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Aceites faciales: para qué sirven y cómo escoger el adecuado tu tipo de piel

Es natural que existan algunos prejuicios con relación a los aceites faciales. Pensar en untar un óleo en el rostro que quizás podría alterar el equilibrio de la piel, o generar granos y comedones, es un riesgo que nadie quiere tomar, o por lo menos no sin antes estar al tanto de los beneficios que ofrece el producto.

Ya hemos visto a muchas celebridades divulgar su predilección por los aceites. Jessica Alba no solo los usa sino que diseñó uno para su línea de cosméticos; Emma Stone, Kim Kardashian y Gwyneth Paltrow entre otras, han manifestado en diferentes ocasiones tener este producto entre sus habituales.

Los aceites faciales son idóneos para preservar la hidratación de la piel, pues penetran con gran facilidad para mantener la humectación que ya existe, sin tapar los poros y cuidando que no se escape con las actividades diarias, la contaminación y el efecto de los rayos del sol.

(Getty Creative)
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Aunque se piensa que al ser en base de aceite pueden estimular la producción de más grasa, no necesariamente es así. Incluso los de consistencia ligera se recomiendan para tipos de cutis un poco más grasos. Mucho de ello dependerá de los componentes del producto. Hay, de hecho, los que contienen ácido salicílico, componente ideal para los rostros propensos a generar granos y acné.

Asimismo, según Biutest, web dedicada a la comparar y analizar productos de belleza, las funciones básicas de los aceites faciales son limpiar e hidratar. Entre sus principales virtudes está reparar y mantener la barrera lipídica y servir de vehículo para que otros productos penetren mejor y aporten sus beneficios con mayor eficiencia, de manera que incluso quienes tienen el cutis graso pueden utilizarlos y observar mejoras en su piel.

Además, brindan una regla de oro para usarlos dentro de la rutina de belleza: los productos se aplican de más ligero a más pesado. Esto es después de limpiar, lavar y tonificar el rostro, va el suero o sérum, y luego el aceite. Incluso hay quien sustituye sus cremas hidratantes por aceites faciales. También se recomienda usarlo en la noche de manera constante.

Sin embargo hay algunas características que nos ayudarán a identificar cuáles son los que más nos convienen según nuestro tipo de piel.

Para quienes tienen el cutis graso, que además puede que les preocupe aplicar aceite, se recomiendan los aceites de semillas de uva, o de jojoba, siendo este último considerado de gran beneficio porque además de tener sustancias como las ceramidas, que contribuyen con el mantenimiento de una piel sana, no deja sensación grasosa, según afirman en la web especializada Mejor Con Salud. Además, existen aceites faciales diseñados específicamente para este tipo de piel que equilibran y calman las agresiones que pueden cometerse usando productos demasiado astringentes, lo cual es contraindicado.

(Getty Creative)
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Para las pieles secas, e incluso las pieles con acné, se recomiendan los aceites faciales que contengan aceite de almendras, pues sus propiedades contribuyen a nutrir, mejorar la resequedad y equilibrar la piel.

Para pieles sensibles, será adecuados los ingredientes sutiles y restauradores como el aloe vera, que además de antiinflamatorio, calma y protege la piel de irritaciones.

En qué se diferencian el aceite y el sérum

En primer lugar el suero o sérum está hecho a base de agua, mientras que el aceite es oleoso. El primero suele ser desarrollado en laboratorios especializados, mientras que el segundo tiene una base natural importante tratada profesionalmente para penetrar mejor en la piel.

La mayoría de los aceites contienen ácidos grasos esenciales que contribuyen a reafirmar el rostro, hacer la piel más elástica y luminosa.

El sérum es un producto diseñado para penetrar profundamente en la piel y satisfacer necesidades específicas con sustancias super concentradas para hidratar, proporcionar sustancias antienvejecimiento, contribuir con la firmeza del rostro, nutrir e hidratar a profundidad.

(Getty Creative)
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El aceite facial puede tener dos funciones según su formulación: limpiar gentilmente la piel, disminuyendo las posibilidades de arrastrar demasiado las impurezas, sino que las disuelve para retirarlas fácilmente con una toalla o disco de algodón humedecido con agua tibia. O preservar la hidratación de la piel, tal como los aceites para el cabello.

El aceite facial es versátil, puede mezclarse con otros productos cosméticos como el maquillaje o las cremas hidratantes para hacerlas un poquito más ligeras. Incluso hay productos que pueden utilizarse en el cabello, en el rostro y en el cuerpo lo cual es un uso muy frecuente de los aceites naturales como los de argán y rosa mosqueta. Sin embargo, como ya hemos enfatizado, lo natural no siempre es inocuo por lo que es necesario tener en cuenta el uso de esos durante el día, usarlos siempre con protector solar y sobre todo consultar con el especialista cuál de estos productos puede ser favorable para nuestra piel.

En este sentido, vale agregar que antes de decidir incorporar un nuevo producto a nuestra rutina de belleza debemos comprender que si sufrimos de alguna afección de la piel, somos de piel sensible o somos propensos a sufrir alergias, es mejor evitar automedicarnos y recurrir a manos expertas para conocer cuáles son los tratamientos adecuados para nuestra condición y tipo de piel.

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