La legendaria frase de 'Casablanca' que se sigue repitiendo mal y no se sabe por qué

LOS ÁNGELES - 1942: Una película fija de Humphrey Bogart y Dooley Wilson en el set de la película clásica de Warner Bros 'Casablanca' en 1942 en Los Ángeles, California. (Foto de Michael Ochs Archives/Getty Images)
LOS ÁNGELES - 1942: Una película fija de Humphrey Bogart y Dooley Wilson en el set de la película clásica de Warner Bros 'Casablanca' en 1942 en Los Ángeles, California. (Foto de Michael Ochs Archives/Getty Images)

Por Teresa Aranguez.- Da igual la edad que tengas, Casablanca no entiende de generaciones. Si no la has visto, seguro que has escuchado a tus padres hablar de ella, incluso su famosa canción As time goes by (El tiempo pasa) o contemplado de reojo alguna de sus escenas en redes sociales o mientras cambiabas de canal. Es, lo que llaman, un clásico. Pero como suele ocurrir con los mitos, siempre hay alguna leyenda urbana que pica y se extiende sin ser cierta. Desafortunadamente, la teoría del teléfono descompuesto también ha afectado a Casablanca haciendo público un hecho que jamás ocurrió en la película.

La historia de amor imposible entre Humphrey Bogart e Ingrid Bergman ha dado la vuelta al mundo, entre otras cosas, por una frase y una escena que nunca fue parte de la cinta de 1942. Un bulo que fue engordando con los años a lo largo y ancho del planeta y del que no se ha podido desprender. De hecho, reconozco que, antes de escribir este artículo, yo también creía que las cosas se habían dado de otra manera. Así que toca contar la verdad.

La bola se hizo cada vez más grande porque afecta a una de las escenas principales de este drama romántico. Concretamente, alrededor del piano de Sam, interpretado por Dooley Wilson. Allí acudían sus protagonistas, Rick e Ilsa, a contarle su despecho y, sobre todo, a pedirle que tocara en su piano aquella canción que un día fue testigo de su amor en París, As time goes by.

La confusión se produce justo cuando la actriz le pide que interprete la famosa melodía con estas palabras: "Tócala una vez, Sam" (Play it once, Sam), una frase tan sencilla y modesta que, sin embargo, se ha contado de forma equivocada en los últimos años. Y sin entender muy bien por qué.

Desde que tengo uso de razón el mundo parece recordar aquella secuencia repitiendo la frase de manera equivocada. Una frase que diferentes generaciones adoptaron como parte de la jerga cultural, diciendo: "Tócala otra vez, Sam". Pero ese 'otra vez' se lo sacan de la manga, porque jamás se dijo. Se ha repetido tantas veces, que ya es como se recuerda y reconoce, llegando a anular la verdadera versión.

Efectivamente, Ilsa le pide que la toque, pero nada más. Así de simple. Cuatro palabras que Sam cumple a la perfección. El pianista se entrega a la música y ahí es que aparece Rick para reencontrarse con su gran amor, el que nunca olvidó y sigue latente en su corazón. Tremenda escena, me atrevería a decir que una de las más icónicas del celuloide. La canción volvería a sonar minutos después cuando Rick se queda solo con Sam y con unas copas de más le dice eso de: "Tócala, si ella lo resistió, yo también”. Ojo, en esta ocasión, tampoco hubo el 'otra vez'.

Todos estos años después se cree que la confusión pudo venir por otra película, mucho menos famosa, protagonizada Woody Allen, y cuyo título en inglés era Play it again, Sam (que en Latinoamérica se tradujo como Sueños de un seductor). Se trataba de una producción que el director coprotagonizó con Diane Keaton en 1972, basada en una obra que también escribió y llevó a los teatros años antes, en 1969. Esa versión original sí se conoció en habla hispana por su título traducido sin cambios: Tócala otra vez, Sam. Incluso se adaptó y se presentó en teatros de España y México.

La obra en sí misma hacía referencia a la célebre frase de Casablanca contando la historia de un hombre divorciado que, tras mantener un romance con la esposa de su mejor amigo, recibía consejos del fantasma de Humphrey Bogart. Una cosa pudo llevar a la otra y de ahí el error.

O quizá, la ilusión del público por que volvieran a estar juntos sus protagonistas 'otra vez', jugara una mala pasada al subconsciente. Mientras que otra posible razón podría estar relacionada con la traducción. Un error más común de lo que creemos. Once, en inglés, significa una vez. A lo mejor en ese trayecto entre un idioma y otro se produjo el tropiezo.

Pudieron ser muchos factores, nunca sabremos realmente el origen exacto del desvarío. Lo importante es aclararlo y acabar con ese bulo para dar vida y claridad a la frase y la escena tan mítica de la oscarizada Casablanca, ganadora de tres de las ocho estatuillas a las que fue nominada: Mejor Película, Mejor Dirección y Mejor Guion Original.

Un éxito que, como suele ocurrir con los mitos, está lleno de luces y sombras. Porque si nos ponemos a analizar esta obra maestra del séptimo arte que pronto cumplirá 81 años, reconoceremos que fue un milagro que siquiera se terminara. Su rodaje estuvo lleno de vicisitudes de principio a fin. Para empezar, se rodó en el marco de la Segunda Guerra Mundial, así que esta obra, llevada del teatro al cine, tenía que ser muy cuidadosa y fiel en su desarrollo. Cada detalle contaba y no había esa libertad de creación e inspiración, siempre limitada a un conflicto bélico de orden mundial. Los guiones se escribían casi sobre la marcha y a contrarreloj, dependiendo de la última hora, lo que hacía todo mucho más complejo.

Ingrid Bergman y Humphrey Bogart mirando por la ventana en una escena de la película 'Casablanca', 1942. (Foto de Warner Brothers/Getty Images)
Ingrid Bergman y Humphrey Bogart mirando por la ventana en una escena de la película 'Casablanca', 1942. (Foto de Warner Brothers/Getty Images)

Un evento al que supieron adaptarse como equipo y que fue sobrepasado por un hecho mucho más incómodo: la inexistente relación entre sus protagonistas. Esos que se amaban tanto frente a las cámaras, ni se miraban después del ¡corten! Así lo explica el historiador de cine Noah Isenberg en su libro We’ll Always Have Casablanca (vía Express). "[Bogart] estaba pasando por una etapa muy complicada con su esposa, la actriz Mayo Methot, así que había muchos estallidos por la ginebra", explica. Cuenta que el actor se consolaba en su camerino con el alcohol y su soledad, circunstancia que no le hacía llegar en las mejores condiciones al set.

Los escándalos que vivía con su esposa y las acusaciones públicas donde le señalaba a él y a Ingrid de amantes, hizo que Bogart no fuera precisamente sociable. Procuraba a toda costa no estar cerca de su compañera para evitar problemas, así que se la pasaba en su camerino jugando al ajedrez consigo mismo. "Solía ser muy reservado. En las entrevistas me preguntaban si le conocía y yo decía: 'No, no le conozco, ¡le he besado pero no le conozco!", bromeó Bergman en una ocasión sobre su relación con Bogart. Isenberg escribió que aunque Bergman hizo todo por tener una cena privada con su compañero y salvar las diferencias, él nunca accedió.

No es la primera ni será la última película donde sus protagonistas derrochan una química explosiva ante el objetivo para después no dirigirse la palabra. Al final, lograron su cometido, actuar en mayúsculas, haciéndonos creer, de principio a fin, una de las más bellas historias de amor en la gran pantalla, la que nunca existió y nos enamoró.

Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.

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