Andrea Legarreta, el "fenómeno" que los mexicanos aman a pesar de sus pifias
Andrea Legarreta nunca leerá este perfil que hago de ella. No por ninguna razón en específico, sino porque simplemente se sabe bien que ella no lee lo que se escribe sobre su persona (y eso personalmente me parece lo más sano que se puede hacer cuando se trata de una figura pública, y más de los niveles que ella tiene), y que esa es una de las claves que se propuso a sí misma hace años, para poder llevar una vida tranquila al margen de su imagen profesional.
Y esa es, junto con "carismática", una de las palabras que mejor definen la personalidad que la Legarreta, que lleva más de 40 años de carrera, aunque parezca increíble: es una presentadora muy profesional, una actriz con oficio y una figura pública en toda regla, lo que también la ha llevado a ser objeto de situaciones molestas, pero es el precio que se paga por ser alguien de esta envergadura.
Andrea comenzó a aparecer en publicidad siendo una bebé y posteriormente como niña modelo a finales de la década de los 70, apareciendo en campañas fotográficas y comerciales, llamando la atención por su desenvoltura y personalidad, por lo que el mundo de la farándula no le fue ajeno: de hecho, a los 9 años se incorporó a las clases que daba Marta Zavaleta en lo que eventualmente se convertiría en el CEA Infantil (somos compañeros de esa época) y eso la llevó a participar en programas unitarios y hacer papeles mínimos en lo que adquiría oficio; también fue parte de Fresas con Crema, el mismo grupo al que pertenecieran Toño Mauri y Mariana Levy (al que se incorporó en sustitución de una de sus integrantes, ya en su última etapa).
Esta es probablemente la única faceta de su carrera que no le gustó, porque nunca en la vida ha vuelto a la cantada, pero es de esperar: Andrea no es tonta y sabe que todo tiene su límite — hasta su talento musical.
De hecho, su carrera como actriz juvenil en los años 90 fue variada y bastante sólida —pasó de ser una villanita secundaria en 'Simplemente María', nada menos que con 'La Queen' Ruffo, a crecer de la mano de Luis de Llano Macedo y Julissa con las telenovelas que ellos produjeron —'Alcanzar una Estrella 1 y 2', 'Baila conmigo' y 'La sombra del otro', esta última un thriller con Edith González y Alejandro Camacho— dando una muestra de rango bastante amplia, dejando claro que no es ninguna improvisada, si bien nunca tuvo un protagónico que sirviera para dar muestra de ello (aunque el personaje de 'Fátima Uriarte' en 'Tres Mujeres' fue escrito por Martha Carrillo pensando en ella, de última pasó a manos de Karime Lozano, sin que hubiera una explicación), salvo por 'Vivan los niños', donde fue la estelar, al lado de Eduardo Capetillo. En todo caso, Andrea ha tenido más oportunidad de demostrar su talento como intérprete, en cine.
Pero siendo claros, la fuente del fenómeno Legarreta ha sido en 'Hoy' — como presentadora, a lo largo de más de 20 años, Andrea ha sido un auténtico punto de toque con el público televidente, que la ama con pasión, aún cuando llega a pasar (y más en épocas recientes) que cada vez que abre la boca es para desatar polémica y controversia, misma que a veces es simpática y otras tiene consecuencias desproporcionadas —como en aquella ocasión en que hasta amenazas de muerte en redes recibió por su comentario acerca de que 'El precio del dólar no nos afecta a los mexicanos'.
De hecho, son estas pifias y meteduras de pata a lo largo de los años lo que ha hecho que Legarreta sea tan querida y abrazada por los televidentes que mañana a mañana se acercan a las pantallas para verlas a a ella y Galilea Montijo ejercer de anfitrionas para su día.
Es la candidez aparente — y yo me atrevería a decir genuina, finalmente ella no me va a leer — de Legarreta la que la iguala con quien la ve en la pantalla: es verdad que Andrea lleva ropa de diseñador y un maquillaje perfecto, pero su orden de ideas nunca está demasiado lejos del de su público: las amas de casa o las jóvenes empleadas que en ella encuentran escapismo o una ocasión de aspirar a algo más.
La vida personal de Andrea con Erik Rubín y sus hijas, a mí no me atañe ni me importa. Ella tiene derecho a mantenerla al margen de todo, aún si los cuatro son figuras del espectáculo ahora. Qué bien que se dediquen a lo que les gusta. Qué fastidio que invariablemente haya medios que buscan meter listón para sacar cordón — o bien, como decimos en México, "amarrar navajas"— para tratar, a fuerzas de encontrar grietas en su matrimonio, que como ella misma ha dicho en múltiples ocasiones, es tan ordinario y pleno de encuentros y desencuentros como el de cualquier otra pareja, sean famosos o no.
Si Andrea dice que su casamiento (que suma 21 años) es sólido, no hay razón para esperar que no lo sea. Si dice que el precio del dólar no nos afecta, es un disparate — le afecta de un modo directo o no a todo el planeta — pero no es un disparate dicho con malicia. Seguramente usted o yo hemos tenido ocurrencias espontáneas peores. Lo único cierto es que francamente, tratar de imaginar la programación matutina sin ella opinando de lo que le da la gana, ya sea que tenga tino o no, es prácticamente imposible.
Andrea es, como dije antes, un fenómeno. No existe fenómeno perfecto, mas estoy seguro de que se acerca a aquello que, cuando era niña, esta mujer soñó de sí misma.
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