Sinestesia: escuchar los olores, mirar los sonidos
Hace tres años tuve la oportunidad de tomar un curso para aprender a catar vinos. Uno de los ejercicios más interesantes consistía en relacionar los sabores y los aromas con texturas, momentos, colores, sonidos e incluso personas. La intención: ejercitar y fortalecer las conexiones entre la memoria y las sensaciones. Para mí no resultó algo nuevo porque desde niña hacía ese tipo de asociaciones. Por ejemplo, yo siento que hay sabores rugosos, olores puntiagudos, sonidos cuadrados o redondos; hay palabras que me producen sensaciones físicas, como punzadas o comezón, y que incluso tienen su propio color. Recuerdo que en el curso de vinos, mientras yo me sentía como pez en el agua hablando de mis percepciones, algunos se reían y me veían como un bicho raro.
Durante los años que practiqué danza, acudía a estas asociaciones "cruzadas" al momento de planear o de interpretar una coreografía. Tiempo después, cuando comencé a hacer de la escritura mi principal medio de expresión, estas sensaciones se convirtieron en mi materia prima. Curiosamente no lo consideraba como una rareza, siempre pensé que era una capacidad innata en todo ser humano, y que su desarrollo era cuestión de decisión o de vocación. Sin embargo, la neurociencia ha investigado el fenómeno y ha marcado algunas precisiones al respecto.
Este tipo de percepción tiene el nombre de sinestesia, y se puede definir como un entrecruzamiento de experiencias sensoriales que se da cuando dos o más sentidos cooperan en la percepción. En el pasado la sinestesia fue considerada como un desorden, una enfermedad o una alucinación, pero hoy se sabe que es sólo una manera distinta de percibir el mundo.
El estudio de Cretien van Campen señala que la sinestesia es como un corto circuito entre dos diferentes áreas del cerebro, y quienes lo experimentan no pueden percibir o imaginar de otra manera. Otros estudios consideran que la sinestesia es una habilidad cerebral que permite vincular distintos campos del conocimeinto o de la percepción, permitiendo fusionar distintas realidades. Lo curioso, señala el investigador Richard E. Cytowic, es que quienes perciben a través de la sinestesia piensan que todos perciben el mundo de esa misma forma.
El doctor David Eagleman, neurocientífico del Colegio Baylor de medicina, sostiene la teoría de que la sinestesia se da cuando un estímulo sensorial que debía recibirse en determinada parte del cerebro también tiene impacto en otra región. Por ejemplo, un estímulo que debía ser únicamente visual también afecta al área del lenguaje o del olfato. Lejos de ser un "defecto" o una enfermedad, Eagleman señala que es una forma distinta de percibir el mundo; si bien está más presente en personas sinestésicas o con profesiones creativas, es posible que cualquier persona la experimente en ciertos momentos de la vida. "Por ejemplo, si una persona que está quedándose dormida de pronto escucha un sonido muy fuerte, llega a ver colores, o bien, se da bajo los efectos de algunas drogas", afirma Eagleman, "y esto no tiene que ver con las conexiones neuronales sino con un estado de relajación, ansiedad o estrés".
Por su parte, el neurocientífico David Brang apunta que la sinestesis puede brindar una ventaja cognitiva: "Los genes de la sinestesia son dominantes, por lo que podemos asumir que representan un beneficio evolutivo para la especie; se heredan por el cromosoma X, por lo que la sinestesia es más frecuentes en mujeres". Cuando se analiza, esta ventaja cognitiva no sólo resulta útil a nivel personal como una forma distinta de organizar la información en la memoria, también se ve reflejado en la posibilidad de identificar una mayor gama de sensaciones y en la capacidad de brindar soluciones creativas a la vida diaria.
Cuando encuentro este tipo de respuestas recupero la fe en la ciencia, pero también empiezo a preocuparme por la educación y la formación que están recibiendo los niños ahora mismo. En general, creo que el sistema educativo tiende más a uniformar y a dividir el conocimiento que a relacionarlo o a diversificarlo. Incluso, ante la supuesta demanda de personal técnico, se han ido eliminando de los planes de estudio los cursos que estimulan la creatividad, las relaciones sensoriales y la imaginación. No dejo de pensar que esto nos afecta como sociedad a largo plazo: si lo que se premia es la acumulación de conocimiento o la adecuación del alumno al sistema educativo, si no hay espacio para que se expresen distintas formas de percibir el mundo, entonces se reducen las oportunidades para idear nuevas soluciones a los retos que presenta la vida, hay menos espacio para aceptar diferentes percepciones del mundo y por tanto, a generar relaciones más horizontales. Por otra parte, a más distancia entre los campos del conocimiento, menos posibilidades de solucionar los problemas actuales, que son, ante todo, multifactoriales.
¿Y tú, has experimentado algún tipo de sinestesia? ¿De qué manera afecta positiva o negativamente tu vida?
Twitter: @luzaenlinea
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