Fabián Vena: la pregunta que nunca se había hecho, la cuenta que siente pendiente y el secreto de su amor con Paula Morales, luego de 10 años de relación

Fabián Vena: la pregunta filosófica que nunca se había hecho, la cuenta que tiene pendiente y el secreto de su amor con Paula Morales, luego de 10 años de relación
Fabián Vena: la pregunta filosófica que nunca se había hecho, la cuenta que tiene pendiente y el secreto de su amor con Paula Morales, luego de 10 años de relación - Créditos: @NOELIA MARCIA GUEVARA/AFV

Dice Fabián Vena que nunca antes se había hecho la pregunta filosófica universal que alguna vez nos hicimos todos: “¿Quién soy yo?”. Pero desde que leyó el texto del unipersonal que estrena, se la hace cada noche. Todavía no tiene la respuesta porque piensa que no hay necesidad de esa ansiedad de la réplica inmediata.

El actor estrena Quién soy yo el miércoles 8 de noviembre en el Teatro Picadilly y tendrá otra función el 22, con la idea de quedarse todo el verano. En diálogo con LA NACION, Vena bucea en sus recuerdos de la escuela secundaria para rescatar a su profesor de filosofía y, de alguna manera, rendirle homenaje. Cuenta por qué añora las ficciones que protagonizó en los últimos treinta años, como Resistiré, Verdad/Consecuencia, Mosca y Smith, Socorro 5°año, y se asume como una especie de Zelig, el personaje que Woody Allen interpreta en esa película y que tiene la rara habilidad de adaptarse a todo. También habla de su pareja desde hace diez años con la actriz Paula Morales y de cómo lograron ensamblar la familia con ‘los tuyos, los míos y los nuestros’.

-¡Qué título más sugestivo el del unipersonal!

-Hay un juego marketinero muy interesante en esta comedia filosófica, un género que inventamos (risas). Es un concierto teatral para un solo actor, porque hay música durante casi toda la obra, y está estructurado como si fueran ocho bolillas de estudio, que no son ni más ni menos que ocho sketches en formato de unipersonal. Es una joyita que me gustaría llevar por todo el país, porque con dos valijas nos vamos a cualquier parte. Es un material riesgoso, necesitamos probarlo y lo hicimos, por eso puedo hablar con tanta alegría y seguridad. Podríamos pensar que son ideas de trasnochados que hay que llevar a la realidad y hacerlas. Y cuando ves que funciona más de lo que pensabas, la satisfacción es enorme porque en definitiva es la magia de que aparezca una idea, y que revolucione a la persona. Mostramos la obra a fines de agosto, en el peor momento del año y del país. Pero no quisimos guardarlo porque nos aferramos a la filosofía del profesor, que dice que siempre hay que seguir.

-No es tu primer unipersonal...

-No. Hay que cuidar mucho los unipersonales, ya tuve experiencia con Conferencias, obra con la que giré durante más de cinco años y me llevó por todas partes del mundo. Decidimos apostar y mostrarla en plazas teatretras que marcan el termómetro; hicimos Córdoba, Rosario, Santa Fe, municipios del conurbano bonaerense, vamos a ir a Montevideo y hacemos dos funciones en Buenos Aires, el 8 y el 22 de noviembre, a modo de show porque tiene ese espíritu, está plagado de música y tiene la esencia de conceptualizar una clase de filosofía en teatro, a través de humor, orden estructura de convención. La idea es seguir todo el verano, en el Picadilly. Se trata sobre un profesor echado de la facultad, que da clases clandestinas de filosofía desde hace décadas, y con mucho éxito. El libro de Daniel Cúparo y Carlos la Cada, sobre una idea del querido Hugo Arana, que debe haber tenido un filósofo clandestino en su vida, y además yo lo considero un filósofo. Una bellísima persona a quien conocí desde muy chico y siempre estaba acompañándote para que termines de pensar, y no aconsejándote.

-Los seres humanos nos hacemos preguntas filosóficas que muchas veces no sabemos ni podemos responder. ¿Vos sabés quién sos?

-Ni siquiera llegamos a la pregunta, a veces. Aunque hay gente que sí. Yo jamás me lo había preguntado hasta que leí esta obra y ahora lo hago todas las noches. Y ahí está el asunto entre dos actividades tan formidables y eternas como son el teatro y la filosofía, porque importa la pregunta sin la ansiedad por encontrar la respuesta; quizá ahí aparezca nuestro verdadero ser. La pregunta es lo importante y el buen teatro hace preguntas; las respuestas están implícitas. Si sos consciente de lo que preguntas, la respuesta aparece.

Cuenta pendiente

"El teatro es terapéutico, y ya rozarlo te hace bien. Me profesionalicé lamentando no hacer una carrera universitaria, porque siempre me gustó estudiar", dice el actor - Créditos: @NOELIA MARCIA GUEVARA/AFV
"El teatro es terapéutico, y ya rozarlo te hace bien. Me profesionalicé lamentando no hacer una carrera universitaria, porque siempre me gustó estudiar", dice el actor - Créditos: @NOELIA MARCIA GUEVARA/AFV

-Tenés perfil de actor filosófico, ¿lo sos?

-Me considero un actor filosófico y los que me conocen hace 40 años saben que esta obra está hecha a mi medida. Primero me ofrecieron dirigirla, con otro actor que no pudo hacerla. Y entonces decidí interpretarla yo. Es muy difícil actuar y dirigirte porque sufrís mucho solo, pero no tenés problema de agenda y siempre terminás arreglando con el elenco (risas). Y tengo un equipazo de 15 personas alrededor.

-¿Se disfruta más el unipersonal o es mejor trabajar con un elenco?

-La experiencia teatral es maravillosa en todos los géneros. Es un fuego eterno. Disfruto todo dos, y no encuentro ninguna división. Cada uno tiene sus características, que forman parte de las leyes de ese formato. Lo importante es que te traspase el material. Y con Quién soy yo me sucede eso, porque te emocionas, te reís, te parte la cabeza. Me estoy dando unos gustos fenomenales.

-¿Cómo te iba en filosofía en la escuela secundaria?

-¡Bien! Estoy tratando de llegar al look de mi profesor de filosofía, que tenía estilo de caudillo federal, y juntaba las patillas con el bigote. Impecable, con un corte de podadora. Fue muy lindo cómo nos hizo entender la filosofía. Y amo a nuestro rocker filósofo Szeta, como le digo yo a Darío Sztajnszrajber, porque hace que empaticemos con algo fundamental como las preguntas que nos hacemos los seres humanos y tan difícil de aprender. Cuando me he querido acercar a la filosofía de manera autodidacta y compré libros y enciclopedias, llegué apenas a la segunda página y fui eyectado (risas). Estoy seguro de que cada uno que esté en la platea, en algún momento se va a acordar de su profesor, ese que nos hizo ver la vida con otro prisma.

Vena, frente al espejo
Vena, frente al espejo - Créditos: @NOELIA MARCIA GUEVARA/AFV

-¿Te llevaste filosofía alguna vez?

-¡No! Fui de los mejores promedios. Me encanta estudiar. Hice el secundario en el Nacional 18, en Mataderos, donde nací. Después, cuando empecé a trabajar, me mudé más al centro y viví en Palermo, en un edificio con ascensor y me sentía en Nueva York (risas).

-¿Ya en la secundaria querías ser actor?

-Sí, incluso tomé la decisión de profesionalizarme. Yo era un poco como el protagonista de Zelig y me llevaba muy bien con los tragas que se sentaban adelante, con quienes íbamos a conciertos, a ver a Les Luthiers y hacíamos los sketchs; por otra parte, me sentaba con todos los atorrantes de atrás de la clase, con los que iba a boliches; y en el medio estaban las chicas, fundamentales ellas, sino nada tendría sentido. Entonces yo pivoteaba perfectamente en todas las zonas. Ya desde los 13 años hacía teatro vocacional en mi barrio y salía de las clases de teatro con una felicidad enorme, porque entré desde el juego y lo sanador del arte. El teatro es terapéutico, y ya rozarlo te hace bien. Me profesionalicé lamentando no hacer una carrera universitaria, porque siempre me gustó estudiar. Y puse esa energía en la actuación. Si algo me quedó pendiente es terminar la Licenciatura en Artes Combinadas , y si tengo dos añitos termino las materias que me faltan. Y lo haría con mucho placer. Pasaron casi 40 años, tengo familia, hijos y una escuela de formación para actores, el Estudio integral Fabián Vena.

Cambio de paradigma

-Tuviste la suerte de vivir la última época de oro de la televisión con novelas y unitarios en cada uno de los canales de aire... ¿Cómo vivís el cambio en la industria audiovisual?

-Yo creo que todavía no entendemos ese cambio, pero hace años nos dimos cuenta que la televisión ya no era un espacio creativo para el trabajo del actor. Hacía más de una década que los productores decían que los unitarios no rendían, que las tiras tampoco, que convenía otra cosa. Y se fueron achicando las intenciones de apostar. Pero cada vez que hicimos un producto nacional, ganamos prestigio, premios y plata. Hoy no es fácil filmar, ni estrenar en cine. ¡Qué va a pasar con las salas enormes de cine si ahora las películas se ven en un teléfono! En las plataformas cambian los CEO’s todos los años porque ni ellos saben cómo es. El año pasado hice cinco series y no podría ni decir dónde se van a ver, ni en qué estado están. Pero hice personajes hermosos, como por ejemplo el de una señora muy paqueta de 80 años.

"Me siento bendecido con mi vida, y por eso me exijo con lo que me apasiona", asegura sobre su amor por la actuación - Créditos: @NOELIA MARCIA GUEVARA/AFV
"Me siento bendecido con mi vida, y por eso me exijo con lo que me apasiona", asegura sobre su amor por la actuación - Créditos: @NOELIA MARCIA GUEVARA/AFV

-Estuviste en Resistiré, Verdad/Consecuencia, Mosca y Smith, La banda del Golden Rocket, Socorro 5° año... ¿Qué recuerdos tenés de esos programas?

-Me mueve lo que tengo ganas de contar y entonces aparece ese material que hago con toda mi alma. Cada uno de esos personajes apareció en el momento justo y los disfruté a todos. Fueron programas generacionales que marcaron crecimientos. Son grandes productos artísticos de los que me siento orgulloso y ya soy espectador. Esas ficciones me representan y por eso no puedo categorizarlas. A veces veo algunas escenas y me vuelvo loco. Todos tienen un lugar en mi corazón.

-¿Toda tu vida pasa por tu gran pasión?

-Mi hijo Valentino siempre me dice: “Papá, vas a hablar de otra cosa que no sea actuación” (risas). Si no tuviera un sostén amoroso como el que tengo con Paula, mis hijos, mi familia, no sé si podría hablar de todo esto. Es importante porque potencia y le da sentido a todo lo demás. Sino, todo sería triste y sin sentido. Me siento bendecido con mi vida, y por eso me exijo con lo que me apasiona. Es verdad que me cuesta cortar. Sí. Todo el tiempo retroalimento al actor, mirando a la gente que pasa por la calle y analizándolos, como una especia de agente del FBI.

Los tuyos, los míos y los nuestros

-Paula también es actriz, ¿en casa hablan todo el tiempo de teatro?

-Nos regodeamos hablando de teatro y nos hundimos hasta el fondo del océano hasta cualquier hora (risas). Paula es una apasionada también y es de esas artistas fabulosas, que busca evolucionar todos los días, y ese es el espíritu del arte. Este verano vamos a compartir sala en el Picadilly porque ella se queda con Es solo sexo.

Paula Morales y Fabián Vena
Paula Morales y Fabián Vena

-Nadie daba un centavo por la pareja y llevan 10 años juntos, ¿costó ensamblar la familia?

-Siempre hubo una claridad honesta y conceptual de las emociones, porque si no hay una base de amor y un foco claro en dónde poner la atención, nada puede funcionar. Si con Paula no tuviésemos un amor como el que tenemos, habríamos naufragado porque tenemos todo en contra. Ya de por si las familias ensambladas requieren de determinados códigos y leyes que hay que cumplir. Estuvimos muy acompañados por profesionales en un inicio. Cuando llegaron mis dos hijas a mi vida, el mundo me cambió por completo, y se me dio vuelta porque de pronto era padre con dos niñas. Enseguida buscamos un profesional que nos ayudara, para acomodar los papeles. Eso lo aprendí de chico, porque hago terapia desde los 17 años y pasé por todas las corrientes y escuelas. El profesional nos ayudó a ensamblar la familia, y una de las cosas que salieron enseguida fue la relación entre los hermanos, que se llevaron bien desde el primer día. Nuestro hijo Valentino se lleva bárbaro con mis hijas Vida y Cielo y con el hijo de Paula, Benicio. Paula y yo tenemos tenencia compartida de nuestros hijos y están la mitad del tiempo en casa.

-Después de diez años, ¿hay fantasmas de caer en la rutina?

-No creo tampoco que estemos exentos de las generales de la ley en cualquier pareja con hijos y diez años juntos (risas). A veces hay posibilidades de pensar en mecanismos que se incorporan sin querer, en cómo le quitas el foco y vas armando tu propia receta. Todo tiene que ver también con el viaje individual de cada uno, y nosotros acompañamos cada uno de esos giros. La base es el amor, porque sin amor, no hay nada. Y ya no se habla de amor sino de ‘cómo te fue hoy’. Y está esa especie de apego mal entendido. Porque apego es sentirse unido a otra persona que es la más importante de tu vida. Y para saberlo, pensá en a quién le contarías algo hermoso que sucede. Con esa persona estás hasta las manos.

Para agendar: Quién soy yo se presentará los miércoles 8 y 22 de noviembre en el Teatro Picadilly (Avenida Corrientes 1524, CABA).