Masters of the Air, una miniserie para fanáticos de la Segunda Guerra, con el sello de calidad de Steven Spielberg y Tom Hanks
En 2001, unos cuatro años después de trabajar juntos en el film Rescatando al soldado Ryan, Steven Spielberg y Tom Hanks volvieron a reunirse, esa vez como productores, para contar una historia centrada en eventos ocurridos durante la Segunda Guerra Mundial. La fascinación de ambos con el tema resultó en la miniserie Band of Brothers de HBO, que reconstruía las experiencias de la compañía Easy, un batallón de soldados norteamericanos apostados en el terrero europeo. El éxito y reconocimiento de aquel primer proyecto -ahora disponible también en Netflix-, permitió la realización de The Pacific, una suerte de continuación de la primera miniserie que retrataba la guerra desde la perspectiva de los soldados aliados apostados en Asia. A quince años de esa continuación-disponible en HBO Max y en Netflix- llegó la última parte de la trilogía dedicada a los héroes estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial. Masters of the Air (Apple TV+) traslada la acción al cielo, a las misiones que llevaron a cabo los integrantes del escuadrón 100, un grupo de aviadores encargados de los ataques en el territorio invadido por Hitler. Los dos primeros episodios, de los nueve que integran la miniserie, ya están disponibles en la plataforma, que subirá el resto semanalmente.
La historia. La trama está basada en el libro del escritor e historiador norteamericano Donald L. Miller que detalla los esfuerzos de la compañía 100 de la fuerza aérea, conocida como la “sangrienta centena” por la gran cantidad de bajas que sufrió el escuadrón de pilotos durante los dos últimos años de la guerra, mientras llevaban a cabo peligrosas misiones por Europa. Adaptada por John Orloff, uno de los guionistas de Band of Bothers, la miniserie cuenta la historia de los hombres que arriesgaron su vida al bordo de “la fortaleza”, buscando socavar los esfuerzos de la Luftwaffe que había dejado al Reino Unido en ruinas durante la Blitzkrieg. En cada episodio, la ficción desarrolla una de las muchas misiones llevadas a cabo por los pilotos estadounidenses con un impresionante despliegue de efectos visuales, una compleja puesta en escena y un numeroso elenco repleto de jóvenes actores con madera de estrellas.
Los protagonistas. Para llevar adelante la narración, el guion se concentra, al menos al principio, en un par de personajes centrales que sirven como guías para los espectadores. Se trata del mayor Gale “Buck” Cleven y el mayor John “Bucky” Egan, amigos y compañeros de armas además de indiscutidos líderes del escuadrón 100, tan opuestos como complementarios. Cleven es interpretado por Austin Butler, quien aunque todavía arrastra algunos de los modos de Elvis Presley, el personaje que encarnó en el film de Baz Luhrmann, logra dotar de nobleza a su estoico personaje. Por otro lado, Egan, intrépido, conversador y afable, es interpretado por Callum Turner, el actor británico que se lleva toda la atención de los espectadores. Carismático e intenso sin llegar a la sobreactuación, Turner parece ser a Masters of the Air lo que Damian Lewis fue en Band of Brothers, es decir un intérprete que logró construir uno de esos personajes fundamentales para el relato que además tiene el potencial de convertirlo en un suceso. El hecho de que en los últimos tiempos Turner haya atraído el interés de los paparazzi por su romance con la cantante Dua Lipa, solo confirma que el actor está en el punto más alto de visibilidad de su carrera.
El elenco. Como sucedía con las dos primeras entregas de la trilogía, Masters of the Air cuenta con un extenso elenco en el que más allá de los protagonistas, se destacan actores en ascenso. Entre los más reconocibles está Barry Keoghan, quien encarna al teniente Curtis Biddick. Aunque su personaje sea secundario, el intérprete irlandés nominado al Oscar por Los espíritus de la isla y protagonista de la reciente Saltburn, logra robarse cada una de las escenas en las que aparece. Incluso cuando su acento norteamericano es más bien intermitente (y el programa lo hace gritar “soy irlandés”, en una de sus apariciones en el segundo episodio). Entre las revelaciones del elenco está uno de sus compatriotas, Anthony Boyle, quien interpreta al teniente Harry Crosby, el personaje encargado de narrar la historia y de equilibrar a los personajes de Butler y Turner, por momentos más cerca del bronce que de los seres humanos. Crosby, en cambio, tiene la responsabilidad de guiar a los pilotos, una tarea que a veces lo abruma y lo llena de dudas. Por otro lado, más allá de todo lo que sucede en las misiones, la trama también le reserva un lugar para aquellos que los asisten, como el sargento Ken Lemmons, el ingeniero mecánico que interpreta Rafferty Law, que además de un impresionante parecido con su padre, Jude Law, aporta la sensibilidad que el relato precisa.
La adaptación. El desafío de trasladar esta historia a la pantalla resulta evidente cada vez que la acción se concentra en lo que sucede dentro de los aviones durante las misiones. No solo el espacio resulta escaso y las tomas, claustrofóbicas, sino que el uniforme que visten los personajes hace que sea complicado reconocerlos. Con una máscara de oxígeno y cascos que les cubren casi toda la cara, solo los ojos quedan visibles para que la cámara capte a través de ellos las emociones que atraviesan en vuelo. Para compensar esa desventaja, los realizadores se concentran en mostrar cada detalle de los aviones que utilizan en combate, un deleite para los fanáticos de la historia que además forma parte fundamental de la trama y sobre todo de sus momentos de mayor suspenso y tensión.
El equipo. Más allá del excepcional trabajo del elenco, el equipo detrás de ellas también es sobresaliente. Gracias al sello de garantía que tiene el proyecto por la participación de Spielberg y Hanks, el área técnica de la miniserie está a la altura de las expectativas. Así, el realizador Cary Joji Fukunaga (True Detective, Sin tiempo para morir), se encarga de dirigir los cuatro primeros episodios, en los que se establece el tono y el ritmo de la narración, que también se destaca por su banda de sonido a cargo de Blake Neely (Greyhound: en la línea del enemigo) y por el diseño de vestuario a cargo de la talentosa y multipremiada Colleen Atwood.