Dennis Smith: “Cuando el arte empieza a convertirse en oficio es un peligro”
A 31 años de sus inicios en Festilindo, el programa infantil por el que pasaron desde Luciano Pereyra a Lorena Paola, a sus 42, Dennis Smith descubrió que la vida se parece mucho a una comedia. Aunque no la transite en modo liviano, en perspectiva es capaz de ofrendar sonrisas al pasado y burlarse un poco de sí mismo.
“Me doy cuenta de que gran parte de mis preocupaciones muchas veces empiezan con una E y terminan con un GO. Muchas cosas por las que nos preocupamos son absolutamente ridículas pero, bueno, hacemos lo que podemos con lo que podemos ver y lo que nos permite la consciencia”, dice uno de los artistas con la galera más inesperada de capas expresivas, nunca eficientemente obvias, siempre curiosamente sensibles, una mirada de los otros que no se parece a nada, aun en medio del paradigma que niega –o ha renunciado– al intento de originalidad.
Será por eso que muchas personas le acercan materiales, incluidas sus propias vidas, para que él los cuente y construya un espectáculo que los legitime o, mejor, que los abrace con esa calidez que desbordó en Negra y la muy premiada Boyscout, donde desnudó sus propios vínculos. Pasó con Eye y yo, sobre la abuela de Julieta Cayetina, y con Silvia Pérez, en La última Bonaparte.
“Es algo que fui descubriendo y que me apasiona. Es muy caótico el trabajo y arriesgado, pero encontré un caminito. Hago muchas entrevistas y después armo el mapa en la cabeza. No me atrevo a decir ‘la ficción ha muerto’ pero en teatro me cuesta interesarme cada vez más. Es ficción el dispositivo, y compro. O tiene que ser muy ficción o muy verdad para que me interese. Siento que el teatro que intenta ser natural no me llama. Eso es más para el cine, creo” , dice el autor y director de Las algas, obra “sobre” la escritora Alfonsina Storni en la que también actúa junto con Lourdes Invierno y el músico Fernando Losada, y que estrena el sábado 4 de febrero en El Camarín de las Musas.
El viaje hacia Alfonsina empezó en 2019 cuando una actriz –”una estrella que no se considera estrella”, dice– le pidió hacer una obra sobre Storni, con la condición de que sea una comedia, idea que lo atrapó de entrada. Pero, finalmente, no se pusieron de acuerdo. “Mi deseo era cruzar la vida de esta estrella con la de Alfonsina, pero no congeniamos, aunque nos llevamos súper y ojalá algún día me deje contar detalles de su propia biografía que me resultan atrapantes”, dice sobre un dispositivo narrativo que si pudo plasmar en La última Bonaparte con Pérez.
Durante el proceso de investigación tuvo muchas reuniones con el productor, autor y director Dany Mañas, que le reveló lugares bastante desconocidos de la autora de El amo del mundo. Si bien el encuentro con la actriz no prosperó, el deseo de llevar a cabo esta historia se mantuvo: “Fue un viaje revelador. Creo que lo más conmovedor de Alfonsina es su fuerza de trabajo. Y la obra creo que la honra en ese punto, al menos para mí, inesperado. Alfonsina fue una gran trabajadora. Hay una idea preconcebida sobre los poetas que a ella no le encaja en absoluto. Era una mujer con los pies muy en la tierra, con una habilidad arrasadora de encontrar las palabras justas para transmitir imágenes muy potentes”.
–¿Quién es esa estrella con quien no concretaste el proyecto? ¿Podías hacerlo aunque ella no estuviera?
–Podía y puedo hacerlo sin ella porque, finalmente, erradiqué todo lo biográfico que la involucraba. No quiero ni debo decir su nombre porque siento que sería romper algo del “secreto profesional” que yo defiendo en esta profesión mía, que es una cruza de investigador, biógrafo, director, actor.
–¿Por qué Las algas? ¿Es un musical?
–Vamos a ver el encuentro entre dos artistas que quieren montar una especie de pequeño momento sobre Alfonsina Storni, y van buscando, indagando en su biografía, para tratar de cargar de sentido sus poesías. Es una suerte de tertulia moderna, con Fernando Losada al piano. Jugamos con la idea de cuatro sensaciones: mesa de investigación, tertulia, testimoniales y “las algas”, un espacio para que irrumpa el universo poético de Alfonsina. En cierto punto hay una concepción musical, pero no es un musical . Es un espectáculo con un diseño de luz muy especial creado por Rodrigo González Alvarado, con una producción impecable hecha con Leandro Rosenbaum y un equipo que da todo para hacer algo que sea hermoso de ver. Y con Lourdes Invierno, a quien conozco desde el taller de Agustín Alezzo. Es mi amiga, una actriz con un sentido del humor que me encanta y, sobre todo, con una gran versatilidad y sensibilidad para aportar una intimidad al trabajo que quería aprovechar.
–¿Por qué te mudaste a España?
– Me fui en 2020 porque me casé y mi marido trabaja allá . Nos conocimos en 2017, vivíamos a distancia y decidimos probar vivir del mismo lado del océano. Fue por eso y no porque tuviera un especial interés en emigrar. Estoy yendo y viniendo, paso cuatro meses allá, cinco acá, así, rotando . Hasta ahora viene así. Extraño muchísimo estar acá. El teatro, el cine, las calles, a mi familia y a mis amigos, a la capacidad infinita de creación. Veremos qué sucede. Entra en crisis un poco todo, la verdad. La idea es ver cómo hacer para que convivan temporadas de trabajo acá, más en vivo; y temporadas de creación allá, en Madrid, más en la computadora.
–¿Cómo ves, desde España, la situación del país?
–A los 20, viví en Inglaterra con mi hermana, una gran experiencia a esa edad que tuve ganas de repetir. En 2018, volví para estudiar a Londres pero me di cuenta de que ya era una cuenta saldada en mi vida. La Argentina es un país increíble, con sus pro y sus contras, y lamentablemente hay una dirigencia política que, es evidente, no sabe cómo encauzar las cosas. A eso hay que sumarle la corrupción y todo lo que sabemos todos. Pero como país está lleno de posibilidades, de talento, de ganas, de empuje. Es mi lugar en el mundo, donde puedo soñar algo y concretarlo. Como artista, sé que mi vida es trabajar y no sé cuando sea mayor qué va a pasar, cuando el cuerpo no me aguante más. Estudiar a Alfonsina me ha hecho reflexionar mucho sobre el tema, sobre la fuerza de trabajo, sobre la creación como una necesidad vital, como algo que no se puede eludir, como un mandato que viene quién sabe de donde pero que es una herramienta de supervivencia.
–¿Qué pasó con el cantante? ¿Fue devorado por el director o le fue mejor a uno que al otro?
–Creo que el cantante, pobrecito, no termina de prosperar si no es con una dramaturgia detrás. En Madrid, curiosamente, lo que más me surgen son ofrecimientos de trabajo para cantar, pero haciendo cosas que no tengo ganas de hacer: ir a cantar a hoteles súper chic en playas exóticas. Me da un poco de claustrofobia pensarme encerrado cantando las mismas canciones todos los días. Tengo muchas ganas de escribir canciones nuevas y compartirlas. Pero sí, el creador escénico se comió un poco a todos los demás, al actor bastante también. ¡Veremos cómo van apareciendo!
Literatura y cine
Eye y yo, además de una obra de teatro, será una novela. La historia de Esther Cajg (Eye), sobreviviente a siete campos de exterminio nazi y abuela de Julieta Cayetina, se convirtió en espectáculo en 2018 y 2019, con Laura Oliva y Francisco Prim, en el Cultural San Martín y en El Camarín de las Musas. Muy movilizados por las repercusiones, en febrero de 2020, Dennis y Julieta firmaron contrato con editorial Planeta para escribir la novela. “Es una mirada mucho más en detalle y profundidad sobre tres líneas: primero y principal, escuchar en primera persona la historia de Eye, según lo que contó en una entrevista para la fundación de Steven Spielberg en 1996. Una segunda línea cuenta cómo se construyó el vínculo entre Julieta y su abuela, desde que Eye volvió a vivir a la Argentina hasta que murió. Por último, una línea que arranca el día después del entierro de Eye, cuando Julieta decidió tatuarse el número que le pusieron en Auschwitz y descubrió que nadie lo sabía, lo cuál la empuja a una investigación que la ayudará a hacer su primer gran duelo”, dice Smith acerca de lo que augura será “una novela hermosa”.
Por otro lado, si bien ya había filmado dos películas que define de “guerrilla”, o sea, totalmente independientes y sin estreno comercial (Roud muvi y El ayuno), está por terminar la post-producción de Virgen rosa, su primer largometraje “oficial”, vía INCAA, producida por Mauro Guevara y Victoria Aizenstat de Aleph Cine. Los protagonistas son Juana Viale, Agustín Sullivan y Carolina Kopelioff, tres hermanos enfrentados que intentan peregrinar a Luján para pedirle a la Virgen por la salud del padre enfermo.
“ Me atrevo a decir que la actuación de Juana es extraordinaria. No sólo es una trabajadora incansable sino que es divertida, amorosa, gran compañera. Habíamos compartido un rodaje hace unos años para Edha, una serie de Netflix, y ya entonces había detectado su don de gente, es una persona con una luz impresionante. Hay una anécdota del rodaje que para mí la pinta de cuerpo entero: estábamos filmando una escena en la que se pelea fuertemente con su hermana menor (Kopelioff) y la empieza a perseguir, corriendo, en medio de un ataque de furia. Se tropieza y se pega un golpe en las rodillas tremendo, pero tan tremendo, que yo grité en monitor, arruinando la toma. Ahí ella gritó: ‘¡no cortemos, sigamos!’. Al día siguiente nos mandó fotos y estaba toda amoratada, pobre. En síntesis: es una trabajadora incansable”, cuenta el guionista y director, fascinado por el mundo del cine.
Obras que sueñan películas, ahora escribe con Teresa Donato y Carla Scattarelli, la versión para film de Los abrazos huecos; y con Constanza Boquet, la de Gloria, pieza sobre la eutanasia que funcionó bien en Madrid, actuada por Delfina Braun y Virginia Smith, la hermana de Dennis, y que seguramente se reponga a su regreso a España.
–Hoy, después de tantos años de actividad, ¿qué te emociona y entusiasma en el arte?
–El año pasado se cumplieron 30 años desde que empecé a trabajar en Festilindo. Fue muy loco caer en la cuenta de ese número. Tuve mis momentos de mayor explosión y muchos momentos de los otros, de los que te preguntás hacia dónde vas. Pero siempre surgía un deseo nuevo que me motorizaba hacia adelante. Ahora, miro para atrás y es fuerte porque siento que con todo, contra viento y marea, tuve una vida espectacular y agradezco que me haya tocado un camino tan insólito, tan inexplicable. Cada etapa fue como llegar a un punto de cierre sin presionarla. Ahora creo que estoy un poco en etapa de cierre, de una forma de crear, de una forma de ver la vida. Hice prácticamente todo lo que quise, y lo que no salió, no salió, estoy bastante tranquilo porque lo intenté hasta las últimas consecuencias, todo. Me está pasando que no sé bien qué quiero contar ni qué quiero hacer. Y cuando el arte empieza a convertirse en oficio es un peligro. No me divierte saber que puedo resolver, quiero tener miedo de no poder resolver y meterme en ese problema.
PARA AGENDAR
Las algas, de Dennis Smith. Sábados, a las 20. En El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960. $ 2000.