Elizabeth Olsen apuesta por un crimen real contado en otra serie y la táctica funciona

Elizabeth Olsen en 'Amor y muerte' (Love and death), cortesía de HBO Max
Elizabeth Olsen en 'Amor y muerte' (Love and death), cortesía de HBO Max

Elizabeth Olsen se toma una pausa de sus compromisos con Marvel para pasarse a la moda del ‘true crime’. Lo hace con Amor y muerte, una miniserie de HBO Max basada en el asesinato de Betty Gore (Lily Rabe), una ama de casas que en junio de 1980 murió en manos de Candy Montgomery (en la piel de Olsen), su amiga, compañera de iglesia y amante secreta de su marido al recibir 41 hachazos. ¿Les suena la historia? Eso es porque ya la vimos en otra serie hace menos de un año. Les hablo de Candy: Asesinato en Texas con Jessical Biel en el mismo papel que ahora interpreta Elizabeth Olsen y que está disponible en Star+ desde mayo de 2022.

Sin embargo, después de haber visto la nueva miniserie de HBO Max siento la obligación de animarlos a darle una oportunidad. A decirles que no piensen en descartarla porque crean que van a ver la misma historia o una versión floja de lo mismo. Opino que estamos ante un caso de competencia del streaming que, en realidad, es todo lo contrario: ambas series se complementan y sin planificarlo.

He leído varias críticas que aplauden el efectismo de Amor y muerte pero lamentan al pérdida de originalidad al tratarse de una historia ya contada. Pero después de haber visto Candy el año pasado y conocer la historia real a fondo a través de mi fascinación por los podcasts de true crime, creo que aquellos espectadores que disfrutan de las series basadas en casos reales, tienen un festín interesante cuando se dejan envolver por las dos series. Porque si bien cuentan el mismo caso, son muy diferentes.

La carta más efectiva de Amor y muerte es Elizabeth Olsen. La actriz aporta un aura enigmática y caprichosa en torno a la imagen de Candy, una ama de casas aburrida que decide comenzar un affaire con Allan (Jesse Plemmons) para añadir un poco de picante a su monótona vida. Entre ellos no existe pasión o una química explosiva, sino más bien una amistad que les ayuda a escapar, donde hablan, se confiesan y aumentan su autoestima. No piensan en romper sus matrimonios ni llevar sus sentimientos a un plano superior. Sin embargo, cuando Betty da a luz a su segunda hija (está embarazada durante el romance clandestino), Allan decide romper con Candy para centrarse en su familia.

La historia real es conocida. Pasaron varios meses desde la ruptura hasta el asesinato. Cada uno estaba centrado en sus vidas y no parecía haber ningún tipo de interés por retomar el romance, pero la violencia perpetrada en el asesinato y la compostura de Candy a continuación manteniendo en secreto su culpabilidad (hasta se dio una ducha en la misma casa tras cometer el crimen), despierta un debate que sigue vigente 43 años después. Sobre todo porque Candy logró salir airosa cuando el jurado la encontró no culpable, creyendo en su testimonio de haber actuado en defensa propia. Y justamente ese debate es lo que alimentan las propuestas paralelas de tener dos series sobre la misma historia.

Tanto Candy como Amor y muerte cuentan su argumento desde la perspectiva de Candy Montgomery. No la glorifican pero retratan su perfil desde ángulos completamente diferentes. Jessica Biel interpretó a una versión de Candy más oscura, siniestra incluso, con tendencias calculadoras y manipuladoras, mientras Betty queda plasmada -en la piel de una magnifica Melanie Lynskey- como una mujer ingenua, subestimada por su círculo, que no mataría ni una mosca.

En cambio, Amor y muerte ofrece una mirada empática sobre Candy retratándola como una mujer enérgica, traviesa con sus amigas, con una personalidad líder pero lo suficientemente conectada con el mundo real como para tejer los hilos a su alrededor y salirse con la suya. Elizabeth Olsen crea un perfil diferente al de Jessica Biel, con suficientes sutilezas como para desbordar intenciones paralelas que alimentan teorías, dudas y conjeturas. Por otra parte, Lily Rabe ofrece una visión diferente de la víctima, perfilando a Betty como una mujer insegura, empequeñecida en su mundo interno bajo la sombra de la depresión postparto pero con una naturaleza peleona y conflictiva.

Y, en este caso, las dos miradas funcionan al unísono porque nos permiten acumular suficiente información y desde perspectivas diferentes para sacar nuestras propias conclusiones. Porque estamos ante un caso real que cuenta con un solo testimonio. Solo tenemos la versión de Candy y lo que ella asegura que pasó en el lavadero. Hasta el momento del asesinato, las mujeres jamás se habían enfrentado y, según Allan, Betty no parecía sospechar nada del romance clandestino.

Es cierto que puede resultar problemático que Amor y muerte genere cierto nivel de compasión por Candy, dado que la miniserie se centra en retratar su versión y mostrar una faceta conflictiva sobre Betty. Sin embargo, las comparaciones con Candy, otros documentales y podcasts sobre el caso, abren un panorama amplio que nos permite analizar la colisión entre dos mujeres complejas.

Jesse Plemons y Elizabeth Olsen en 'Amor y muerte' (Love and death), cortesía de HBO Max
Jesse Plemons y Elizabeth Olsen en 'Amor y muerte' (Love and death), cortesía de HBO Max

Amor y muerte llega a HBO Max con un pedigrí brillante. David E. Kelley es el showrunner tras el éxito de Big Little Lies y The Undoing, mientras Nicole Kidman sirve como productora del proyecto como si estuviera pasando el testigo a una Elizabeth Olsen que conduce y saca a relucir todas las intenciones de la serie. Y si bien cuenta con 7 episodios (Candy tuvo 5), la producción aprovecha todo su abanico de personajes para crear arcos narrativos convincentes que rellenan y aportan. No desaprovechan ningún detalle y, a cambio, nos encontramos con una serie adictiva, bien construida, mientras Elizabeth Olsen sigue derrochando su talento apelando a todos los matices en torno a un personaje más profundo de lo que puede parecer a simple vista.

A diferencia de The Staircase -también de HBO Max- que terminó siendo una versión floja e innecesaria de la magnífica serie documental de Netflix sobre el caso del novelista Michael Peterson y la misteriosa muerte de su esposa, Amor y muerte y Candy funcionan como un tándem que se complementa a pesar de la competencia. Porque nos muestran dos retratos diferentes de una misma historia a través de las interpretaciones de Jessica Biel y Elizabeth Olsen, jugando con la oscuridad y empatía, la manipulación y humanidad, desde polos opuestos para que solitos saquemos nuestras conclusiones. Y creo que al tratarse de un caso tan completo, dos series son mejor que una.

Amor y muerte aterriza en HBO Max con tres episodios a partir del 27 de abril (luego estrenarán uno por semana).

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