Elizabeth Taylor dio cátedra sobre cómo ser una diva de Hollywood con una exigencia insólita

La estrella de Hollywood creó una tradición en la industria que lleva el término "diva" a límites insospechados

Elizabeth Taylor dio un significado mayor al término
Elizabeth Taylor dio un significado mayor al término "diva" en Hollywood con una exigencia insólita. (Foto de API/GAMMA/Gamma-Rapho via Getty Images)

Hollywood todavía no existía y la palabra ‘diva’ ya circulaba por el mundo del entretenimiento desde el siglo XVI para referirse a “artistas femeninas excepcionales cuyos talentos divinos las hacían parecer de otro mundo”. Sin embargo, con la globalización del cine y la industria del entretenimiento llegó otro tipo de diva: estrellas con exigencias extremas que reflejan la irrealidad que circula en la burbuja del éxito y la fama. Sin embargo, si alguien pudo dar cátedra sobre cómo ser una diva de Hollywood con todas las letras, esa fue Elizabeth Taylor con una exigencia insólitamente divertida.

La estrella de Cleopatra cumplió diferentes roles a lo largo de su vida bajo los focos de Hollywood. Fue estrella infantil, actriz dramática, ícono de sensualidad cinematográfica, ganadora del Oscar, novia compulsiva (con siete maridos por el camino), tercera en discordia en varios matrimonios, la mejor pagada de Tinseltown, activista, de las mujeres más bellas del séptimo arte y, por supuesto, una de las divas más legendarias de Hollywood. La verdad es que su ascenso en la historia del cine está plagado de anécdotas que lo demuestran, pero ninguna alcanza los límites de lo que exigió en el rodaje de Los Picapiedra en 1994.

Aquella adaptación del popular dibujo animado de los años ’60 tuvo a Elizabeth Taylor en el papel de Pearl, la entrometida madre de Vilma (Elizabeth Perkins) y suegra de Pedro Picapiedra (John Goodman). Era un personaje pequeño con pocas escenas a lo largo de la historia pero que supuso el último largometraje de estudio de su extensa carrera. Sin embargo, que su incursión fuera casi diminuta no evitó que la actriz hiciera una de sus exigencias de diva.

Elizabeth Taylor tuvo un papel pequeño en su último largometraje de estudio con 'Los Picapiedra' en 1994. (Foto de Universal/Getty Images)
Elizabeth Taylor tuvo un papel pequeño en su último largometraje de estudio con 'Los Picapiedra' en 1994. (Foto de Universal/Getty Images)

Así lo contó Kyle MacLahlan en el podcast Dinner’s On Me revelando que su compañera exigió que le hicieran un regalo por día durante su participación. “El reparto era de locos. [El productor] Bruce [Cohen] consiguió que Elizabeth Taylor hiciera la película. Fue maravilloso”, contaba. “Tenían que darle un regalo cada día”.

El presentador del podcast, Jesse Tyler Ferguson, no daba crédito al conocer la revelación y le pidió que se explicara mejor. MacLachlan admitió más tarde que podría estar pecando de chismoso, pero continuó de todos modos. “Un regalo cada día”, afirmó. “Y tenía que tener, en su camerino, todo verde. Tenía que tener vegetación a su alrededor”.

¿Qué tipo de regalos esperaba la gran diva de Hollywood?, es la pregunta que enseguida nos viene a la mente. “Joyas”, explicó el actor de Twin Peaks añadiendo que una de las piezas que le regalaron habría sido de segunda mano. “Bruce [el productor] probablemente me pidió que no se lo cuente a nadie. Pero ya es demasiado tarde”, bromeaba.

La complacencia de Hollywood: la culpable de todo

Por un lado, podríamos suponer que Elizabeth Taylor estaba en todo su derecho de exigir lo que quisiera, pero otra cosa es que Hollywood complaciera sus caprichos. Sin embargo, en el caso de las divas de la industria, parece que a muchos les resulta difícil decir que no, complaciendo e inflando los egos de estrella hasta llegar a un punto en el que no hay vuelta atrás.

Elizabeth Taylor creó la curiosa tradición de exigir regalos en las películas donde trabajaba. (Foto de Silver Screen Collection/Getty Images)
Elizabeth Taylor creó la curiosa tradición de exigir regalos en las películas donde trabajaba. (Foto de Silver Screen Collection/Getty Images)

Por ejemplo, se dice que Mariah Carey pidió a un hotel de Londres que la recibieran con alfombra roja y velas blancas en 2005, aunque eran las 2:30 de la madrugada. Que Jennifer Lopez pidió que la acompañara un séquito de 75 personas para hacer una aparición en un episodio de Will & Grace, incluyendo un asistente especializado en cejas y cuidador para su abrigo, y que Diana Ross una vez pidió que pintaran su habitación de hotel con el color de sus ojos (Independent). Sin embargo, todo esto suena diminuto cuando lo comparamos con las anécdotas que rodean a la figura de Elizabeth Taylor.

Por ejemplo, se rumorea que cuando se hospedó en el Hotel Dorchester de Londres en el año 2000 demandó que pintaran su habitación de color lila y que solía necesitar la ayuda de varios empleados para cargar las 20 valijas con las que viajaba (Independent). A su vez, cuando la invitaron al Palacio de Buckingham para ser nombrada Dama del Imperio Británico, sus guardaespaldas habrían solicitado al equipo de seguridad que revisaran el edificio. Cuando rechazaron la petición se dice que Taylor contestó, “¿Pero saben quién soy?” Incluso abandonó una cena con la princesa Margarita junto a su marido Richard Burton, y antes de que llegara la invitada real, porque los habían sentado cerca de la cocina (Express).

Curiosamente, al conocer la anécdota revelada por Kyle MacLahlan encontré declaraciones del mencionado productor de Los Picapiedra donde entraba en todo lujo de detalles. Lo explicó un artículo de The Hollywood Reporter que homenajeaba a Elizabeth Taylor pocos días después de su muerte en marzo de 2011, contando que la propia producción quiso celebrar su llegada al set pintando las escaleras a su camerino de lavanda “porque era su color favorito”. Y que fue la propia Elizabeth quien le pidió los dichosos regalos, contándole que era una tradición en la industria recibirla con obsequios en cada nueva producción.

Elizabeth Taylor llegó a poseer una colección de joyas valorada en más de cien millones de dólares. (Foto de Kevin Mazur/WireImage)
Elizabeth Taylor llegó a poseer una colección de joyas valorada en más de cien millones de dólares. (Foto de Kevin Mazur/WireImage)

“Cariño, sabes que me gustan los regalos el primer día de fotografía”, le dijo Taylor a Cohen. “Me gusta Cartier”, confesó yendo directa al grano y sin anestesia haciendo alusión a su conocida pasión por las joyas. Una pasión que la llevó a poseer una colección envidiable adquirida entre regalos de sus maridos, sus propias compras y, como sabemos ahora, de las producciones donde trabajó. Su colección fue tan destacada que la casa de subastas Christie’s subastó 80 piezas en diciembre de 2011, adquiriendo una venta total de $115,932,000.

El productor revelaba también que no habían tenido en cuenta la necesidad de comprar joyas cuando calcularon el presupuesto, así que fue hasta Steven Spielberg, que servía como productor ejecutivo del filme, y le pidió que le firmara un cheque personal “para poder ir de compras para Elizabeth Taylor”. Y el director de Tiburón aceptó encantado.

Cohen se gastó 15.000 dólares comprándole un reloj de Cartier con un zafiro y un bol de plata para el perro de la actriz con su nombre grabado (era un pequinés llamado Sugar). Lo divertido de la anécdota es que el regalo que más le gustó no fueron las joyas costosas, sino un reloj de $12 que un empleado “guapo, joven y musculoso” de la producción había diseñado para ella como si fuera un objeto prehistórico. “Elizabeth estaba cautivada con él”, explicó el productor. “No se centró en el reloj caro o el bol plateado para perros”, añadió, sino que el reloj de 12 dólares “fue su regalo favorito” (quizás a este obsequio se refiere Kyle MacLachlan cuando menciona un regalo de segunda mano).

En resumen, entre sus películas, talento y escándalos amorosos, Elizabeth Taylor logró calar hondo en la cultura popular coronándose como una estrella que podía exigir el salario más alto jamás pagado a una actriz en los ’60 (un millón de dólares), regalos costosos o lo que quisiera. Al final, el poder de la fama consigue crear una burbuja de adoración absoluta que deriva en la exigencia de tratamiento diferencial, exclusivo y privilegiado. Y mientras otras divas modernas exigen comodidades de estrella, Elizabeth se llevó la palma exigiendo regalos hasta convertirlo en una tradición obligada para la industria.

Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR | EN VIDEO

De la luna de miel de JFK a la tercera boda de Elizabeth Taylor: la historia de Acapulco y su jetset

Elizabeth Taylor, Debbie Reynolds y la traición que se convirtió en lección de amistad

La otra realidad de Hollywood que se cuece lejos de las estrellas de cine

El infierno que vivía la estrella de 'Lo que el viento se llevó' mientras Hollywood la tachaba de "difícil"