Judith Gabbani: su costado emprendedor, el regreso al teatro luego de varios años de ausencia, el humor en los tiempos del machismo y la decisión de estar sola
Fue una de las actrices que más trabajó en los ‘80 y ‘90, hasta que decidió dar un paso al costado para descansar de tanto ajetreo. Después de cuatro años, Judith Gabbani vuelve al teatro con (Des) Hechas de amor y le cuenta a LA NACION qué hizo en el último tiempo, recuerda su trabajo en la época del oro de la televisión y el teatro, y también habla de amor y de mandatos.
-La última vez que te subiste a un escenario fue en el 2019, ¿qué hiciste en estos cuatro años?
-En estos años refaccioné mi casa, la vendí y me mudé a un departamento hermoso, más acorde a este momento de mi vida. La casa era enorme y ya no necesito tanto espacio; con dormitorio, baño y cocina estoy perfecta (risas). Primero alquilé hasta que encontré un departamento hermoso con un balcón terraza espectacular que compensa lo que me falta de la casa. Lo hice a nuevo y me mudé a fines de febrero del 2020, justo antes de la pandemia. Estaba todo instalado, pero me faltaban los muebles que me llegaron recién en julio. Tenía lo esencial, por suerte. ¡No tenía cable! Así que la vecina me pasó su clave de wifi por unos meses, para no estar tan desconectada. Y me hicieron compañía mis tres gatitas, que había adoptado hacía poquito.
-”Casa nueva, vida nueva”, dicen… ¿Es así?
-¡Totalmente! Además, desde hace muchos años tengo una línea de cosméticos que se llama Le Gabnic, que desarrolla un laboratorio a pedido mío. Y tengo otro emprendimiento con una amiga, y hacemos unos chales divinos. Soy muy inquieta y paso del fratacho a la aguja de tejer en segundos (risas) . A mis amigas les gusta lo que hago, tanto que empezaron a pedirme, pero yo tejo para mí más que nada. Ahora tenemos personas que tejen a pedido nuestro.
-Te alejaste de los medios durante algunos años, ¿fue por falta de trabajo o por decisión propia?
-Un poco y un poco. En los ‘80 y ‘90 trabajé muchísimo. En un momento trabajaba con Jorge Porcel en Canal 9 y el mismo día iba a los Estudios Estrella para grabar Matrimonios y algo más. Corría como una loca. Era muy estresante. También era placentero porque eran dos programas maravillosos. Y en un momento hice un balance y decidí parar un poco y hacer lo que me gustaba. Empecé a disfrutar más mi casa, a hacer manualidades.
-¿Te deprimió dejar de trabajar?
-Yo no conozco esa palabra.
-¿Y cómo se dio el regreso?
-No lo tenía pensado hasta que me llamó Ana Padilla en el 2017, para hacer La vagina enlutada, que es (Des) Hechas de amor, pero con otro título y pequeños cambios. Y me cerró todo. Estamos los sábados a las 20, en el Teatro Carlos Carella (Mitre 970, CABA), con Ana Padilla, Jessica Schultz, Mónica Salvador y Cecilia Tognola. El libro es de Walter Ghedin y la dirección de Gastón Marioni. Ghedin es psiquiatra y sexólogo, por lo que son historias que conoce bien. Es la historia de cinco mujeres que esperan la partida de un tren y empiezan a hablar de sus miedos, sus complejos, sus secretos. Muchas personas se van a sentir identificadas porque son historias reales.
-¿Cómo es tu personaje?
-Mi personaje es Susana y es muy lejana a mí, por suerte. Es una mujer triste, sufrida, que amó a un solo hombre, lo cuidó cuando estuvo enfermo y cuando se recuperó, él la abandonó para irse con una mujer más joven. Y esta mujer vive con dolor y resentimiento y no puede rehacer su vida. Estoy feliz porque además de ser una obra hermosa, se armó un equipo divino. Cuando la obra terminó, en el 2018, nos seguimos viendo en cumpleaños, salidas al teatro, a comer, así que el reencuentro es maravilloso. Somos cinco mujeres totalmente distintas, pero todos somos buena gente y amamos la profesión y no hay celos ni competencias. Es un placer total trabajar con ellas. Siempre me digo: “¡Qué suerte que tengo en este momento!” (risas). Y además, es un doble premio y con el plus de que se reabre el Carlos Carella que estuvo cerrado durante cuatro años.
-Tuviste momentos de mucha popularidad, ¿cómo fue bajar el perfil?
- La exposición me incomoda un poco. Soy actriz y cuando bajo del escenario soy una ciudadana común y hago cosas que hacen las personales normales : voy al banco, a hacer las compras, al gimnasio, camino por la calle, converso con la gente. No sufrí la popularidad y tampoco la extraño.
-¿Qué recuerdos tenés de esos años en los que corrías de un programa a otro?
-Los mejores recuerdos. Amo a Alejandro Romay y lo tengo siempre en mi memoria y en mis agradecimientos porque amaba a los actores y era una persona maravillosa. Canal 9 tenía muchas producciones y los pasillos estaban llenos de actores. Me acuerdo que cuando mudó el canal de Gelly a Dorrego, había seis producciones y los actores nos mezclábamos con la gente de la construcción. ¡No paraba! Hoy ya no hay ni una producción. Fue una época maravillosa, terminabas un trabajo y empezabas otro; estuve casi veinte años sin irme de vacaciones.
-¿Y a cuál de tus compañeros le tenés un cariño especial?
-Quiero mucho a Ana María Cores, porque más allá de ser maravillosa como actriz, es un gran ser humano. Un tipo muy respetuoso y buen compañero fue Juan Carlos Calabró, y Silvia Montanari era una mujer divina. Siempre trabajé con gente bárbara. No sé si lo generé yo o si tuve suerte.
-Nunca la pasaste mal, entonces…
-Para nada. Cuando trabajo voy al disfrute y no al conflicto. Amo la comedia, la risa, el humor. El otro día me caí en la calle, volé y no podía pararme de la risa. Me hice un esguince, así que tengo para unos días más con la bota.
-Cuando estabas en programas de humor nuestra sociedad se reía de otras cosas, ¿te pudiste adaptar fácilmente a los cambios?
-Tampoco me resultaban tan graciosos los chistes. Jamás nadie me hizo un chiste sobre mi físico, por ejemplo. Siempre fui menuda, por eso no entendía que me dijeran vedette. Ellas tienen atributos que yo no tengo, la verdad. Por ahí me cargaban por mi carácter, porque soy brava (risas), no me quedo callada y respondo. Me daban pena esos chistes y me molestaba que siempre cargaran a la mujer y no al hombre. Detestaba que me dijeran piropos en la calle y esa era mi parte feminista, supongo. Bueno, o de igualdad mejor dicho, porque si yo no le digo nada a un hombre por qué me tienen que molestar a mí diciéndome, a veces, una grosería. Eso ya no pasa, por suerte.
-¿Estás en pareja?
-Estoy sola y me llevo bárbaro conmigo (risas). Son decisiones, y sé que la gente siempre dice algo: que por qué no estás acompañada, o por qué no tuviste hijos. Yo no los tuve por decisión propia, y porque no necesito hacer lo que dicen que hay que hacer . No sé si voy contra la corriente o hago lo que siento. En este momento me siento plena.
-Durante muchos años estuviste en pareja con el productor Ovidio García, ¿tienen buena relación hoy?
-Excelente. Nos separamos hace seis años y somos buenos amigos. Además, compartimos la tenencia de nuestro perro, Beto, y solemos pasearlo juntos (risas). Ovidio vive muy cerca de mi casa y siempre nos vemos.