La vez que México rechazó a Guillermo del Toro y casi acaba con su carrera en el cine
El director llegó a pensar que no volvería a dirigir tras la decepción
El final de los '90 fue una de las etapas más complicadas en la carrera de Guillermo del Toro. Su salto a Hollywood con Mimic, la cinta de terror de 1997 sobre una epidemia en Nueva York, le dejó sin apenas motivación por seguir en el negocio a causa de sus desacuerdos con el productor y polémico Harvey Weinstein. Este interfirió en el rodaje, criticó duramente el trabajo del mexicano y ni siquiera le dejó hacerse cargo del montaje final, lo que desmotivó a Del Toro y le creó una necesidad imperiosa de volver a rodar a su país, contar una historia que le llenara y disfrutar de total libertad artística. Pero sus planes no salieron como hubiera previsto.
Su intención pasaba por rodar El espinazo del diablo en México, su drama de terror gótico de 2001 ambientado en la Guerra Civil Española. Era un proyecto que tenía en desarrollo desde antes de debutar en la gran pantalla con Cronos en 1993 y de iniciarse en el cine con los cortometrajes Doña Lupe y Geometría en los 80. El guion lo escribió cuando aun era estudiante, plasmando en él sus obsesiones por los relatos de fantasmas y la historia política del siglo XX, siendo una de sus ideas más personales y la película perfecta para huir del trauma de Hollywood y Harvey Weinstein. Sin embargo, las autoridades cinematográficas de México lo pararon en seco.
La idea inicial era ligeramente diferente a lo que finalmente vimos en pantalla. Los planes del director pasaban por situar El espinazo del diablo en México, ambientándola en la Revolución Mexicana de la segunda década del siglo XX y no en la Guerra Civil Española. De hecho, el título de la película hacía referencia a la región del mismo nombre entre los estados de Sinaloa y Durango, donde Del Toro planeaba grabar el film. Pero la fuerte carga política de la historia, sumado al prestigio internacional que estaba alcanzando el director, echó para atrás a instituciones e inversores.
Según contó en el prólogo del libro sobre la producción de El espinazo del diablo, escrito por Matt Zoller Seitz y Simon Abrams en 2017, en México se vio el proyecto “con gran disgusto”, sobre todo por la imagen negativa que podría transmitir del país fuera de sus fronteras. Por ello, se le negó cualquier tipo de financiación o apoyo por parte de las autoridades cinematográficas oficiales, y el pesar de Del Toro cayó por los suelos hasta el punto de plantearse dejar de hacer películas. Por suerte, un prestigioso director español salió a su rescate.
“El espinazo del diablo era, originalmente, una historia de terror ambientada en la Revolución Mexicana. Las autoridades cinematográficas responsables la vieron con gran disgusto, al igual que Cronos, y el anaquel de premios nacionales e internacionales que había cosechado este último título no ayudó en nada. Se nos negó cualquier financiación o apoyo oficial”, comentaba el director en el libro a través de Entertainment Weekly.
“Unos años después del debut de Cronos en Cannes, mientras estaba al final de la gira del festival, no me sentía cerca de volver a hacer una película”, continuaba el director. ”La promesa de una carrera en el cine se estaba desvaneciendo rápidamente y el arrepentimiento, con todos sus fantasmas, se estaba instalando. Entonces Pedro Almodóvar me salvó”.
A través de su productora El deseo, el director de Todo sobre mi madre o Volver decidió producir El espinazo del diablo en España. El talento demostrado por Guillermo del Toro en sus proyectos previos motivó a Almodóvar a ayudar y poner todos los recursos necesarios para que sacara adelante el proyecto, se reconciliara con el cine y diera rienda suelta a una carrera que ya entonces apuntaba alto. Para ello, le dio toda la libertad que demandaba y ni se planteó interferir en ninguna de sus decisiones artísticas.
“Guillermo había pasado por un momento terrible en Mimic”, recordó Pedro Almodóvar en una intervención para Criterion. “Conocía a Cronos y quedé muy, muy impresionado. Era una película de terror verdaderamente original. Entonces mi hermano Agustín y yo lo contactamos y nos contó su experiencia con Miramax [la productora de Harvey Weinstein]: lo pésima que fue en términos de libertad; cómo realmente necesitaba volver a su propio idioma y, sobre todo, poder rodar con total libertad. Así que aprovechamos eso”.
De esta forma, Guillermo del Toro pudo curar sus demonios con El espinazo del diablo pese al rechazo inicial de su país. De hecho, considera el apoyo de Pedro Almodóvar como una de sus experiencias más liberadoras y como la clave de su ascenso en la industria del cine, por lo que desde entonces no ha dudado en seguir sus pasos y ayudar también a otros cineastas en ciernes. Es el caso del argentino Andy Muschietti, el director de It y Flash al que produjo la cinta de terror Mamá en 2013, o del español Juan Antonio Bayona, el responsable de Jurassic World: El reino caído, El señor de los anillos: Los anillos de poder o Lo imposible a quien lanzó al estrellato en 2007 con El orfanato.
“Necesitaba esto. Lo necesitaba mucho. Después de pasar por un rodaje de pesadilla en Mimic, sentí que el cine de Hollywood no iba a ser así. Estaba entrando en este nuevo proceso lleno de miedo y preocupación. Y entonces todo cambió”, continuaba destacando. "Me inició en una experiencia creativa alegre y cautivadora. La película curó todas mis heridas, me hizo sentir completo otra vez. Estoy más agradecido que nunca con Pedro. De hecho, desde entonces he producido y he “apadrinado” muchas primeras películas para retribuir, tratando de agradecer al universo por darme esta película”, concluía.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine 54.
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