La princesa Marta Luisa elige un vestido de flores 3D con sobrefalda y una tiara con gran valor sentimental para su boda con Durek Verrett
¡Ha llegado el gran día! Después de dos noches de celebraciones y espectaculares fiestas preboda, hoy la princesa Marta Luisa de Noruega le ha dado el 'sí, quiero' a su pareja, Durek Verrett. La pareja ha elegido el idílico fiordo de Geiranger para poner el broche de oro a su historia de amor en presencia de la Familia Real noruega, distintos royals europeos y amigos venidos de todo el mundo.
Después de sorprendernos con su conjunto estampado a juego con su prometido el pasado jueves y deslumbrar ayer con un vestido cuajado de pétalos en relieve, por fin hemos podido descubrir el secreto mejor guardado de todo enlace: el vestido de la novia, quien ha llegado escoltada por sus damas de honor, vestidas con diseños en rosa palo y ramos de flores en el mismo tono.
La hija de los reyes Sonia y Harald de Noruega se ha decantado por un look nupcial muy romántico y principesco, protagonizado por un impecable y tradicional vestido en tono marfil. Es un diseño de escote en 'V', cuerpo entallado y falda acampanada decorado con flores bordadas en relieve. Para aportar una estética más impactante y teatral, agrega una sobrefalda que hace las veces de cola. La novia ha llevado su melena peinada en un semirrecogido muy natural, con ondas deshechas y raya al medio, del que partía su velo, un complemento clásico en tul ilusión.
Como ramo, ha lucido una impresionante composición de rosas rosas en formato cascada que acaparaban toda la atención, y tampoco han pasado desapercibidas las joyas: un colgante de diamantes y una esperada tiara.
Una tiara cargada de significado
Una de las grandes incógnitas en torno al look nupcial de la hija de los reyes Sonia y Harald de Noruega era si iba a coronarlo con una tiara. Por fin, hemos podido descubrir que sí lo ha hecho, y ha elegido para este día una de sus piezas más especiales, que atesora desde hace 35 años. Se trata de la diadema que su abuelo, el rey Olaf V de Noruega, le regaló en su 18 cumpleaños en septiembre de 1989, por lo que le pertenece a ella, no al lote de las joyas de la familia, y cuenta con un valor sentimental incalculable. Desde aquel día, se convirtió en su preferida, puesto que se la hemos visto en numerosas ocasiones completando sus looks de largo más espectaculares en cenas de gala y bodas reales.
Está firmada por la emblemática casa de joyería Garrard y es una espectacular joya con base inspirada en la delicadeza de las espigas y embellecida a base de cientos de diamantes y pequeñas perlas. Sobre su origen circulan dos versiones: aunque algunos expertos afirman que este diseño es totalmente moderno, otros dicen que es posible que se hiciera usando como base una tiara de la reina Maud.
Lo que cabe destacar es que, cuando ella recibió esta tiara, el rey Olav era consciente de que su nieta estaba destinada a perder posiciones en la línea sucesoria cuando el príncipe Haakon tuviera hijos, por lo que, teniendo en el joyero otras tiaras, se apostó por la confección de una nueva, independientemente de que en algunas partes contenga piezas de herencia familiar.