Baghead: habla con los muertos parte de una aterradora premisa pero no logra levantar vuelo

Baghead, estreno en salas del jueves 8
Baghead, estreno en salas del jueves 8

Baghead: habla con los muertos (Baghead, Reino Unido/2023). Dirección: Alberto Corredor. Guion: Christina Pamies, Bryce McGuire, Lorcan Reilly. Fotografía: Cale Finot. Edición: Jeff Betancourt. Música: Suvi-Eeva Äikäs. Elenco: Nancy Nayor, Freya Allan, Peter Mullan, Jeremy Irvine, Ruby Barker, Anne Müller, Svenja Jung, Julika jenkins, Ned Dennehy. Duración: 94 minutos. Distribución: Imagem Films. Nuestra opinión: regular

La sumisión de los individuos ante una tentación que los sacude momentáneamente de lo mundano es el tópico que busca explorar Baghead: habla con los muertos, el largometraje de terror del español Alberto Corredor que tiene varios puntos de contacto con otras producciones de narrativas similares sobre los traumas y sus costos -como las excelentes Sonríe, de Parker Finn, y Háblame, de Danny y Michael Philippou-, pero que al menos intenta despegarse de estas para ofrecer algo innovador. El problema del film reside precisamente en esa ambición primigenia: comienza con un hábil manejo de presentación del conflicto, esboza un par de secuencias efectistas que mantienen el interés, pero luego entra en un terreno anodino que deja al descubierto un guion estéril que agota los cartuchos en la primera media hora de metraje.

Baghead muestra sus cartas en una suerte de prólogo en el que se luce, en apenas pocos minutos, el gran Peter Mullan. El actor británico interpreta a un hombre desesperado por enviarle un mensaje a su hija Iris (Freya Allan) de cara a una muerte inminente, y lo hace desde el epicentro de la acción, un bar en ruinas que le deja como herencia a la joven, con quien nunca tuvo relación. La firma de la escritura por parte de Iris es la analogía poco sutil que hace el film con lo que sucederá luego. Cuando la protagonista acepta ese inmueble como herencia, cuando pone la tinta sobre el papel, está también firmando un pacto con el diablo.

Baghead, premisa escalofriante con una poca inspirada ejecución
Baghead, premisa escalofriante con una poca inspirada ejecución

Al poco tiempo, la joven descubrirá que en el sótano del bar habita una criatura con habilidad para cambiar de rostro, esa “cabeza de bolsa” del título original, una presencia espectral con la que se podrá establecer un pacto. Así cómo en Háblame se mostraba el in crescendo de ese juego, siempre al límite, con el espiritismo, en Baghead se busca generar una atmósfera similar. Iris descubre el poder que le otorga esa entidad y usufructúa con este quebrando las reglas. Ese espíritu puede lucir y hablar como una persona fallecida, pero solo por una determinada cantidad de tiempo, y eso atrae a quienes no pueden conciliar con la partida de alguien cercano.

En este punto, se podría haber ahondado en los pormenores del proceso de duelo, en la complejidad de quienes batallan contra la ausencia y la angustia que este conlleva (el gran acierto de Háblame). Sin embargo, Corredor toma un camino mucho más sencillo y mecánico: el diálogo entre el mundo de los vivos y el de los muertos que casi siempre concluye con un golpe de efecto.

Baghead llega este jueves a salas
Baghead llega este jueves a salas

Por otro lado, cuando el guion convenientemente decide centrarse en Iris y su propio duelo por la muerte de ese padre ausente, no logra conmover porque esa metamorfosis de la protagonista, el registro de su tribulaciones, se produce de manera vacua, y se sacrifica cuando es momento de mostrar las consecuencias de tentar a la suerte. Así, aunque algunas secuencias funcionan (sobre todo cuando se coquetea con el gótico), todo se suscita con una superficialidad que no le hace justicia a una premisa que tenía potencial, más allá de los clichés.