Las lágrimas podrían ayudar a detectar enfermedades de forma rápida y menos invasiva
“Una lágrima cayó en la arena, en la arena cayó tu lágrima… La que quisiera, quisiera encontrar”… Y no lo ponemos en duda dada la cantidad de información interesante que las lágrimas pueden arrojar sobre nuestro organismo. Incluso, podrían ayudar a detectar enfermedades como las cardiovasculares.
Si bien, en nuestra cultura, se enseña -especialmente a los varones- que no debemos llorar, o que debemos reprimirnos de hacerlo públicamente; se ha comprobado que llorar puede representar un gran alivio, así como una expresión más de nuestras emociones, que no siempre están relacionadas con tristeza.
Según la psicóloga Valeria Sabater, si necesitamos llorar, cualquiera que sea la razón, no debemos cohibirnos de hacerlo, pues las lágrimas son buenas para la salud. En primer lugar, funcionan como calmante natural. “Si reprimimos las lágrimas el nivel de angustia puede aumentar, y con ello, el estrés y el sufrimiento. Así, el momento de descanso nunca llega y el sufrimiento se prolonga. Una tensión que a medio plazo puede tener un efecto perjudicial sobre tu salud”, explica para Mejor con Salud.
Asimismo, en este desahogo, también se reduce el estrés, por lo cual puede ayudarnos si nos sentimos sobrepasados por cualquier situación. Después de liberar la presión con el llanto, podemos pensar más claramente.
Hay que decir que las lágrimas, tan simbólicas en poemas y canciones, no están compuestas solo de agua, sal y sentimientos. La Academia Americana de Oftalmología detalla que las lágrimas tienen una estructura parecida a la de la saliva, puesto que contienen enzimas, lípidos, metabolitos y electrolitos.
Además cada una de estas gotitas de líquido que sale de nuestros ojos, tiene tres capas: una mucosa interna que la mantiene adherida al ojo; una intermedia que sirve para mantener el ojo bien hidratado, y al ser las más gruesa, también funciona para proteger la córnea y mantener a raya las bacterias; y una tercera capa, más externa, que es oleosa y evita la evaporación de las otras dos, además de mantener la lágrima lo suficientemente suave para poder ver a través de ella.
Adicionalmente, un estudio de la Universidad Michigan State explica que, según el contenido de nuestras lágrimas se pueden categorizar en tres tipos diferentes:
Basal: la proteína o líquido antibacteriano que se libera cuando parpadeamos.
Reflejo: las lágrimas que liberamos cuando somos estimulados por un agente externo irritante como el humo.
Emocional: estas son las lágrimas que responden a una emoción, sea tristeza, estrés, frustración, o alegría. Estas contienen mayores niveles de cortisol y adrenalina.
Así como se han analizado sus características partiendo de la causa que las hace aparecer en nuestros ojos, también se ha analizado su composición pues también arroja pistas sobre nuestra salud. Por ejemplo, una investigación publicada en Diabetología Cardiovascular tuvo como objetivo evaluar la utilidad de “los hallazgos oftalmológicos como predictores de la presencia de enfermedad arterial coronaria, cuando se suman a los factores de riesgo cardiovasculares clásicos en pacientes con sospecha de cardiopatía coronaria aguda” y los resultados fueron alentadores.
Aún cuando es necesario hacer más investigaciones al respecto, se demostró que tanto la membrana coroide, que está constituida por los vasos sanguíneos y tejido de la parte blanca de ojo, como la composición de la lágrima sí pueden contribuir en la predicción de riesgo de enfermedad de las arterias.
Entre los avances de la ciencia actuales, está el enfoque de las investigaciones hacia el análisis de nuevos biomarcadores que permitan la detección más rápida y menos invasiva de enfermedades y desequilibrios en el organismo, y las lágrimas están dentro de esos puntos a estudiar con mayor interés.
Según un artículo de la doctora Elena Vecino Cordero, catedrática de biología celular, el actual estudio de las lágrimas espera proporcionar lo que se llama point of care, o diagnóstico inmediato, lo cual permitiría analizar de forma rápida algunos de esos biomacadores. “…Probablemente sea necesario analizar más de un marcador simultáneamente y cuantificar su presencia para asegurarse de que nos hallamos ante verdaderos indicadores de una dolencia… También habrá que tener mucho cuidado con la forma en que se recoge la lágrima y se traspasa al dispositivo de análisis”.
Es una investigación que está en desarrollo, pero ya existen publicaciones científicas que arrojan la posibilidad de detectar, a través de las lágrimas, biomarcadores de párkinson y cáncer de mama. Esto podría significar un importante aporte a la medicina y esperanza para muchas personas que puedan recibir diagnósticos más tempranos y, en consecuencia, tener más éxito en sus tratamientos.
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