Las bodas de la realeza que nos enamoraron este 2024
Para amantes de la moda nupcial y futuras novias, la realeza es un referente si hablamos de la elegancia y el estilo que debe tener una boda soñada. Existen limitaciones, eso sí, pues a nuestra disposición no están sus palacios ni sus joyas históricas, pero alguna que otra cosa se puede aprender de estas lujosas celebraciones de amor. En plena cuenta atrás para dar la bienvenida a un nuevo año, queremos hace recuento, al detalle, de los enlaces de royals internacionales que nos dejaron sin palabras durante este 2024.
El príncipe Abdul Mateen de Brunéi y Anisha Isa Kalebic
La boda real en Brunéi entre el príncipe Abdul Mateen, hijo del sultán Hassanal Bolkiah, y Anisha Isa Kalebic, nieta del consejero especial del sultán, marcó el inicio del año con una celebración digna de cuento que se extendió por más de una semana, del 7 de enero de 2024 hasta el día 16. En total, la novia llevó seis vestidos con intrincados bordados de lo más majestuosos para adaptarse a las distintas ceremonias culturales que formaron parte de la unión, en el Palacio Istana Nurul Iman.
El día del rito religioso que oficializaría el matrimonio, el príncipe Abdul Mateen llevaba un uniforme ceremonial blanco, coordinado con quien se convertiría pronto en su mujer. La novia nos cautivó con su vestido nupcial de mangas largas aderezado con cristales pequeños que destellaban en contacto con los focos.
No conforme con ello, complementó su traje con algunas potentes alhajas, como la tiara de diamantes que anteriormente había llevado la hermana del príncipe Mateen, la princesa Azemah. Para combinar con su tiara, que reposaba sobre el velo de tul bordado con flores, añadió unos pendientes de diamantes, a juego con un collar rematado con un colgante asombroso.
En el último día de festejos, se llevó a cabo una multitudinaria cena de gala en el Palacio de Nurul Iman, oportunidad perfecta para el derroche en lo que a moda nupcial respecta. La nieta del consejero especial del sultán sorprendía con un vestido de corte sirena, manga larga, escote cerrado y cola, cuya particularidad es que estaba confeccionado en un tejido de seda especial, salpicado de apliques de pedrería. Por supuesto, lo acompañó con una tiara impresionante sobre su cabeza, el mismo velo de tul bordado de flores y un clutch personalizado para ella por la misma casa de modas encargada del vestido.
Como hemos dicho, en los días previos tuvieron lugar una serie de eventos que cumplen con las tradiciones nupciales de Baréin. El Majlis Istiadat Berbedak es una ceremonia en la que se invita a los amigos y familiares de los novios a bendecirlos e incluye la aplicación de aceite aromático tradicional sobre las palmas como forma de bendecir a la pareja.
El atuendo tradicional de Anisha era completamente rojo, realizado en seda con brocados dorados. A medida que avanzaba la ceremonia, la novia fue retirando del rostro el velo rojo que llevaba al inicio para revelar su impresionante tocado tradicional dorado con flores.
En contraste con ese precioso look rojo, para la ceremonia del Khatam Qur'an, que implica leer todo el libro del Corán y absorber la literatura sagrada antes de la boda, Anisha lució un impresionante Baju Kurung completamente blanco que presentaba un intrincado bordado de encaje en los dobladillos y se culminaba con un hijab blanco a juego, obra del diseñador malasio Teh Firdaus.
El duque Hugh Grosvenor y Olivia Henson
Hugh Grosvenor, duque de Westminster y ahijado del rey Carlos III, puso broche de oro a su historia de amor con Olivia Henson el 7 de junio de 2024 en la catedral de Chester, en el condado de Cheshire, al noroeste de Inglaterra. Una ceremonia por todo lo alto que congregó a más de 400 personas; entre ellas, los miembros destacados de la Familia Real. Para su romántico vestido, la novia confió en la diseñadora británica Emma Victoria Payne.
Olivia lució un hermoso vestido marfil de satén crepé de seda y organza, con un escote festoneado, cintura plisada, mangas largas con puños anchos bordados y una falda cortada al bies. En la espalda, mostraba una abertura elegante con bordados y los mismos detalles festoneados, en sintonía con su escote.
Al darse la vuelta, desveló una imponente cola desmontable de dos metros, que decidió retirar tras la ceremonia para disfrutar de la fiesta sin restricciones. El punto de color, o ese 'algo azul' que dicta la tradición, lo pusieron sus salones de terciopelo adornados con lazos, un par que pertenece a la firma española Silvia Lago y cuyo precio es de 395 euros.
El velo también fue encargado a Emma Victoria Payne y, aunque a muchos sorprendió que no llevase la herencia de las antecesoras de su marido, sí que encontramos tiernos homenajes a su propia familia en el diseño, ya que fue personalizado y hecho a medida. Los bordados a mano de motivos florales y botánicos presentes tanto en el vestido como en el velo se inspiran en el velo de la tatarabuela de Olivia, que data de la década de 1880. Asimismo, incorporó al bordado otros elementos especiales para la novia, como las formas ovaladas que evocan el engaste de su anillo de compromiso, las iniciales de la pareja y la fecha de la boda.
La tiara, como era de esperarse, sí es herencia del duque de Westminster. Hablamos de la conocida como Fabergé Mytrle Leaf, creada en 1906 específicamente para que las novias de Grosvenor la usen el día de su boda. Para cederle el protagonismo, ha recogido su melena en un pulido moño bajo, el cual nos permitió, a su vez, apreciar a la perfección los pendientes colgantes de perlas.
La princesa Marta Luisa de Noruega y Durek Verrett
Tras dos noches de espectaculares fiestas preboda, el sábado 31 de agosto, la princesa Marta Luisa de Noruega le dio el 'sí, quiero' a su pareja, Durek Verrett, el chamán californiano de las estrellas de cine. El idílico fiordo de Geiranger fue el escenario elegido para sellar esta unión en presencia de la Familia Real noruega, así como de muchos amigos venidos de todo el mundo.
La hija de los reyes Sonia y Harald de Noruega se decantó por un romántico vestido de escote en 'V', cuerpo entallado y falda acampanada que iba decorado con flores bordadas en relieve. Para aportar una estética todavía más impactante y teatral, agregó una sobrefalda que hacía de larga cola y reforzó el estilo principesco del look.
Si bien en su primera boda, dos décadas atrás, Marta Luisa optó por un peinado recogido alto y muy formal, para esta segunda oportunidad en el amor decidió llevar su melena peinada en un semirrecogido muy natural, con ondas deshechas y la raya al medio, y una tiara familiar sujetando el velo clásico de tul ilusión.
Era una de las grandes incógnitas que se desvelaron finalmente cuando ¡HOLA! y HELLO! hicieron públicas en exclusiva las primeras imágenes del enlace, en las que aparece la diadema que el rey Olaf V de Noruega le regaló a la princesa Marta Luisa en su 18 cumpleaños, en septiembre de 1989. Por tanto, esta espectacular pieza de la casa joyera Garrard, inspirada en la delicadeza de las espigas y embellecida a base de cientos de diamantes y pequeñas perlas, le pertenece a ella, y no al lote de las joyas de la familia. A lo largo de 35 años, se la ha puesto en numerosas ocasiones señaladas, desde el 60º cumpleaños de los reyes Sonia y Harald, en 1997, hasta otras bodas reales, como la del entonces príncipe heredero Federico y Mary de Dinamarca, en 2004.
Pensarás que, con tal despliegue, la tiara y el vestido atraparon toda la atención, pero lo cierto es que su ramo no se quedó atrás y estuvo a la altura de tan curiosa y bonita boda. La novia eligió una composición de rosas rosas en formato cascada que no pasaron desapercibidas y rozaban el suelo a su paso por la alfombra roja, donde la pareja deleitó a los fotógrafos allí presentes, cual photocall, con un beso de amor verdadero.
La princesa Teodora de Grecia y Matthew Kumar
La catedral de la Anunciación de Santa María de Atenas, más conocida como la Catedral Metropolitana, acogió el sábado 28 de septiembre la boda de la princesa Teodora de Grecia, cuarta hija de los reyes Constantino y Ana María, y el abogado estadounidense Matthew Kumar. Un enlace en el que estuvieron presentes miembros de la aristocracia europea como la reina Sofía, la infantas Elena y Cristina, Sassa de Osma y Olympia de Grecia. Esta última, de hecho, ejerció como dama de honor, al ser sobrina de la novia.
Teodora quería que su boda estuviera repleta de referencias a sus antepasados. Antes que nada, escogió la misma catedral en la que se casaron sus padres, un edificio emblemático del barrio de Plaka, a las faldas de la Acrópolis, que además es la iglesia más grande de Atenas. Allí también dieron el 'sí, quiero' los reyes Juan Carlos y Sofía, en mayo de 1962.
La novia lució un impresionante vestido de la diseñadora Celia Krithariot, dueña de la casa de moda más antigua del país, que presentaba un cuello bardot, delicados bordados florales a lo largo de la prenda y una falda de gran volumen al más puro estilo de una princesa. A modo de estola, cubría el escote una pieza desmontable realizada en tul, de la que Teodora se desprendió tras la ceremonia para hacer el vestido más cómodo.
El segundo guiño a la familia real fue su velo de gran valor histórico, en honor a sus raíces danesas. Y es que Teodora es sobrina de Margarita de Dinamarca y, por ende, prima del rey Federico X, por lo que tuvo acceso al velo de encaje irlandés que perteneció a su bisabuela, la princesa Margarita de Connaught. Ingrid de Dinamarca, Ana María de Grecia y Mary de Dinamarca son las tres reinas que lo han llevado al pasar por el altar, además de las princesas Alexia de Grecia y Benedicta de Dinamarca.
El colofón del look fue esta tiara de raíces egipcias, la llamada 'jedive de Egipto', una reliquia familiar que lleva en la realeza griega más de cien años, desde que el último jedive (virrey otomano) de Egipto se la regalara a Margarita de Connaught a principios del siglo XX como símbolo de su amor por el príncipe heredero Gustavo Adolfo, un idilio que nació, precisamente, en El Cairo. Obra de la casa Cartier, la tiara está formada por diamantes engastados en espirales de laurel, símbolo de victoria y gloria.
Durante las seis últimas décadas, todas las descendientes femeninas de Margarita de Suecia la han utilizado en sus bodas, una lista a la que ahora se une Teodora. El toque final fueron unos pendientes de diamantes de la princesa heredera Margaretha de Suecia y una pulsera a partir del sautoir de diamantes de la reina Alejandrina de Dinamarca e Islandia.