verlo estrenar en esa pieza. “Cuando terminó la función nos fuimos a comer pizza con él y mi mamá; ninguno de los dos me decía nada. Yo no preguntaba. En un momento, mi mamá, más canchera que mi viejo, dijo: ‘a mí me gustó mucho’”.

-¿Su padre no le hizo ninguna devolución?

-Sí, también reconoció que le había gustado, pero, en ese mismo momento, me dijo: “No hay que improvisar, aprendé el oficio”, y, rápidamente, me anotó en las clases de una maestra de teatro, así llegué al estudio de Hedy Crilla.

También el oficio lo fue aprendiendo en el hacer: “Siempre me quedaba entre patas (al costado del escenario) para aprender de los grandes, por eso, en una oportunidad, pude reemplazar a Ernesto Bianco en La dama del Maxim´s”.

Luego llegaron las pruebas que le tomaron talentos como Lola Membrives o Paulina Singerman y formar parte del elenco del teatro San Martín. El actor también recuerda cuando formó parte de Hoy ensayo hoy, bajo la dirección de Juan Carlos Thorry, y con un elenco en el que había figuras como Margarita Padín –”llegaba como una viejita y arriba del escenario crecía, rejuvenecía”- e Iris Marga. “Tenían magia, mística”.

-En Hoy ensayo hoy también trabajaba Tania.

-Lucía unas pulseras enormes que le había regalado su marido Enrique Santos Discépolo. Una noche le dije: “Qué hermosos rubíes”. Ella me respondió: “Son los recuerdos vivos de amantes muertos”.

Su presente

“Vivo en un departamentito en Mar del Plata y soy muy feliz”, dice con inocultable satisfacción de haber elegido cómo transitar este tiempo de su vida.

-Acaba de estrenar, Mi padre, cuando el amor todo lo puede.

-Es una obra que me representa. Tiene humor, pero es muy conmovedora en ese encuentro entre un padre y un hijo. El texto me hace preguntar ¿quién es padre y quién es hijo?

Mariano Fernández, también autor y director del material, lo acompaña en esta nueva aventura escénica.

-¿Qué significa el espectador para usted?

-No hay día que no salga a la calle y el público no me premie con un elogio, la gente es muy cariñosa conmigo.

-¿Qué es el teatro?

-Un ritual. Es un lugar que da miedo, genera nervios. El día que pierda eso, no me subo más.

-Nunca dejó de actuar.

-No dejé de trabajar nunca ni pienso parar. Nadie me regaló nada, luché por mi profesión, hice castings y pedí trabajo.

-Muchos colegas suyos no se animan a golpear puertas o lo sienten como algo “poco decoroso”.

-Yo pido.

-¿A quién le pidió y quién le dio trabajo?

-En una época en la que estaba sin laburo, me empilché y me fui al lugar donde sabía que cenaba Gerardo Sofovich, que la jugaba de malo, pero no lo era. “Gerardo, te vengo a pedir trabajo” y él me respondió: “Estás bien perfumado”. Ni lerdo ni perezoso le retruqué: “¿Querés que venga sin bañarme?”.

-¿Dio resultado la jugada?

-Sí, me contrató para hacer Una familia poco normal, su última comedia, protagonizada por Moria Casán. Siempre tuve esos impulsos, nunca me importó pedir ni golpear puertas.

-¿Vive cómodo?

-Tengo más de 30 años de aportes, cobro la jubilación mínima, pero me arreglo. Y ya no hago lo que no me gusta hacer.

-¿Con que se sueña a los 85 años?

-Solo pido tener salud y poder seguir trabajando. Como decía Violeta Parra, “gracias a la vida que me ha dado tanto”.