‘Barrio Sésamo’ sabía mantener viva su magia no solo a través de la televisión

Imagen de algunos personajes de 'Barrio Sésamo' en el Desfile de Acción de Gracias de Nueva York en 2021 (Foto de Theo Wargo/Getty Images)
Imagen de algunos personajes de 'Barrio Sésamo' en el Desfile de Acción de Gracias de Nueva York en 2021 (Foto de Theo Wargo/Getty Images)

Hace unos días estaba leyendo un artículo sobre la serie Dinosaurios, que desde hace unos meses se puede ver en Disney +. Y contaba, entre otras curiosidades, que los productores no dejaban a la prensa fotografiar el set para que no se viese a los actores con solo una parte del disfraz de dinosaurio, no por nada, sino pensando en los niños, pues seguro que habría alguno que se molestaría al verlos, por ejemplo, sin cabeza. Esto me hizo pensar en nuestro Barrio Sésamo, la serie que acompañó a los niños de los 70, 80 y 90 en España con personajes como la Gallina Caponata, Espinete o el generalmente olvidado Bluki. Y es que en Barrio Sésamo había unas directrices bastante similares, para que la magia no se transmitiese únicamente a través de la televisión.

Las grabaciones de Barrio Sésamo en Televisión Española recibían la visita no ya de periodistas, sino de grupos de niños, de colegios y similares. Y el equipo de producción tenía una orden clara: alguno de los responsables de la excursión de turno tenía que entrar primero al plató para ver que cada cosa está en su lugar. Y con esto, queremos decir que los actores que daban vida a las marionetas de Espinete, Don Pimpón o quien correspondiese tuviesen puesto su correspondiente traje. ¿El objetivo? Que los niños no perdieran la ilusión de que sus queridos personajes estaban vivos y eran reales. No una mera ilusión que solo existe a través de la pequeña pantalla.

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Estamos hablando de disfraces que se construyeron hace 25, 30, 35 años, que eran muy pesados, que no contaban con ventilación ni nada que se le pareciese. Era muy complicado grabar las escenas con ellos, había que hacer muchas pausas para que los actores se pudieran quitar las pesadas cabezas y pudieran tomar el aire sin caer redondos al suelo de un golpe de calor. Por eso, era fácil que en un descuido alguien entrase al plató y se encontrase, por poner un ejemplo, la parte de arriba de Espinete, que estaba formada por una sola pieza, colocada sobre una silla.

En el año 2014 tuve la fortuna de entrevistar para un blog que tenía al actor Alfonso Vallejo, Don Pimpón, y me contó que precisamente una vez sucedió eso: un grupo de chicos entró al plató casi sin avisar, y se encontraron la marioneta de Espinete, sin la actriz Chelo Vivares en su interior, descansando en algún rincón del estudio de grabación. Y todos empezaron a jalear a Espinete. Para no romper la magia, alguien improvisó que Espinete estaba dormido en ese momento, que había que dejarlo descansar como estaba. Los niños no entendían cómo el querido erizo de color rosa podía dormir si tenía los ojos abiertos de par en par, pero consiguieron salvar la papeleta.

De hecho, el propio Alfonso Vallejo protegía, por así decirlo, a su propio hijo, y le ocultó durante un tiempo que él era el actor que se enfundaba el traje de Don Pimpón. El propósito era que su vástago disfrutase del programa infantil como cualquier otro crío de su edad, pues recordemos que allá por los 80 solo había dos canales, La 1 y La 2, y que Barrio Sésamo era un auténtico fenómeno entre los pequeños de la casa.

En este sentido, he podido hablar para este reportaje con el actor Joan Bentallé, que interpretó el personaje de Bluki en Barrio Sésamo en los años 90, y ha confirmado que también se respetaba la magia de la televisión cuando los niños visitaban las grabaciones. “Entraban al centro del plató, que era enorme, y salíamos, saludábamos, estábamos unos minutos con ello y nos íbamos. Los niños, evidentemente, querían ver a los muñecos con vida”, narra este actor, que recientemente se metió en el traje de Yupi, el de Los Mundos de Yupi para un anuncio de la fundación Aladina, y que también ha manipulado algunos títeres de Los Lunnis. “Ver los muñecos con la cabeza baja, sin forma, sin voz, es algo bastante heavy. Cuando visitas un museo como el de Jim Henson en Nueva York ves los trajes muy bien puestos, como si alguien los llevase encima, pero si no es totalmente diferente la apariencia”, nos cuenta.

Una mascota vestida como Elmo de Barrio Sésamo, delante del estadio Santiago Bernabeu en 2019. (Foto de Miguel Candela/SOPA Images/LightRocket vía Getty Images)
Una mascota vestida como Elmo de Barrio Sésamo, delante del estadio Santiago Bernabeu en 2019. (Foto de Miguel Candela/SOPA Images/LightRocket vía Getty Images)

Ese cariño por parte de los trabajadores es lo que ha permitido que la magia del universo de Barrio Sésamo permanezca viva en el recuerdo colectivo. Aunque haga 30 años que ninguno de ellos se asome por nuestra televisión, y tengamos que tirar de YouTube si queremos ver cómo eran aquellas historias que tanto nos alegraron en la niñez.

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