Jenna Ortega paga el alto precio de la fama con un debate sacado de contexto

Jenna Ortega como Merlina Addams en el episodio 101 de Merlina. Cr. Courtesy Of Netflix © 2022
Jenna Ortega como Merlina Addams en el episodio 101 de Merlina. Cr. Courtesy Of Netflix © 2022

Merlina cambió la vida de Jenna Ortega. Con apenas 20 años y en cuestión de pocos meses, el éxito de Netflix la convirtió en una figura habitual dentro de millones de hogares en el mundo. De repente, el destino construía un puente directo hacia la fama internacional, dejando atrás su pasado como estrella infantil de Disney Channel y papeles secundarios en el cine de terror, para coronarse como ‘it girl’ de moda. Sin embargo, con el éxito y la fama también llega el escrutinio mediático a todo lo que un famoso diga o haga. Incluso con debates que se agrandan más de la cuenta. Y a Jenna Ortega le ha tocado vivirlo a raíz de sus últimas palabras sobre su trabajo en la serie de la familia Addams, con un productor de Hollywood llamándola “tóxica” y despertando una discusión feroz en Twitter que no deja a la joven actriz en buen lugar. Pero a consecuencia de sacar el debate de contexto.

Pero vamos por el principio. La actriz con ascendencia mexicana genera titulares prácticamente con todo lo que dice. Son los gajes de estar de moda. Y si bien sus últimas rondas publicitarias están relacionadas con el estreno de Scream 6, el éxito de Merlina salió a relucir en muchas entrevistas. Fue lo que pasó en el podcast de Dax Shepard, Armchair Expert, donde explicó que tuvo que poner frenos como nunca lo había hecho en otro proyecto porque algunas líneas de diálogo o descripciones de su personaje no tenían sentido para ella, cambiándolos sobre la marcha a su antojo.

No creo que haya tenido que frenar tanto en un set de la forma en que tuve que hacerlo en el de Merlina'”, dijo. “Todo lo que hace Merlina, todo lo que tenía que interpretar, no tenía ningún sentido para el personaje. ¿Estar en un triángulo amoroso? No tenía sentido. Había una frase sobre un vestido que tenía que usar para un baile escolar y decía: 'Oh, Dios mío, me encanta. Uf, no puedo creer que haya dicho eso. Literalmente me odio a mí misma’. Pero tuve que decir: 'No'”.

“Hubo momentos en ese set en los que incluso me volví casi poco profesional en un sentido en el que simplemente comencé a cambiar las frases. El supervisor del guion pensó que iba con algo y luego tenía que sentarme con los escritores, y me decían: 'Espera, ¿qué pasó con la escena?' Y tenía que ir y explicar por qué no podía hacer ciertas cosas” añadió. “Me volví muy, muy protectora de ella. No puedes liderar una historia y no tener un arco emocional porque entonces es aburrido y no le gustas a nadie. Cuando eres pequeño y dices cosas muy morbosas, ofensivas, es divertido y entrañable. Pero luego te conviertes en un adolescente y es desagradable y lo sabes. Hay menos excusas” concluyó.

Evidentemente, sus palabras no tardaron en tener repercusión. Sobre todo entre aquellos que percibían un supuesto desprecio hacia el trabajo de los guionistas. Y uno de ellos fue Steven DeKnight, el productor y guionista de Spartacus, Smallville y Angel, quien señaló a la actriz por “públicamente arrastrar a los guionistas y productores”.

“Me encanta hablar con los actores sobre sus frases/historias” escribió en Twitter. “Pero por la naturaleza de la bestia, ellos no tienen toda la idea (en TV) sobre hacia dónde la historia y por qué algunas frases son necesarias para que todo luego tenga sentido. Ella es joven, así que tal vez no sabe (pero debería)” añadió.

Debería preguntarse cómo se sentiría si los showrunners dieran una entrevista y hablaran sobre lo difícil que fue y se negaba a interpretar el material” tuiteó en otra publicación. Este tipo de declaración es más que engreída y tóxica. Me encanta su trabajo, pero la vida es demasiado corta para tratar con gente así en el negocio” sentenció.

DeKnight estuvo varios días respondiendo a usuarios a favor y en contra del debate (todavía lo sigue haciendo), incendiando una discusión que no deja a la actriz en buen lugar. "Como escritor, encuentro los comentarios de un actor profesional destrozando a sus showrunners debido a su escritura ofensiva y atroz. Y he dicho varias veces que es joven y que espero que aprenda de su error. Pero también es una profesional experimentada que debería saberlo mejor" tuiteó recientemente.

Y si bien podemos comprender la reacción del productor defendiendo el trabajo de los escritores y showrunners ante lo que puede percibirse como un desprecio innecesario de Jenna Ortega hacia el equipo creativo, la percepción también puede ser diferente cuando observamos todo el contexto. Cuando la escuchamos en el podcast al completo.

Porque, en la entrevista, la actriz se prestó a una conversación honesta y abierta, hablando de su carrera, sus pasiones e incluso de su falta de interés en tener una vida amorosa en este momento de auge profesional. Y cuando la escuchas explicarse en su totalidad, con el tono de voz que utiliza y cómo se explica, se percibe una explicación completamente diferente al supuesto ataque a los guionistas que tanto le critican. Porque lo que Jenna Ortega transmite es su entrega y compromiso a la hora de crear un personaje tridimensional, viviéndola y comprendiéndola desde la perspectiva de quien la estaba interpretando cada día. Nos está diciendo que no quería que Merlina pareciera una adolescente con caprichos morbosos sin más, sino que toda su personalidad y naturaleza aflorara incluso en los más pequeños detalles.

Esto me recuerda a otra entrevista que dio el año pasado a la revista Interview, cuando reveló que había vivido “batallas” en el set porque sentía que “la gente no siempre confiaba en ella” cuando estaba creando el arco de su personaje. Le pasó incluso con Tim Burton quien “no quería que tuviera nada de expresión o emoción” en su interpretación. Y si bien ella lo entendía, le resultaba difícil avanzar con la trama teniendo la cara siempre en blanco. Al principio todo esto la hizo sentirse confusa y abatida durante el primer mes de filmaciones.

Al escucharla en el podcast de Dax Shepard, percibimos a una actriz apasionada con su personaje, riéndose ante su actitud protectora sobre Merlina cambiando frases y líneas sin consultarlo primero con los guionistas. Ella misma reconoce que cambiar frases sin consultar con el equipo creativo fue “poco profesional”, y también reconoce haber mantenido esas conversaciones más tarde con los guionistas para comprenderse mutuamente. Y, evidentemente, llegaron a buen puerto porque la serie logró construir un personaje fiel al legado de La familia Addams, sin aferrarse a los clichés del género teen. Y no porque Jenna Ortega lo haya dicho, creado y construido sola, sino por un trabajo en equipo que ha coronado a Merlina como la segunda serie de habla inglesa más vista en la historia de Netflix con luz verde para una segunda temporada.

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