Emilia Clarke huyó de ser una diva en Hollywood tras el momento más difícil de su vida

La actriz de 'Juego de Tronos' arrasaba en todo el mundo cuando su realidad personal era muy distinta

Emilia Clarke vivió el ascenso en Hollywood al mismo tiempo que aprendía la fragilidad de la vida. (Foto de Arnold Jerocki/Getty Images)
Emilia Clarke vivió el ascenso en Hollywood al mismo tiempo que aprendía la fragilidad de la vida. (Foto de Arnold Jerocki/Getty Images)

Emilia Clarke tenía todas las papeletas para coronarse como una de las nuevas divas de Hollywood. En 2011, cuando Juego de Tronos la colocó en el mapa de las estrellas, pasó de ser una actriz anónima y casi sin experiencia, a ser la nueva sensación de Tinseltown. Tenía 25 años y la primera temporada había cautivado a millones de espectadores, convirtiéndola en la reina predilecta del universo de las series épicas. La fama, la riqueza y el reconocimiento abrieron un camino nuevo en su vida que fácilmente podría haber transitado con aires de diva. Pero no fue así y Emilia Clarke mantuvo los pies en la tierra tras la lección que aprendió en el momento más difícil de su vida.

No creo que vayamos a olvidar pronto a Daenerys Targaryen, la madre de dragones, la rompedora de cadenas, la señora de los Siete Reinos y un largo etcétera. Aunque la serie original haya terminado en 2019, su legado se mantiene firme entre todos los que vivimos el fenómeno de Juego de Tronos como uno de los personajes más ambiciosamente atrapantes, hipnotizantes y apasionantes del universo de las series. Ni Emilia Clarke tampoco.

Después de todo, fue el papel que cambió su vida para siempre, no solo con el reconocimiento del público y la industria, sino también siendo nominada a cuatro premios Emmy, convirtiéndose en uno de los actores mejor pagados de la televisión (unos $2.4 millones por episodio en las últimas dos temporadas), votada como una de las mujeres más sexis por las revistas Esquire y FHM, mientras las ofertas hollywoodenses la llevaron a protagonizar súper producciones de Terminator, Star Wars y Marvel. Y todo esto en cuestión de pocos años cuando no olvidemos que, antes de entrar al universo creado por George R.R. Martin, apenas había interpretado un puñado de personajes con poca trascendencia. Literalmente, antes de abril de 2011, el público no sabía quién era.

Tantos aplausos, elogios, fama y éxito podrían habérsele subido a la cabeza. Ella misma lo reconoce ahora, a doce años del estreno de la serie. Sin embargo, lo que vivió dos meses antes de que se estrenara el primer episodio de Juego de Tronos creó un panorama diferente para Emilia. Un panorama que la llevó a vivir su ascenso profesional con humildad y los pies a la tierra: el aneurisma que la hizo colapsar en un gimnasio en 2011, justo cuando había terminado las grabaciones de la primera temporada y esperaba con ilusión el estreno de la serie.

“No tenía miedo de morir. ¡Tenía miedo de que me despidieran!”, recuerda ahora en una entrevista para Harper’s Bazaar. “Decidí: ‘Esto no es algo que me vaya a definir'. Nunca cedí ante ningún sentimiento de '¿Por qué a mí? Esto apesta'. Pensé: ‘tengo que volver’”.

“Si soy brutalmente honesta, todo esto me hizo sentir muy avergonzada. Como si estuviera rota. Como si los productores debieran pensar que soy una persona poco confiable a la que habían contratado.”

La cirugía fue un éxito pero, al despertar, no podía hablar claramente. No recordaba siquiera su nombre a consecuencia del trauma que había sufrido su cerebro. Como contó en su ensayo publicado en The New Yorker en 2019, cuando despertó, vivió el miedo más grande su vida. Pensó que la vida no iba a merecer la pena vivirla si, como actriz, no iba a poder comunicarse o recordar sus diálogos.

Afortunadamente pudo seguir adelante. Se recuperó y, a pesar del agotamiento que sentía, la debilidad física y mental que le había quedado como secuela, volvió para las grabaciones de la segunda temporada y la gira promocional tomando morfina entre entrevistas. “El dolor estaba ahí y la fatiga era el peor cansancio que jamás había experimentado multiplicado por un millón”, escribía en The New Yorker. Grabó la segunda temporada pensando que iba a morir “cada minuto de cada día”. En sus palabras, fue su peor temporada.

Emilia Clarke y Kit Harington promocionando 'Juego de Tronos' en un panel de Comic-Con 2011 en julio de 2011, cinco meses después de que la actriz se sometiera a su primera cirugía por un aneurisma (Foto de Frazer Harrison/Getty Images)
Emilia Clarke y Kit Harington promocionando 'Juego de Tronos' en un panel de Comic-Con 2011 en julio de 2011, cinco meses después de que la actriz se sometiera a su primera cirugía por un aneurisma (Foto de Frazer Harrison/Getty Images)

En 2013, cuando estaba protagonizando la versión teatral de Diamantes para el desayuno -uno de sus errores profesionales al creerse preparada para Broadway cuando no lo estaba- tuvo que someterse a una segunda cirugía para remover un segundo aneurisma que había crecido de tamaño. Según reveló ella misma, el dolor que sintió al despertar fue terrible. La operación había fallado y estaba sangrando internamente. Sus opciones de supervivencia eran mínimas si no operaban de nuevo, esta vez, a través del cráneo. Pasó un mes en el hospital con ansiedad y ataques de pánico. Se sintió sin esperanzas. Que el mundo iba a descubrir su estado de salud. Que no iba a salir con vida. Pero lo consiguió y poco después se lanzó a la promoción de la tercera temporada de Juego de Tronos.

El mundo no sabía lo que estaba viviendo en su interior mientras los focos de Hollywood iluminaban su camino hacia la cima del negocio. Y así, en esta dicotomía entre el éxito profesional y el reconocimiento de la fragilidad que convive en la existencia humana, Emilia Clarke hizo su camino de estrella con humildad y sencillez, lejos de cualquier indicio de diva.

“Si no hubiera tenido una hemorragia cerebral, podría haberme convertido en una vieja imbécil, pensando que era la mejor de todas, viviendo en Hollywood. Soy mucho más consciente de lo que está sucediendo, en el momento en que sucede”, reconoce a Harper’s Bazaar tras todo lo vivido y a sus 37 años.

“No me preocupo por el fracaso: ¡prospero con el fracaso! Si algo sale mal, siempre pienso que puedes arreglarlo. Duele, da miedo, pero puedes hacer cualquier cosa”.

Emilia Clarke firmaba autógrafos y triunfaba con 'Juego de Tronos', como en esta foto de Comic-Con International de 2012, mientras vivía una realidad plaga de temor y ansías de supervivencia. (Foto de FilmMagic/FilmMagic)
Emilia Clarke firmaba autógrafos y triunfaba con 'Juego de Tronos', como en esta foto de Comic-Con International de 2012, mientras vivía una realidad plaga de temor y ansías de supervivencia. (Foto de FilmMagic/FilmMagic)

Tras su experiencia canaliza sus esfuerzos vitales entre su trabajo como actriz pero, también, en su vida con su perro, sus amigos, familia y ayudando a jóvenes que viven su misma situación. Fundó SameYou, una organización que se centra en la rehabilitación de supervivientes de lesiones cerebrales y es embajadora de la Escuela Real de Enfermería de Inglaterra.

Y esa humildad ante el lugar que le tocó vivir como estrella lo percibe el mundo. Desde su costumbre a publicar imágenes en Instagram sin maquillaje -a veces ni peinada- cuando es embajadora de marcas de estética como Clinique, a la facilidad que transmite cada vez que la prensa habla con ella.

Yo misma tuve el placer de entrevistarla en varias ocasiones y su sencillez, buen humor y cercanía siempre me cautivaron. El que te recibiera con una sonrisa cuando entrabas en la habitación para hablar con ella, la forma en que consigue centrarse en la persona que tiene delante y dedicarte sus mejores respuestas en los cinco minutos que tienes disponible, no es algo que hacen muchas estrellas. Es cierto que soy fan de Juego de Tronos y puede que exista un poco de imparcialidad por mi parte, pero después de entrevistar prácticamente a todo Hollywood durante años, puedo decir que Emilia Clarke transmite el mismo candor en persona que en redes sociales y a través de una cámara.

Y ahora sabemos que se debe a algo más que una cuestión de personalidad. Que su terrible vivencia personal la llevó a experimentar el ascenso hacia la fama con la humildad que despierta una experiencia cercana a la muerte. Cuando sobrevivir el dolor, el miedo y la desesperanza se convierten en una realidad mucho más importante que los premios o aplausos. Y ella lo descubrió todo al mismo tiempo.

Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.

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