Los premios Óscar y el empujón invisible de Will Smith ante la audiencia

Los premios Óscar siguen lejos de los datos históricos conseguidos en 1998 cuando la victoria de Titanic atrajo a 55.3 millones de televidentes pero, al menos, lograron darse el respiro que tanto necesitaban. Porque la 95 entrega de los galardones más prestigiosos del cine captaron la atención de 18.8 millones de espectadores, aumentando sus datos de audiencia en un 13% sobre la gala del año pasado. Y si bien los datos de Nielsen (vía Variety) indican que fue la tercera ceremonia de menor audiencia de la historia, en realidad, son cifras positivas tras la debacle de 2021 y 2022. Sin embargo, a la hora de analizar el interés incrementado del público, surge un nombre que la Academia probablemente no quiera ni tener en cuenta. Pero Will Smith podría haber tenido mucho que ver con este resultado.

No voy a negar que este año existen diferentes factores que podrían haber influenciado las ganas del público. Por un lado, se trataba del primer año de regreso total a los cines después de los confinamientos y protocolos impuestos por la pandemia. Lo que suponía que estábamos ante el broche final de un año de reconexión con el público. Una fiesta que nadie iba a querer perderse (o eso creíamos hasta que Tom Cruise y James Cameron no aparecieron por ahí). Traducido: sabíamos que iba a ser una gala repleta de estrellas. Que era la noche para ver a Hollywood de nuevo en todo su esplendor, auto celebrándose a lo grande.

A su vez, también existía una conexión intrínseca entre el público y algunas películas nominadas. Y desde ángulos distintos. Porque así como había blockbusteres que movilizaron a las masas, como Top Gun: Maverick y Avatar: El camino del agua, también había producciones aupadas en el cariño a sus protagonistas. Como era el caso de Brendan Fraser y Ke Huy Quan, dos actores que pasaron meses emocionando al mundo con sus discursos e historias de superación y que el público quería ver en acción viviendo la gran victoria final.

Además, por mucho que las quinielas y pronósticos nos dijeran que Todo en todas partes al mismo tiempo iba a alzarse con la victoria definitiva, hasta último momento se podían encontrar en redes sociales comentarios y reacciones apoyando al éxito popular de Top Gun: Maverick. Había interacción e interés. Se notó en la previa y durante toda la emisión de cuatro horas en la red del pajarito azul.

No obstante, hay otro factor más que puede explicar los datos en alza. Y es precisamente la debacle de Will Smith y su bofetada a Chris Rock que tantas consecuencias tuvo el año pasado. La Academia lo suspendió con una prohibición de diez años sin que pueda formar parte ni participar en ningún evento de la organización. El actor pasó meses bajo el escrutinio mediático, despertando debates sobre el abuso de poder, la violencia y la permisibilidad espontánea de una industria que, en ese momento, no reaccionó sino que lo premió como si no hubiera pasado nada.

Y es que no solo todo Hollywood se quedó estático y sin saber qué hacer. Nosotros también nos quedamos boquiabiertos desde casa, confundidos y sin estar seguros si habíamos sido testigos de una broma o, en realidad, el ídolo de millones de espectadores acababa de destruir su popularidad con un acto de violencia en vivo y en directo. Pasó un año y la Academia reconoció su error de no haber reaccionado correctamente y, para evitar más imprevistos, contrataron a un equipo experto en el manejo de crisis para la ceremonia de 2023. Sin embargo, entre todo esto desde la gala del 27 de marzo de 2022 se coció algo que probablemente no tuvieron en cuenta. Y fue el interés del público por el antes y el después a la dichosa bofetada.

Porque entre tanta conversación, disculpas del actor y contraataque de Chris Rock hace unos días en su especial de Netflix, se habría asentado un interés popular por ver las reacciones de las estrellas. Porque eso fue lo que hizo Will Smith en 2022. Rompió con cualquier etiqueta de celeb inalcanzable para convertirse en un ser humano arrebatado, con emociones conflictivas que no supo controlarse. Y con Hollywood pretendiendo ser maniquís de adorno a su alrededor, crearon una imagen mundana que los bajó del pedestal inalcanzable de las estrellas.

En consecuencia, me pregunto si aquel momento bochornoso no terminó abriendo un espacio para la curiosidad del público. Curiosidad por ver más reacciones este año. Por ver si alguien volvía a dar la nota. Por ver cómo la Academia podía solventarlo. Brendan Fraser y Ke Huy Quan respondieron a ese llamamiento curioso, desde un lado empático y opuesto, a través de reacciones emotivas y rebosantes de corazón. Ellos dos fueron el alma más sincera y sensible de la noche y sus reacciones no defraudaron a esos millones de espectadores.

En resumen, algo me dice que los buenos datos conseguidos por la emisión en directo recibieron el empujón invisible de la sombra creada por Will Smith con su bochorno histórico. Al final, la curiosidad puede ser un arma muy poderosa a la hora de convocar a las masas, aunque en este caso estuviera más relacionada con no querer perdernos otro momento histórico, de esos que perduran en la conversación global durante una larga temporada. Afortunadamente, en esta ocasión, Brendan Fraser y Ke Huy Quan salieron al paso a dejar un sabor de boca dulcemente inolvidable.

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