Ingredientes de la escena amorosa
La escena sexual comienza a prepararse mucho antes de acostarnos juntos. Una mirada, un gesto, un contacto fugaz con el cuerpo del otro, a veces un recuerdo compartido, un perfume o una melodía, resultan sugerentes. Algo se pone en marcha entre los dos. Y el deseo se enciende, nuestros cuerpos entran en calor. Seduzco, me dejo seducir, charlamos, nos besamos y mimamos y vamos armando la escena, que tendrá un tiempo propio, sin apuros, muy necesario para desplegar el ritual erótico.
¿Cuánto más podemos vibrar si sabemos que nuestro compañero está llegando lenta, placenteramente hacia el lugar donde más deseamos sentir su mano?
Códigos amorosos
Todos y cada uno de nosotros utiliza, para comunicarse sexualmente con los demás, un lenguaje de palabras, miradas, signos y gestos que revelan lo que sentimos, deseamos, rechazamos. En el lenguaje del sexo es muy importante que se nos entienda. No cualquier tipo excitación da lo mismo, no cualquier estimulo nos lleva a las situaciones que queremos. Conocer y hacerle saber exactamente a mi pareja qué me gusta, qué quiero ese día, es básico para mantener un diálogo amoroso. No pongamos al otro en el papel de experto infalible que todo lo sabe y todo lo puede. Tampoco es real que nosotras no sabemos nada y por ello nos entregamos a la voluntad del otro. Nadie sabe más que yo sobre mi propio cuerpo y es justo que este conocimiento lo comparta abiertamente con mi compañero.
Ingredientes que forman parte de las cualidades del buen sexo:
-Intimidad, para compartir nuestras emociones de la misma manera que compartimos nuestros cuerpos, así podremos sentirnos física y espiritualmente cerca de nuestro compañero.
-Honestidad, para mostrar nuestros deseos y necesidades, sin fingir lo que no sentimos.
-Sensibilidad, para captar lo que a nuestro compañero le agrada y preguntarle lo que necesita.
-Confianza hacia el otro y hacia uno mismo, para tener una buena relación sexual.
-Tiempo, sin apremios ni apuros.
-Generosidad. Cuando ambos nos preocupamos por darle al otro lo que necesita, las cosas son más gratas.
-Espontaneidad, para contactar con los propios sentimientos sexuales, no temiendo expresarlos al tiempo que permitimos que nuestros deseos y fantasías fluyan.
-Seguridad, para acercarnos al otro.
-Jugar y ser creativos, para experimentar y que surja lo diferente.
-Reírse y divertirse juntos.
-Amar, porque el amor es un factor muy importante en una buena relación sexual. Colorea todo con un matiz único. Cuando nos enamoramos, los encuentros sexuales nos permiten expresar lo que sentimos. Es y seguirá siendo uno de los mejores afrodisíacos.
Diana M. Resnicoff es licenciada en psicología, sexóloga clínica y secretaria científica de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (S.A.S.H.).
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