Lorenzo Castillo en su refugio campestre con María Fitz-James, Cristina Lozano y Sonia Folache
Fuera la suerte o el destino, Lorenzo Castillo (Madrid, 1968) encontró ‘Las Cumbres’ casi por casualidad. A través de amigos de amigos. “Llevaba un año largo buscando una casa de campo que no estuviera a más de una hora de Madrid y, cuando vi esta en el Valle del río Lozoya, me enamoré del paisaje y de lo insólita que era”.
A medio camino entre una finca de caza y el típico chalet de la sierra, al interiorista le hizo gracia que aunara lo mejor de ambos mundos: una localización privilegiada en la prolongación del Parque Nacional de Guadarrama y el aspecto acogedor que otorgan los tejados de pizarra y las fachadas de piedra y granito.
Pero lo que acabó por conquistarle fue su historia. “Perteneció a José Luis Molina, el peletero de Balenciaga, cuyos desfiles en el taller de Génova solía visitar con mi abuela. Un personaje refinadísimo y de un gusto exquisito”. Señal inequívoca de que era el sitio idóneo donde construir el refugio en mitad de la naturaleza que venía anhelando; uno donde escapar de la ciudad, rodearse de animales (perros, gallinas, cerdos, patos y hasta burros) y quedar exclusivamente con su familia. “Mis amigos no lo conocen. De hecho, lo han bautizado de broma como la casa fantasma”.
“Esta finca perteneció a José Luis Molina, el peletero de Balenciaga, a cuyos desfiles en el taller de Génova solía ir con mi abuela”, Lorenzo Castillo
A diferencia de sus residencias de Madrid, Menorca y Ribadesella, este lugar lo guarda para su madre, sus cinco hermanos y sus sobrinos. Sus célebres dotes de anfitrión las despliega en las veladas que organiza en su palacete de Lavapiés, por donde han pasado las personalidades más ilustres de este lado del charco y del otro: sus salones del siglo XIX han presenciado el cumpleaños de Valentino, han agasajado a James Costos, exembajador de Estados Unidos, durante su visita a la capital, y han sido el escenario de inolvidables fiestas como la que orquestó para Wes Gordon, actual director creativo de Carolina Herrera.
Sin embargo, en esta localización, custodiada por pinos y robles castellanos, las reuniones sociales a las que nos tiene acostumbradas quedan descartadas. De forma excepcional y en la más absoluta confianza, el decorador recibe por primera vez a tres de sus íntimas amigas y clientas, para disfrutar de un guiso a fuego lento y un tranquilo día de campo. Una jornada de excepción con María “la griega” Fitz-James Stuart, sobrina nieta de la duquesa de Alba y socia de la agencia de comunicación Pelonio; Cristina Lozano, al frente de los hoteles boutique Cristine Bedfor, y Sonia Folache, creadora de la firma de joyas que lleva su nombre.
“Durante estos años, Lorenzo ha compartido con nosotras todo lo demás, pero esta es su parcela de intimidad. Bromeamos sobre el tema, pero lo entendemos perfectamente”, admite Cristina, haciendo gala de la complicidad que les une tras veinte años.
“Durante años, Lorenzo ha compartido con nosotras todas las demás casas, pero esta essu parcela de intimidad”, Cristina Lozano
Las tres se sienten como en casa a su lado. “Uno de sus dones es su capacidad para hacerte reír. ¡Con él la diversión está asegurada! Recuerdo, con especial cariño, la noche en la que celebramos el cumpleaños de Cristina en Lisboa. Nos reímos tanto que acabé con agujetas”, comenta Sonia.
“Es un genio, y esa genialidad impregna todo lo que hace. Ahí reside su éxito, en la pasión con la que monta sus fiestas, te enseña una exposición o materializa una casa”, apunta María. El mismo ímpetu del que nos hace partícipes en este rato.
“Originalmente fue un apeadero de caza, por eso tiene esta distribución tan curiosa, formada por viviendas independientes y una capilla”, Lorenzo Castillo
-¿A qué época se remonta esta parcela?
-Data de los años 30, del período art déco, y originalmente se planteó como un apeadero donde comer y reposar durante las cacerías. Por eso tiene una distribución tan curiosa, compuesta por varias casas independientes -la principal y las de servicio- y una capilla, donde solían celebrar una misa, antes de salir a cazar. Esto le da la apariencia de una pequeña aldea.
-¿Qué esperabas encontrar en ella?
-Un refugio al que retirarme a descansar y que pudiera, al contar con varias viviendas, compartir con mi familia, donde estar todos juntos con cierta autonomía. Venimos con bastante frecuencia, mi madre aprovecha casi todos los fines de semana.
-¿Cómo fue el proceso de reforma y rehabilitación?
-Al estar en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, no se puede construir, pero sí reacondicionar. Hicimos una remodelación completa de la finca que duró dos años. Hablamos de seis construcciones, así que la obra fue larga y compleja. Hubo que destinar una gran inversión a estructuras, cubiertas, calefacción, carpinterías…
“Ya sea diseñar una casa, montar una fiesta o enseñarte una exposición, todo lo que hace Lorenzo lo hace con pasión y es ahí donde reside su éxito” María Fitz-James Stuart
-¡Y luego tocaba decorarlas!
-Cada casa refleja el espíritu de quien la habita. La grande, de mi madre y mi hermana Clara, es como una cabaña de montaña modernizada, pintada de blanco, con suelos de linóleo y algunos elementos originales, como las contraventanas de cuarterones o la chimenea de piedra.
José Luis Molina la tenía fantásticamente decorada, con ricas colecciones de arte y un punto años 60 y 70 que quise continuar. Por el contrario, la mía era el antiguo hogar de los guardeses y es mucho más barroca. Luego están la de mi hermano Santiago, que es tipo estudio, una asignada al personal y otra para invitados.
Sus direcciones para...
Menaje de mesa
“Las vajillas de Molecot y Los Platos de Pan, porque son artesanales y pintados a mano, o las de Vista Alegre. Y la mantelería de From: Bea, cuyos linos ecológicos puedes personalizar”.
Buenos textiles
“Gastón y Daniela, donde encontraréis mi colección de telas, Gancedo, Güell y James Malone”.
Muebles y accesorios
“ Oficina Inglesa, por su enorme calidad y su diseño sofisticado. También les diseñé varias piezas”.
Flores y velas
“Floreale, Inés Urquijo y Dandelion, en el caso de las primeras; y Baobab Collection en las segundas”.
Antigüedades
“Isabel Martínez en Galerías Piquer para muebles franceses, Le Bélier Antiques si buscas objetos elegantes y otras curiosidades y El Transformista si lo tuyo es el siglo XX de lujo.
Arte moderno
“Empieza por Travesía Cuatro, Casado Santapau Gallery y Galería Guillermo de Osma”.
-¿A qué se debe que no todas dispongan de una cocina?
-A que funcionan como módulos alrededor de la edificación principal, que está comunicada con el invernadero y una cocina-comedor, los cuales sirven como punto de encuentro durante las comidas. Somos seis hermanos alrededor de mi madre y los desayunos, almuerzos y cenas son nuestros momentos de reunión. La utilizamos mucho para Navidades, cumpleaños y celebraciones familiares, y muy poco con amigos.
-¿Qué relación te une a María Fitz-James Stuart, Cristina Lozano y Sonia Folache?
-Aparte de íntimas amigas, son clientas. A las tres les he hecho sus casas: a Sonia, el dúplex de Madrid; a Cristina, casi todas sus propiedades, y a María, el chalet de Cruz del Rayo. Me apetecía reunirlas en este enclave tan especial. Nos conocemos desde hace muchos años y nos entendemos genial. Es muy fácil trabajar con ellas, porque confían y delegan en mí. Diseñar una casa es como confeccionar un traje a medida: tienes que ponerte al servicio del gusto, las necesidades y el modo de vida de la persona en cuestión.
“Es un refugio donde retirarme a descansar y reunirme con mi familia. Lo utilizamos para fines de semana, Navidades y otras celebraciones”, Lorenzo Castillo
-¿Haberte convertido en el decorador de la alta sociedad española responde a un estilo de reminiscencias burguesas?
-No me considero el decorador de una determinada clase social, ni tampoco que mi estilo sea especialmente burgués. Diría que es intelectual, porque se apoya en el arte y las antigüedades. Yo soy historiador y trabajé como anticuario, y eso se ve reflejado en todos mis proyectos. Para mí las artes decorativas están al mismo nivel que la arquitectura y el interiorismo. Pienso simultáneamente en cómo levantar un edificio, distribuirlo y ambientarlo.
-¿Ya desde niño tenías esta sensibilidad hacia lo bello y lo formal?
-Recuerdo que con cuatro años mi madrina, Borita Casas, la autora de Antoñita la fantástica y hermana de mi abuela, me regaló un libro de arte. Supongo que se me veía venir...
-¿Y cómo acaba un anticuario ejerciendo de interiorista?
-De forma orgánica, porque ambos campos están estrechamente relacionados. Mis propios clientes me lo pidieron y fue así como empecé. En Francia este salto es muy común.
-¿Sueñas con algún encargo especial?
-Algo para nuestros Reyes. Soy muy monárquico y me encantaría intervenir, por ejemplo, la Zarzuela.