James Cameron aún tenía sorpresas reservadas para la remasterización de 'Titanic'

Kate Winslet como Rose y Leonardo DiCaprio como Jack en 'Titanic' de James Cameron (Foto: 20th Century Studios)
Kate Winslet como Rose y Leonardo DiCaprio como Jack en 'Titanic' de James Cameron (Foto: 20th Century Studios)

Cuando una película es un clásico del cine y los datos de taquilla le acompañan, los reestrenos en cines suelen ser una estrategia habitual para seguir obteniendo más y más millones y mantener vivo su legado. Desde luego, se trata de una estrategia meramente comercial que responde a la necesidad de seguir exprimiendo una gallina de los huevos de oro sin mucho esfuerzo, pero no necesariamente tiene por qué ser así, y no hay más que ver el resultado de lo que ha hecho James Cameron con Titanic, que este San Valentín ha vuelto a las salas por su 25 aniversario con una nueva edición en 4K y 3D que no llega exenta de sorpresas.

Tras trabajar en Avatar: El sentido del agua con la tecnología HFR, la que permite la proyección a mayor número de fotogramas y por tanto una mayor fluidez y realismo en la imagen, Cameron ha optado por aplicarla a su oscarizado título de 1997. Al tratarse de una película rodada en celuloide en una época donde estas técnicas estaban aún muy lejos de ver la luz, cabía preguntarse hasta qué punto el resultado iba a ser idóneo, puesto que era fácil augurar cambios constantes en la velocidad de la imagen con la película viéndose a trompicones. Además, valorando las críticas que despertó el HFR con películas como El Hobbit de Peter Jackson o Billy Lynn's Long Halftime Walk de Ang Lee, donde se señaló que la fluidez en la imagen se percibía como un “efecto telenovela”, también surgía la duda de cómo le sentaría el realismo extremo a una película que juega su mejor carta a los instantes dramáticos.

No obstante, Cameron ha vuelto a sentar cátedra con el uso de la tecnología en su remasterización de Titanic, y una vez vista esta nueva versión, he de decir que no solo ha logrado aplicar las nuevas técnicas con total soltura, también ha conseguido elevar la emoción y el sentimiento de los momentos clave de la historia haciendo que se sienta como una experiencia completamente nueva.

He de decir que cuando vi la primera remasterización en 3D que James Cameron hizo en 2012 de Titanic, la que siguió al éxito del formato tras la primera Avatar en 2009, salí del cine pensando en lo poco práctica que era la imagen tridimensional en un drama de estas características. La conversión era buena y en instantes como las escenas acuáticas o el hundimiento del barco lucía muy bien, pero no aportaba nada a una película cuyo mayor valor se encuentra en el trágico y épico romance de sus protagonistas. Pero ahora, con el 4K y el HFR, mi impresión ha cambiado completamente.

Primero, porque la calidad de la imagen en mayor resolución, con la ayuda de que ahora los cines tienen proyectores láser mucho más potentes que los digitales que había en 2012, le aporta una claridad a los entornos y una textura a los rostros que es simplemente increíble. No hay rastro alguno del grano del celuloide, y gracias al 3D la sensación es casi la de estar mirando a través de una ventana cristalina. Es una conversión a 4K cuidada al milímetro, y se eleva mucho más gracias a la fluidez y realismo que le aporta el HFR. Y es que, en los instantes dramáticos, cuando vemos las expresiones de Leonardo DiCaprio o Kate Winslet moverse con semejante veracidad y sentimos el entorno más vivo que nunca, la emoción se siente más cercana que nunca.

Hay muchos ejemplos durante la película, pero creo que el más claro es la mítica escena sobre la barandilla del barco al atardecer donde Jack sujeta a Rose. La textura tan detallada en la cara de emoción de los personajes, el realismo con el que se siente el movimiento del agua y del barco y la fuerte carga sentimental que arrastra el momento, consigue transportarte dentro de la acción, a vivirlo más que nunca y a volver a llorar como si no hubiera un mañana. Y me deja claro que, por mucho que se pensase que el 3D y el HFR son formatos que deben reservarse para el cine espectáculo, para blockbusters como Avatar, esta tecnología es también una herramienta sobresaliente para dramas e historias más íntimas.

Kate Winslet como Rose y Leonardo DiCaprio como Jack en 'Titanic' de James Cameron (Foto: 20th Century Studios)
Kate Winslet como Rose y Leonardo DiCaprio como Jack en 'Titanic' de James Cameron (Foto: 20th Century Studios)

La clave creo que está en que James Cameron ha sido muy consciente de las virtudes y limitaciones del formato y ha mantenido un control exhaustivo de la velocidad de la imagen. Mientras que las escenas en HFR de Avatar: El sentido del agua corrían a 48 fotogramas por segundo, en Titanic, temiendo por ese efecto telenovela que se le critica a esta tecnología, lo han limitado a una velocidad de alrededor de 30 fotogramas, percibiéndose únicamente a 48 en secuencias acuáticas o de puro espectáculo. Y como digo, funciona a las mil maravillas, y en mi caso, por muchas veces que haya visto Titanic a lo largo de mi vida, nunca la había vivido de forma tan intensa. Y es que, por muy explotada que esté la película, hablamos de un clásico imperecedero al que Cameron cuida como a un hijo y para el que 25 años después de su estreno aún tiene sorpresas guardadas bajo la manga.

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