El final de ‘El origen’ no necesitaba que nos estrujáramos tanto el cerebro intentando entenderlo

ATENCIÓN: Este artículo contiene spoilers del final de El origen

LOS ÁNGELES, CA - 13 DE JULIO: El actor Leonardo DiCaprio llega al estreno de Warner Bros.
LOS ÁNGELES, CA - 13 DE JULIO: El actor Leonardo DiCaprio llega al estreno de Warner Bros. "El origen (Inception)" en el Grauman's Chinese Theatre el 13 de julio de 2010 en Los Ángeles, California. (Foto de Kevin Winter/Getty Images)

No hay nada más especial para los amantes del cine que encontrar una película que genera conversación. De esas que no puedes dejar de comentar, diseccionar y debatir cuando sales del cine. El origen fue una de ellas a través de un final que provocó debates eternos entre cinéfilos del mundo que todavía, 13 años después, siguen cuestionando su significado. ¿Estaba Cobb (Leonardo DiCaprio) soñando o despierto? ¿Dejaba la peonza de girar (realidad) o seguía por toda la eternidad (sueño)? Las teorías son interminables, conviviendo en la mente del mundo y las redes sociales a partes iguales. Sin embargo, aunque el público se quedó enganchado al debate queriendo descifrar el desenlace durante todo este tiempo, la realidad es que su significado no necesitaba que nos estrujáramos tanto el cerebro.

El final de El origen es uno de los más excitantes de la historia moderna del cine, pero también de los más confusos y ambiguos. Porque en esta historia se nos presenta una aventura de espionaje inusual, que transcurre entre la realidad y el mundo de los sueños. Su protagonista, un experto en la materia que convive con una peonza en el bolsillo para descifrar cuándo está soñando y cuándo no (si la peonza se cae, entonces está en el mundo real), también es un hombre atormentado por la tragedia, que se manifiesta a través de visiones de su esposa fallecida, Mal (Marion Cotillard).

El mayor deseo del protagonista es poder volver con sus hijos y así, después de ser testigos de un thriller plagado de sorpresas, giros inesperados y un laberinto de edificios que fuerzan las leyes de la física, llegamos a un desenlace que reencuentra a Cobb con sus hijos. Coloca la peonza y la hace girar: ¿logró volver con ellos en la vida real o sigue soñando? La peonza gira y la película termina.

El impacto de ese final fue tan potente que no solo quedó reflejado en los $836 millones recaudados, sino también en el debate que perdura en la memoria del público y en sitios como Reddit, Twitter, Tumblr, etc. donde cada usuario vuelca su teoría. Incluso Michael Caine entró en el debate explicando que el director le había dicho que “si estoy en una escena, es realidad. Si no lo estoy, es un sueño”, indicando que como aparecía en el desenlace, entonces Cobb estaba despierto (Fuente: Independent).

Evidentemente, tampoco ayudó que Christopher Nolan nunca quisiera entrar en el tema desvelando su opinión. Le preguntaron varias veces y siempre huyó del asunto. "Me han hecho la pregunta más veces de las que nunca me han hecho ninguna otra pregunta sobre cualquier otra película que haya hecho... Lo que es divertido para mí es que la gente realmente espera que responda", dijo el director a EW en 2010. Pero su visión al respecto acaba de cambiar.

Y es que Nolan confesó finalmente el verdadero significado del desenlace.

Lo hizo durante la promoción de Oppenheimer en el podcast Happy Sad Confused, exponiendo que todos los debates se olvidaron de lo más importante: que al protagonista no le importa en qué universo se encuentra.

“Pasé por una fase en la que me preguntaban mucho eso”, dijo. “Creo que fue [la productora] Emma Thomas quien señaló la respuesta correcta, que es el personaje de Leo… La clave de la escena está en que al personaje no le importa en ese momento. No es una pregunta que responda cómodamente”.

“Hay una visión nihilista de ese final, ¿verdad? Pero también, siguió adelante y está con sus hijos”, agregó Nolan en otra entrevista concedida a Wired. “La ambigüedad no es una ambigüedad emocional. Es intelectual para la audiencia”.

Es decir, los espectadores llevamos 13 años debatiendo si Cobb pudo deshacerse de la culpa o no, intentando encontrar la paz narrativa a un desenlace ambiguo que nos permita pasar página. Pero la realidad estuvo siempre presente y era una mucho más emotiva. Y es que no importa dónde se encuentra o si la peonza sigue girando porque Cobb, finalmente, está con sus hijos. Y eso es todo lo que quería. Su viaje emocional alcanza su desenlace y la historia en consecuencia.

Teniendo esto en cuenta volví a ver el final de la película y la propia secuencia lo dejaba clarísimo. Porque cuando Cobb vuelve a casa y hace girar la peonza, su atención se desvía instantáneamente cuando ve a sus hijos. En ese momento se olvida de la peonza y corre hacia ellos, lo que haga el artefacto ya no importa.

Ahí está clave de este final que tanto años lleva haciéndonos debatir, cuestionar y discutir. Y es que nunca importó. Al final, nos dejamos llevar por el impacto visual de un plano ambiguo y nos olvidamos del maravilloso viaje emocional que había llegado a su fin.

Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.

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