'Heartstopper' sacude los cimientos de las series adolescentes con un mensaje que llega al alma

Joe Locke y Kit Connor en 'Heartstopper' (Teddy Cavendish/Netflix, Copyright: © 2022 Netflix, Inc.)
Joe Locke y Kit Connor en 'Heartstopper' (Teddy Cavendish/Netflix, Copyright: © 2022 Netflix, Inc.)

Me encanta que Heartstopper exista en nuestras vidas. Adorarla resulta inevitable, tanto cuando la descubrimos en 2022 a través de Netflix como ahora. Porque la exitosa serie volvió a la plataforma con una segunda temporada de ocho episodios que continúa la historia de amor entre Nick y Charlie (Kit Connor y Joe Locke). Y si bien los nuevos capítulos repiten la misma fórmula que la convirtió en éxito, con dibujos soñadores flotando sobre ellos y la inocencia romántica del primer amor, la serie se impone como un espejismo ideal en la marea de series adolescentes a través de un mensaje que llega al alma.

Hasta hace muy poco, si los adolescentes querían verse representados en pantalla, no les quedaba otra que ceñirse a lo que la industria les servía en bandeja con historias de ‘teens’ precoces, forzando la maduración sexual y siempre con presupuesto para ir a la moda. Desde Élite, Riverdale, El verano que me enamoré, Yo nunca, Sex Education o Gossip Girl, entre otras, retratan la adolescencia moderna desde la urgencia sexual, la dramatización adulta y la representación de una adolescencia apresurada.

Evidentemente, no se trata de pura ficción. Después de todo, la adolescencia moderna se vive de manera diferente a la década de los años ’30, ’70 o ’90. Ahora, los adolescentes crecen en un mundo apresurado, de aislamiento tecnológico, con la presión de las redes sociales y la inmediatez informativa moldeando el círculo diario de sus días. Y así, en consecuencia, series como Élite con adolescentes manteniendo relaciones en las duchas del colegio o con más experiencia sexual que muchos adultos, o las prisas de Devi por abrirse a la sexualidad en Yo nunca, logran adentrarse en la cultura moderna con total normalidad.

Sin embargo, en este mar de historias presionadas por representar adolescencias modernas influencias por Tik Tok, las presiones externas y la precocidad máxima, encontramos Heartstopper como antídoto de calma. Porque este drama es mucho más que la deuda pendiente de la representación ‘queer’ adolescente.

Es cierto que la historia basada en las novelas de Alice Oseman impone la normalización a través de personajes ‘queer’ que no tienen miedo de serlo, que abrazan sus condiciones viviendo cada uno a su manera por encima del bullying, la sociedad y el qué dirán. Pero todo se transmite con dosis de dulzura que, sorprendentemente, nunca empalaga.

Digamos que Heartstopper es como el cable a tierra de la representación adolescente moderna en el mundo de las series. Es la contrapartida a las orgías de Élite, las obsesiones sexuales de los estudiantes de Sex Education o el triángulo amoroso cada vez más incestuoso de El verano que me enamoré. Porque la serie deja un mensaje alto y claro, de nuevo, con su segunda temporada: y es que la ternura no da vergüenza.

Kit Connor en 'Heartstopper' (Copyright: © Netflix / See Saw)
Kit Connor en 'Heartstopper' (Copyright: © Netflix / See Saw)

Me explico. Heartstopper es una serie donde los adolescentes hacen caso a sus profesores, y no pasan de los besos y abrazos aunque estén acostados en una misma cama. Ni siquiera parece que se les cruce por la cabeza dejarse llevar por las hormonas desbocadas. Ninguno tiene Tik Tok o Snapchat, mientras los dos protagonistas no guardan secretos a sus madres. Son tan educados y atentos que cuando uno de los amigos del grupo comienza a vomitar tras beber alcohol de contrabando en un viaje escolar, lo acompañan a la sala de maestros en lugar de llevarlo a escondidas al baño (como hubiéramos hecho muchos en esa etapa). Así de correctos y derechitos son.

Estos chicos son todos tan conservadores y respetuosos con las normas que Heartstopper es extremadamente irrealista. Cualquiera que conviva con adolescentes en casa sabe muy bien que estos personajes no representan la adolescencia moderna con todos los factores que influyen la precocidad mental, física y sexual. Es más, son tan socialmente empáticos, que uno de ellos critica el famoso juego de la botella porque “es demasiado personal, alguien puede ser sacado del armario”.

Sin embargo, no es algo que juegue en contra a la serie. Todo lo contrario. Porque en lugar de despertar nuestro escepticismo ante una representación tan evidentemente irrealista de la adolescencia moderna, la serie consigue despertar niveles de ternura tan cálidos que, incluso, se sienten nostálgicos.

Porque Nick y Charlie no solo representan el idealismo del primer amor, y en este caso desde una representación homosexual que derriba cualquier barrera de condición sexual y género, sino que también representan la empatía de dos personas dispuestas a cuidarse mutuamente, que se comunican y expresan sin miedo, sabiendo que se tienen el uno al otro. Juntos simbolizan la madurez emocional que brinda un amor vivido al unísono sin estar teñidos por las rupturas o las malas experiencias que, por lo general, van moldeando nuestra percepción del amor con el paso del tiempo.

Y en esa inocencia nos llenan el alma de sentimientos, dejando en evidencia al resto de series adolescentes que fuerzan la narrativa sexual como medio de atracción para el público moderno pero sin conectar realmente. No al nivel que Heartstopper conecta con el romántico que llevamos dentro. Porque Élite habrá sido un éxito para Netflix con su derroche sexual (en mi opinión, bastante irrisorio), Sex Education nos ganó con la representación del despertar sexual a la máxima potencia y Gossip Girl nos habrá encandilado con la vida de lujo adulto de sus protagonistas, pero ninguna consigue despertar la ternura inocente que nos provoca Heartstopper. Una ternura que no entiende de sexualidad, etiquetas ni géneros, sino que es sencillamente inherente a la condición humana pero que tenemos enterrada bajo el escepticismo de la modernidad que nos rodea.

Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.

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