Luis Miguel disfruta de Buenos Aires: cena en Palermo con su novia y muchas sonrisas y contacto con sus fans
El romance entre Luis Miguel y el público argentino es de larga data y ni el tiempo ni la distancia parecen aminorar su intensidad. Ayer, el cantante mexicano llegó al país en un vuelo privado junto a su novia, la española Paloma Cuevas, con el objetivo de cerrar su gira mundial en la ciudad donde el año pasado había comenzado su esperado tour. Aunque los conciertos se llevarán a cabo el próximo martes y miércoles en el Campo Argentino de Polo, el artista decidió arribar a la ciudad unos días antes para disfrutar de un descanso y, para la inmensa alegría de sus fanáticos, hacer unas salidas por Buenos Aires.
Se sabe que Luis Miguel pasó muchos años sin salir de los hoteles dónde se hospedaba en los diferentes lugares donde se presentaba con su show, pero en los últimos tiempos el ermitaño Sol de México dio lugar a esta nueva versión de sí mismo que se deja fotografiar, que firma autógrafos y se toma el tiempo para saludar a sus fans en la calle. Así se lo vio anoche a su llegada a la famosa parrilla Don Julio ubicada en Palermo, a donde fue para cenar junto a su pareja y un grupo de custodios que abrieron el paso entre su camioneta y la entrada del restaurant cuyas inmediaciones fueron copadas por un grupo de fans que lo siguieron hasta allí desde el hotel Faena, dónde se hospeda su ídolo.
El cantante llegó a Don Julio, elegido este año para integrar la lista de los 50 mejores restaurantes del mundo en la que ocupa el décimo lugar, antes de las diez de la noche a bordo de una camioneta negra de la que descendió con una sonrisa y de la mano de su novia. Ante la presencia del nutrido grupo de seguidoras que lo esperaban en la esquina del restaurante en la calle Guatemala, Luis Miguel saludó rodeado de celulares que intentaban captar el momento sin perturbar su avance ni a sus fornidos guardaespaldas. Una vez dentro del restaurant, el cantante fue recibido por los empleados del lugar y el resto de los comensales que también aprovecharon para sacar sus celulares y filmar al astro que con los conciertos de esta semana pondrá fin a la gira en la que realizó 190 presentaciones distribuidas entre Latinoamérica, Estados Unidos, Canadá y Europa. El tour había empezado el 3 de agosto de 2023 en Buenos Aires con los diez recitales que dio en el Movistar Arena.
El Sol en Buenos Aires
Más allá del buen humor con el que se lo vio anoche a la llegada y salida de Don Julio, siempre rodeado de sus fanáticos, el aterrizaje del artista en Buenos Aires fue algo tedioso: Luis Miguel se trasladó en un vuelo privado que partió desde Toluca, México, que sufrió tres horas de demora. Tras nueve largas horas de viaje, finalmente aterrizó en Ezeiza y, a pesar del calor, se mostró sonriente y dispuesto a saludar a las fanáticas que lo esperaban en el área de arribos privados del Aeropuerto Internacional. Acompañado por un gran despliegue de seguridad y una comitiva de más de ocho vehículos y motos de la policía, se dirigió en una camioneta blindada al Faena, el lujoso hotel ubicado en Puerto Madero.
Antes de volar a Buenos Aires, los dos últimos conciertos de la agenda de Luis Miguel tuvieron lugar el 8 y el 10 de diciembre en la Ciudad de México. El show cuenta con un despliegue que incluye a 15 músicos y 19 mariachis y un staff de 150 personas encargadas de poner en marcha el espectáculo que utiliza 250 metros cuadrados de pantallas, 100 toneladas de equipamiento y el trabajo de más de 500 personas. En las casi dos horas de concierto, el cantante recorre el catálogo de éxitos de todas sus épocas.
La visita del artista a Don Julio hizo recordar el alto estándar de los pedidos que el cantante hace para su camarín en todos los lugares que se presenta. En su última visita a Buenos Aires la lista incluía una bandeja de fruta fresca cortada para dos personas, una bandeja de variedad de quesos, un paquete de almendras orgánicas con sal, doce botellas de agua (seis de ellas, al menos, de una marca importada) en la heladera y dos bebidas con sabor a coco. Además, el equipo de Luis Miguel también pidió una juguera con extractor, una tabla de picar con cuchillo afilado y una canasta grande que incluya zanahorias, tomates, jengibre, naranja, pomelo, pepino, frutillas, perejil, bananas, manzanas rojas y verdes, apio y ananá para preparar jugos. También un set de té que contenga seis limas, una botella de miel local fresca, jengibre fresco, tazas de té, vasos de papel para café, cucharas, azúcar negra, blanca y edulcorante, una bandeja con pavo y variedad de fiambres y quesos, un paquete de crackers y una botella de tequila.
En cuanto al mobiliario de su camarín, debe ser un espacio de aproximadamente 6 x 6 metros con baño y ducha privados. En caso de que el lugar sea entelado, es necesario que se usen colores claros como blanco o beige. Nunca gris, un tono que, evidentemente, no es del agrado del cantante. Además, tiene que tener un sofá de dos cuerpos y otro de tres, cómodos y limpios, una mesa ratona, dos mesas de apoyo, cuatro lámparas de pie, una mesa de banquete para catering con mantel de lino o algodón en color blanco que llegue hasta el piso, un perchero con ruedas, un purificador de aire, un espejo de cuerpo entero y otro de maquillaje con luces, dos velas aromatizantes de vainilla, un tacho de basura pequeño, una planta y 12 rosas blancas (al cantante le gusta tirarlas al público cuando termina su show). Por último, en el camarín debe haber jabón líquido de vainilla, dos paquetes de toallitas húmedas de bebé sin perfume, seis toallas de mano y seis de baño y dos cajas de pañuelos de papel.