Denise Dumas y Campi: de cómo la enamoró con la máscara de Roberto Giordano a un ensamble familiar perfecto
Se flecharon en Videomatch, cuando ella fue como invitada para jugar al básquet y él usaba una máscara porque estaba imitando a Roberto Giordano. Ese primer encuentro los atrajo, pero se enamoraron después, cuando pudieron charlar, reír y darse cuenta de lo mucho que tienen en común. Denisee Dumas se había separado un año atrás del cantante Germán Barceló, padre de sus hijos Isabella y Santino, que entonces apenas eran bebés. Y Martín “Campi” Campilongo también estaba cerrando otra historia. Se conocieron en 2005 y se casaron el 1° de diciembre de 2006. Al año siguiente nació Emma y en 2012 Francesca. Hoy son una de las parejas más estables y queridas del mundo del espectáculo y se los ve siempre juntos, de la mano, como si fueran eternos novios.
Dumas contó que esa primera vez se fue pensando: “Ojalá se haya quedado pensando en mí”. Al día siguiente, José María Listorti, con quien ella estaba haciendo la revista El fondo puede esperar, la encaró y le dijo: “¿Qué estuviste haciendo con un amigo mío que me llama y me pide tu teléfono?”. Así, entre risas, Listorti fue el celestino y armó una cena con su mujer, Mónica, y la futura parejita. Después se fueron a tomar un café, solos, y no se separaron más. De esa primera cita, Campi recordó alguna vez: “Me hice el moderno, la invité a un restaurante marroquí, comida agridulce, y yo no sabía que ella odia la comida agridulce. Me hice el moderno, el palermitano, y la tendría que haberla invitado a un bodegón. Y no pasó nada. Hablaba José todo el tiempo”.
Denise estaba pasando un momento difícil, no solamente porque se había separado hacía casi un año, sino también porque había fallecido su papá. “A Martín lo conocí en un momento difícil de mi vida y sentí que fue como un ángel que cayó del cielo. Un hombre que me mandó mi papá”, contó ella.
Ensamblar la familia no fue complicado, a pesar de que en ese momento Campi vivía solo y decía que no quería tener hijos. “Lo invadimos. Santi tenía un año y era un torbellino. ‘¿Es siempre así?’, me preguntaba Martín. Porque yo podía estar muy enamorada, pero mis hijos también tenían que encajar. Se conocieron y fue genial. Al toque yo me fui a Carlos Paz a hacer temporada y Martín cayó de sorpresa. Tenía todo el día a los chicos colgados de la cabeza. Pañales, mamaderas… Mi mamá me decía: ‘Se va a ir, se va a ir…’”. Pero no se fue. Campi también recordó el momento en que conoció a los chicos: “Cuando los vi, supe que iban a ser los hermanos de nuestros hijos”.
Son una familia unida: “Nos gusta salir a comer todos juntos, hacemos asaditos en casa y siempre invitamos amigos. Somos todos bastante pegotes. Nos acompañamos un montón y siempre lo que quiere el otro está buenísimo y si el otro no quiere hacer algo, nos apoyamos y lo aceptamos sin que eso genere una crisis”, detalla ella.
Amor y humor
El humor es un pilar fundamental en la pareja. Y Campi lo explicó en LA NACION hace unos años: “Cuando conocí a Denise, yo tenía la máscara de Giordano. Empezamos a charlar y yo me preguntaba: ‘¿Esta mujer sabrá quién está detrás de la máscara?’. Me la dejé puesta un año y medio, no me la sacaba para que no se diera cuenta (risas). Nos reíamos mucho. Yo era soltero, y estaba en Videomatch, era un Rolling Stone. Y Denise venía de un divorcio... Hacerla reír en ese momento, vale el doble. No nos separamos más…. Fluimos. Nunca me cuestioné nada. Los chicos son un amor. Yo estaba soltero, pero ya había andado mucho y tenía ganas de formar una familia. Y Denise es genial, no me la iba a perder. Ella estaba en un momento de quilombo, divorcio, abogados, todo muy turbulento pero la propuesta era maravillosa… Hoy puedo decir que ella es mucho más graciosa que yo. Y nos seguimos eligiendo. Denise es de hablar y yo de escuchar, así que es un yin y un yang maravilloso”.
Denise también habló con LA NACION sobre este gran amor: “Nos une un amor muy fuerte. Me conoció cuando Isa tenía tres años y Santi uno. El primer verano que pasamos juntos en Carlos Paz no entendía nada, y ya en febrero era un niñero a prueba de balas. Cuando nos conocimos, Martín estaba haciendo los desfiles, imitando a Giordano, y vino a hablarme con la excusa de que yo trabajaba con Listorti en la revista de Nito (Artaza). Empezamos a hablar de cosas muy profundas. Él estaba con la máscara y encima se abría la puerta del camarín y entraba el verdadero Roberto Giordano, para decirle algo. Era todo muy bizarro. Me enamoré de Martín en esa primera charla, me pareció un amor de persona. Al día siguiente, José María me dijo que un amigo le había pedido mi teléfono, le dije que, si era Martin, se lo diera. Salimos los cuatro, con José y su mujer, y fue una primera cita porque Martín me vino a buscar, a la vuelta nos fuimos solos a tomar un café, me llevó a casa y ya no nos separamos más. Fue un flechazo. Y desde el primer día miró con mucho amor a mis hijos, los adoró, y los chicos a él. Todo fluyó. Me mató de amor. Llevamos muchos juntos, pero no siento que sean tantos porque todavía estamos como estrenando amor, aunque pasamos muchas cosas juntos. Al año de conocernos nos casamos y quedé embarazada. Hicimos todo rápido”.
A pesar de que hubo crisis, el amor sigue siendo tan fuerte como al principio. O más. “Lo amo con toda mi alma. No me parece que hace tanto que estamos juntos. Es raro porque a veces siento que estuve toda mi vida con él y por otro, que estamos estrenando amor. Es tan lindo que nos hayamos cruzado en la vida. Pasamos muchas etapas, conocernos fue una locura; estar juntos, formar la familia que formamos porque Isabella y Santino eran muy chiquititos. Yo ya estaba separada de Germán (Barceló) hacía un año, pero era poco tiempo. Y nuestra pareja fue toda una construcción hermosa. Al año nos casamos y al tiempo quedé embarazada. Toda una aventura tan linda... Y es lindo también hoy decirnos: “Qué suerte que no nos dejamos pasar”. Lo admiro, lo amo, nos divertimos juntos. Obvio que en 20 años hay idas y vueltas, pero hay que sentarse, reacomodar y darte cuenta de que amás. Hay que parar para que no te lleve puesta la rutina, el trabajo…. Cada tanto lo tenemos que hacer. Estamos atentos, porque si te distraes y no resolves, después quizá puede ser tarde. Si hay amor, todo se puede. Somos seis en la familia, más los trabajos, más las cuentas, el cansancio. Pero la vida con los años se pone buenísima; crecés, aprendés y vas más liviana”, resumió Dumas para LA NACION.