La ingenuidad de Audrey

Audrey Hepburn / Foto: AP
Audrey Hepburn / Foto: AP


“Si soy honesta, debo decir que todavía leo cuentos de hadas y son los que más me gustan”, confesó en una ocasión la actriz Audrey Hepburn. Y a nadie sorprendió con su comentario. Dice el diccionario a la hora de definir el significado de la palabra ingenuidad que indica “presencia de sinceridad, inocencia, sencillez, pureza, candor”, una enumeración de adjetivos que, sin duda, caracterizaban muy bien esa belleza natural que la distinguía, la hacía única. Esa belleza que hoy parece tan pasada de moda. Pero que, sin embargo, a veinte años de su muerte (20 de enero de 1993), sigue haciendo de "la eterna Sabrina" una musa inspiradora de muchas mujeres que aspiran a brillar sin enceguecer.

¿Qué pasó en el medio para que todo aquello que se valoraba en Audrey, dejara de ser virtud en una mujer moderna? ¿Es real la imagen de femme fuerte, todoterreno, que pretendemos dar hoy? ¿Nadie fantasea, aunque sea por un rato, con ser Holly Golightly paseando por delante de Tiffany's? ¿O aquella jovencita de ojos profundos que volaba por las calles de Roma a bordo de su Vespa?

Ingenuidad no es una mala palabra, es una excelente virtud. Significa ser un poco niña en el sentido de no haber perdido esa capacidad de sorprendernos y dejarnos sorprender por la vida. Es ser crédulo para con el otro, de quien no tenemos por qué esperar siempre lo peor. Es ser “bien pensado”. Transparente.

Por estos días, lo contrario a la ingenuidad es la viveza, esa que nos para ante cada situación como expertos dispuestos a dar lección. La que nos endurece por desconfiados, tal vez por decepcionados. La que nos hace sentir satisfechos y nos quita ese hambre de mundo de quien no ha perdido sus sueños. Recuperemos la ingenuidad de Audrey. Imitemos su belleza.

¿Por qué crees que hemos perdido la ingenuidad? ¿Se puede recuperar?

@BalaguerAdriana


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