Candela Vetrano: la emoción de su embarazo, los encuentros con su suegra y su historia de amor con Andrés Gil
Cuando Candela Vetrano se enteró que estaba embarazada, ya había comenzado con los ensayos de Las cosas maravillosas, que protagoniza todos los lunes y martes a las 20, en el Multiteatro. Dice que es una obra que deseaba hacer y que, en su estado, es todavía más intensa. Mientras saborea un late frío, le cuenta a LA NACIÓN que será un varón y nacerá en noviembre. También dice que es un año muy movilizante porque pronto estrenará su primera película como directora de un documental que hizo sobre la vida de su abuela. Durante la charla, también repasa su historia de amor con el actor Andrés Gil, a quien conoció en Roma, y revela por qué todos sus primeros momentos juntos, incluso el primer beso, están grabados.
–¿Estaban buscando ser padres?
–No estábamos buscando concretamente, pero estaba la idea. Es varón y va a nacer en noviembre. Estamos muy contentos, viviendo este momento a pleno. Todavía no tenemos nombres, aunque sí un par favoritos. Hoy me siento bien, con energía. Pero el primer trimestre fue duro. Estudiar la letra de una obra en ese período debe ser de los desafíos más difíciles. Me olvidaba todo, tenía la cabeza en muchos lugares. Ahora empecé a ver cunas y cositas para el bebé que ya tiene su habitación. Poco a poco estamos preparando el nido. El papá está feliz. Es un mundo desconocido para nosotros. Además, tengo hermanas mujeres y me crié rodeada de mujeres así que de varoncitos no tengo mucha idea. Yo creo que le voy a enseñar a hacer manualidades y mostacillas (risas). Ya voy a aprender. Estoy muy entusiasmada, y Andrés también.
–¿Te fue fácil conectarte con la maternidad?
–Sí y siento que estoy todo el tiempo conectada con la maternidad. A medida que tengo dudas, intento aclararlas. Tengo una amiga, Caty Martínez, que es mamá y le pregunto de todo. Y además empecé un curso con una doula que además es mi suegra. Son juntadas hermosas en las que hablamos de distintos temas y con las dudas de las otras aclarás tus propios temas. Es re lindo. Ese es mi contacto full con la maternidad. También hago yoga. No me animo a hablarle todavía al bebé y, por ahora, la comunicación es más interna.
–¿Tu suegra es doula?
–Sí, se llama Marina Gil y hace encuentros para embarazadas en el Espacio Doulas. Después hacés el curso de preparto con ella y cuando das a luz, vas con tu bebé. Es un acompañamiento.
–¿Cómo es tu historia de amor con Andrés?
–Nos conocimos hace casi diez años en Roma, por un amigo en común, Santi Talledo. Fue amor a primera vista. Él es muy hermoso, me enamoró y todos me decían que era muy bueno. Tuvimos primero una relación a la distancia hasta que él se volvió.
–¿Y qué hacían en Roma?
–Yo hice una serie que se llamaba Supertorpe y después de tres años me llamaron porque era un éxito en Italia, y me invitaron a cantar en un festival de Disney con artistas de todo el mundo. Y también invitaron a Santi Talledo, que estaba en otro proyecto de Disney. Estuvimos en Nápoles y Milán. Fui a Roma porque nunca había ido a Italia y quería conocer. Andrés estaba trabajando en una serie que era un éxito y tiene muchas temporadas, Don Mateo. Como Santi era amigo y se conocían de Patito feo, fuimos a quedarnos tres días a la casa de Andrés en Roma.
–Tuvieron tres días para conocerse en la intimidad…
–Si, en pijamas y con caras de dormidos (risas). Fue muy lindo. Santi es director, entonces dijo que quería filmar un corto sobre nosotros dos y teníamos que fingir que nos enamorábamos y vivíamos una historia de amor. Y en esos tres días en los que él me iba mostrando Roma, Santi nos iba filmando. Entonces tenemos todos nuestros primeros encuentros filmados. Fue una ficción que se hizo realidad.
–¿El primer beso fue de ficción o real?
–El primer beso también está filmado. Fue el real también porque nos estábamos enamorando.
–¿Fue por amor que él volvió de Italia?
–Su regreso a Buenos Aires fue una excusa porque él ya tenía ganas de volver y yo fui ese último empujón. A los siete meses ya estaba acá. Es muy distinto, pero nos complementamos y hablamos un mismo idioma que tiene que ver con el respeto y la amorosidad. Nos entendemos, nos acompañamos, compartimos ir a ver películas, teatro, recitales. Está bárbaro que también sea actor
–Trabajaron juntos alguna vez, ¿cómo se llevan?
–¡Bien! Hicimos la película El fin del amor en la que fuimos cuñados, e hicimos una obra juntos para micreoteatro. Nos llevamos muy bien. Hermoso.
–Como diría la abuela, el bebé vino con el pan bajo el brazo...
–(Risas) ¡Sí! Cuando acepté hacer Las cosas maravillosas no estaba embarazada. De hecho, iba a hacerla en agosto, pero por cuestiones de producción se adelantó, por suerte, porque no hubiera podido. Empecé los ensayos y a las dos semanas me enteré. Fueron meses de mucho sueño y cansancio y me hacía trampas para aprender la letra y estar atenta. Es una narración y no molesta que tenga una panza, aunque vamos a tratar de que se note lo menos posible. Cuando me enteré del embarazado dudé al principio, porque lo primero que pensás es: “Uy, tengo que dejar todo... ¿qué tengo que hacer?”. Y la realidad es que el cuerpo es espectacular y sabe perfectamente qué hacer. Y está bueno que mi cabeza esté ocupada en hacer lo que me gusta y sentirme bien. Entendí que tengo que hacer esta obra, que es un regalo para mí porque no siempre se da un proyecto que tengo tantas ganas de disfrutar.
–Es un unipersonal que ya habían protagonizado otros actores...
–Sí. La vi con Andy Kusnetzoff y me llegó a lo más profundo de mi corazón. Algo del texto me atravesó porque habla de las cosas simples que están cerca nuestro y a veces no llegamos a apreciarlas. Es una obra tierna, sensible, profunda, que habla del vínculo con los padres y de la vida y la muerte. Es un privilegio hacerla y me parece que la gente tiene que verla porque hace bien. El texto es muy poderoso. Es una obra que no pasa desapercibida para nadie. Me impactó el mecanismo de la obra, que tiene la particularidad de que la gente me ayuda a contar la historia, entonces se arma una energía tremenda con el público. Me vi haciéndola. Hace tiempo que elijo hacer proyectos que me interesan. Amo actuar y pongo el corazón en cada proyecto, por eso tengo que elegir lo máximo posible para encausar esa pasión y que valga la pena. Además, Mey (Scapola) es una directora alucinante, una madraza y es el corazón de la obra; le pone mucho amor junto a los productores, Tomás Rottemberg y Bruno Pedemonti. Me sentí muy contenida por todos y encima en este estado. Mey es muy detallista, trata de sacarme de la zona de confort, cree en mí y quiere trabajar mi profundidad y mi sensibilidad.
–Cuando termines la obra, ¿vas a seguir trabajando en otros proyectos?
–También estoy con las proyecciones de la película que hice sobre mi abuela materna y se estrenó en el Bafici. Es un documental que se llama Mavita llena eres de gracia. La filmé durante cinco años. Mi abuela es un ser distinto y decidí hacer este documental sobre su historia. Me metí en este mundo cinematográfico muy de afuera, sin entender nada y quedó una película que me enorgullece.
–¿Cómo surgió la idea de hacer un documental sobre tu abuela?
-Es un ser especial. Quedó viuda a los 28 años porque mi abuelo tuvo un accidente aéreo y falleció. Era copiloto de un avión de vuelo de cabotaje. Estaban haciendo una mudanza y chocaron contra el cerro Huaica, en Perú. Quedó viuda con cuatro hijos, entre ellos mi mamá. Es mi única abuela, pero es muy particular. Y con el tiempo su casa se llenó de cosas, porque tiene una patología de acumuladora. Siempre me llamó la atención su casa y hace cinco años empecé a filmarla, después le mostré todo a un editor y encontramos el hilo conductor. Es una historia en loop porque todo lo relaciona con el accidente de mi abuelo. Es una película tragicómica porque ella es muy graciosa y es muy políticamente incorrecta. Tiene pósters de Camilo Sesto, Elvis, Sandro; se hace fanática post mortem. Estoy mostrando la película todo lo que pueda con el objetivo de estrenarla este año.
–Empezaste a trabajar siendo muy chiquita, ¿cómo fue?
-Empecé a los 7 años en Agrandadytos. Era del elenco estable, por así decirlo, y estuve muchos años hablando de mis novios (risas). No sé si era tan graciosa. Había hecho varios castings. En mi infancia ir a la tele era el destino de una niña payasa como yo. Y mi mamá me llevaba, porque evidentemente le gustaba. Hice muchas publicidades y yo quería trabajar con Cris Morena. Me vio su vestuarista porque yo estudiaba tap y jazz y me llamaron para un casting de Rincón de luz. Tuve altibajos laborales, era muy disciplinada y no sé cómo hice para ir a la escuela y grabar sin llevarme ninguna materia.
–¿A qué se debían esos baches de trabajo?
–Por ahí había proyectos de Cris en los que estaba y en otros, no. Tuve varias frustraciones de chica y hoy, con el diario del lunes, puedo ver que no fue tan fácil. Nunca tuve un gran éxito, aunque siempre fui constante en mi trabajo. Tengo la sensación de que reafirmaba todo el tiempo. Nada fue de la noche a la mañana sino de a poquito y eso estuvo bueno porque tuve momentos para aprender, nutrirme, estudiar, viajar. El hecho de laburar desde tan chica hizo que a veces no entendiera quién era yo, más allá de la actriz. Y pude verlo cuando viajé. A mis 18 yo quería tener la experiencia de vivir en otro país y fui a estudiar dos meses a Nueva York y tres a Londres. Fue una experiencia increíble. Me creía una chica sociable porque acá era fácil hacerme amigos, pero cuando estás sola en otro país es distinto y aprendí mucho. También entendí que me gusta vivir acá con la conciencia de que existe otro mundo, y poder irme para volver. Estoy feliz echando raíces acá porque los afectos son muy importantes para mí.