Cómo Anthony Hopkins y Jodie Foster elevaron sin querer a 'El silencio de los inocentes'
El silencio de los inocentes (1991) se mantiene como uno de los thrillers psicológicos más influyentes de la historia del cine. Una producción oscura, provocadora e inquietante que más de treinta años después sigue siendo tan efectiva como el primer día, cuando se consagró como la única película de terror ganadora del Oscar de la historia. Porque no importa cuántas veces vuelvas a verla, todavía funciona gracias a la tensión que transmiten Anthony Hopkins y Jodie Foster separados por un cristal. Una tensión que esconde mucho más que talento y que ambos elevaron al unísono sin planificarlo.
Hace poco volví a verla (creo que pasaron diez años desde la última vez que lo hice), y confieso que me sorprendí gratamente al redescubrir la tensión amenazante de Hannibal Lecter y el pánico incontrolable, salpicado de ambición inocente, que transmite la agente Clarice Starling como si fuera la primera vez. Al conocer la historia de sobra, mi mente se quedaba atrapada en los pequeños detalles, las sutilezas más evidentes y las que no tanto. Como la ausencia de pestañeo de Anthony Hopkins (las pocas veces que lo hace es tan lentamente deliberado que provoca más repelús todavía), o el terror que se percibe en la voz y expresión corporal de Jodie Foster más allá de los diálogos. Y todo esto me recordó la anécdota más asombrosa que une a ambos actores en la película y que define, precisamente, la magia inquietante que lograron transmitir.
A estas alturas todo el mundo conoce la historia: basada en la novela de Thomas Harris, El silencio de los inocentes se centra en la misión asignada a una prometedora agente del FBI, que debe conectar con un psicópata caníbal para encontrar claves que ayuden a cazar a otro asesino en serie, Buffalo Bill. Sin embargo, por mucho que sepamos las bases de la trama y algunas escenas sean tan icónicas que forman parte del imaginario colectivo por derecho propio, probablemente pocos sepan que esa intensidad que afloraba entre cada encuentro de los personajes, escondía pánico real. Porque Jodie Foster se sentía aterrada ante la presencia de Anthony Hopkins hasta el punto de no haber mantenido ni una sola conversación durante todo el rodaje. Ni siquiera para romper el hielo.
The Silence of the Lambs, 1991. (Dir. Jonathan Demme) pic.twitter.com/2BIfNNzmj3
— lu. (@madeinfsa) April 9, 2023
Así lo contó la actriz hace seis años durante una visita al programa británico The Graham Norton Show, revelando que se sintió tan aterrorizada ante la presencia interpretativa de Hannibal Lecter que pasó todo el rodaje evitando a su compañero.
“Nunca hablé con él. Me daba miedo” confesó sobre su falta de interacción con Anthony Hopkins fuera del librero. “El primer día hicimos una lectura (del guion). Llegué temprano, fui al baño y cuando volví nos sentamos, hicimos la lectura de la película y al final, no quise volver a hablar con él nunca más”.
En otra entrevista que ambos concedieron a Variety en 2021 en honor al 30 aniversario del filme, recordaron la anécdota al unísono. “Cuando te convertiste en Hannibal Lecter, sentí un escalofrío en la habitación” explicó Foster a Hopkins. “En cierto modo, fue como si estuviéramos demasiado asustados como para hablar entre nosotros después de eso”.
Después de la lectura que llenó de terror a Jodie Foster, la actriz comenzó el rodaje en Filadelfia. Filmó algunas escenas por su cuenta hasta que llegó el día de rodar con Anthony Hopkins cuando su personaje lo visita en el centro psiquiátrico donde pasa sus días. El director Jonathan Demme enseñó algunos de los cortes filmados hasta el momento al actor recién llegado al set, incluyendo escenas de Jodie Foster, para que tuviera una sensación de su actuación. Y así, mientras se asentaba en su celda por primera vez, se le ocurrió la idea de oler a Clarice cuando se acerca por el pasillo. Una secuencia que transmite el aura amenazante e intrusiva de Hannibal Lecter, intimidando a Clarice desde el principio, pero que explica la implicación personal y psicológica que Hopkins tuvo con su personaje, dándonos más motivos para comprender el terror que sentía Jodie Foster.
“Hicimos la película, él estaba siempre detrás de las divisiones de cristal, dentro de su celda” recordó Jodie Foster hace seis años. “Y como las escenas eran tan largas lo encerraban al principio del día. Y luego, al día siguiente, él estaba de nuevo ahí y yo del otro lado. Llegamos al final de la película y nunca tuvimos ni una conversación”.
El temor era tan grande que Jodie Foster hizo todo lo posible para no cruzarse con su compañero, evitándolo a propósito. Y cuando tomaban descansos entre sus escenas a través del cristal, la actriz se quedaba sentada sin dirigirle la palabra. Sin embargo, lo curioso de todo esto (y que también explica la situación) es que Anthony Hopkins también se sentía intimidado ante una actriz que había ganado el Oscar.
“Estaba comiendo un sándwich de atún, era el último día, se me acercó y le dije con lágrimas en los ojos que le tenía mucho miedo. Y él me dijo ‘yo te tenía miedo a ti’” reveló Foster en el programa de Graham Norton. Mientras que Hopkins contó su experiencia hace un par de años. “No podía creer mi suerte y tenía miedo de hablar contigo”, le dijo a Foster."Pensé: 'Ella acaba de ganar un Oscar'” declaró a Variety recordando el primer premio de Foster en 1989 por Acusados.
Además, como confirmó en la entrevista y se nota al ver la película, la mayoría de las escenas que comparten las filmaron mirando hacia la cámara siguiendo una técnica de Alfred Hitchcock, hablando directamente al espectador durante los momentos de conversación más personales, intensos o reveladores entre los dos. Por lo tanto, ni siquiera en esos momentos de tensión in crescendo donde Clarice tiembla de terror y ambición por descubrir más información sobre la identidad de Buffalo Bill, lo hacían mirándose. Y en consecuencia toda esa tensión creada, ambientada y anticipada está presente tanto en los momentos de cara a cara, como en aquellos que lo hacen a la distancia.
Al final, la película de 1991 dirigida por Jonathan Demme fue la plataforma que consagró al actor británico con el primer Oscar de su carrera, dando forma a uno de los grandes villanos de la historia del cine, el Dr. Hannibal Lecter. Su interpretación de apenas 16 minutos en total fue tan trascendental que sigue siendo uno de los íconos y emblemas de su trayectoria profesional. Mientras Jodie Foster elevaba su caché con la segunda estatuilla de su carrera transmitiendo la ambición, vulnerabilidad e inteligencia de la joven agente del FBI, Clarice Starling.
El silencio de los inocentes arrasó en los premios de la Academia llevándose los cinco más importantes: mejor película, director, guion (adaptado en este caso), actriz y actor, algo que solo otras dos películas han conseguido en 95 años de historia – Sucedió una noche (1934) y Atrapado sin salida (1975)-.
En consecuencia, ese terror personal que sentían por el otro termina formando parte de la interpretación de cada uno. Un miedo que traspasa la pantalla y se palpita en cada gesto de Jodie Foster. Porque esa tensión que crean entre los dos es precisamente el punto de partida de la atmósfera inquietante que embriaga toda la trama. Ver la película de nuevo conociendo esta anécdota sirve para hacer de la experiencia más personal e intensa todavía, dándonos motivos para profundizar en las interpretaciones desde una perspectiva emocional más intrusiva si cabe. Y es una maravilla.
El silencio de los inocentes está disponible en el catálogo de Amazon Prime Video, además de otras plataformas bajo la opción de alquiler o compra.
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