Meghan Markle, el príncipe Harry y la debacle que refleja el problema de Netflix

El príncipe Harry, duque de Sussex, y Meghan, duquesa de Sussex, llegan a la Gala del Premio Robert F. Kennedy Human Rights Ripple of Hope de 2022 en el Hilton Midtown de Nueva York el 6 de diciembre de 2022. (Foto de ANGELA WEISS / AFP) (Foto de ANGELA WEISS/AFP vía Getty Images)
El príncipe Harry, duque de Sussex, y Meghan, duquesa de Sussex, llegan a la Gala del Premio Robert F. Kennedy Human Rights Ripple of Hope de 2022 en el Hilton Midtown de Nueva York el 6 de diciembre de 2022. (Foto de ANGELA WEISS / AFP) (Foto de ANGELA WEISS/AFP vía Getty Images)

La cosa no pinta nada bien para Meghan Markle y el príncipe Harry. Al menos en lo que respecta a la posición de la pareja como estrellas productivas de Hollywood. No solo han perdido el lucrativo contrato con Spotify valorado en $20 millones, sino que ya circulan rumores que hablan de un destino similar para el acuerdo de $100 millones que tienen con Netflix. Hace casi tres años que los duques de Sussex firmaron sus respectivos contratos y, en todo este tiempo, tan solo estrenaron un podcast y dos series documentales. Sin embargo, mientras las críticas llueven sobre la pareja como de costumbre, yo me pregunto, ¿de quién es realmente la culpa?

Una de las noticias del fin de semana fue la cancelación del acuerdo de Spotify, donde Meghan Markle presentaba Archetypes, un podcast de entrevistas que diseccionaba las etiquetas que frenaron el avance femenino junto a figuras como Mariah Carey o Serena Williams. Se emitió entre agosto y noviembre de 2022, y si bien lideró el ranking del servicio en algunos países, no desarrolló más que 12 episodios (The Guardian). Según la pareja, se trata de un “acuerdo mutuo”, sin embargo, Bill Simmons, Jefe de Podcast Innovation de Spotify, los definió como “esos malditos estafadores”. “Me tengo que emborrachar una noche y contar la historia del Zoom que tuve con Harry intentando ayudarlo con una idea para un podcast. Es una de mis mejores historias”, declaró en su propio podcast.

Y así, poco después, aterrizaba el rumor que apunta al acuerdo con Netflix. Según una fuente consultada por el tabloide The Sun, “existe una actitud menos amistosa desde arriba. El sentimiento es que el limón ha sido completamente exprimido”. Aseguran que los jefes de la compañía creen que “Meghan vive en su propia burbuja” y no parece que “entienda la realidad económica”.

En principio, podríamos analizar y el rumor y reflexionar si estamos ante un caso de privilegio desperdiciado, donde Harry y Meghan han disfrutado de una oportunidad de oro por la que otros creativos del mundo habrían soñado con tener algún día. Sin embargo, ¿es culpa de ellos haber aceptado contratos millonarios o de las empresas que apostaron por ellos cuando no tenían las credenciales que avalaran los millones acordados?

06 de septiembre de 2022, Renania del Norte-Westfalia, Duesseldorf: El príncipe Harry (r) de Gran Bretaña, duque de Sussex, y su esposa Meghan, duquesa de Sussex, caminan hasta un automóvil después de hacer un viaje en barco por el Rin. (recorte) El príncipe y su esposa vienen a Düsseldorf para promocionar los

Es cierto que a muchos no nos sorprendería si Netflix decidiera dar por finalizado el acuerdo. Según The Sun on Sunday, la pareja pretende cumplir con su parte del trato, sin embargo, su productividad como generadores de contenidos dejaría mucho que desear. Al menos desde la perspectiva del usuario, ya que estamos acostumbrados a ver estrenos constantes de otros generadores de contenidos como Shonda Rhimes o Ryan Murphy que también disfrutan de acuerdos millonarios con Netflix.

Por ejemplo, Shonda Rhimes firmó un contrato con el gigante streaming en 2017 igualmente valorado en $100 millones, pero después de haber demostrado su potencial de éxito con Anatomía según Grey y Lecciones del crimen. En 2021 lo renovó con aumento ($150 millones) y después del éxito descomunal de Bridgerton, que rellenó con Inventando a Anna y Sueños de danza: El cascanueces de chocolate.

 Ryan Murphy, por su parte, firmó un acuerdo de cinco años por $300 millones en 2018. Y su productividad contractual no deja lugar a dudas a través de títulos como Hollywood, The politician, The Prom, Halston, Pray away: la cruz dentro del clóset, The Andy Warhol Diaries, Dahmer, El teléfono del señor Harrigan, Ratched y Vigilante. Todos en Netflix.

Por su parte, Meghan Markle y el príncipe Harry firmaron el acuerdo con la compañía en septiembre de 2020, comprometiéndose a producir documentales, docuseries, largometrajes, series guionizadas y programación infantil (Forbes). Pero tanta variedad prometida brilla por su ausencia. Desde entonces estrenaron Harry y Meghan, la serie de seis partes donde detallaban el drama familiar -de nuevo- con un despliegue de narcisismo privilegiado que no cayó muy bien entre el público. Forzaron tanto la búsqueda de empatía a través de anécdotas críticas (y hasta burlonas) hacia la familia real británica, que terminaron ganando el rechazo de muchos aquellos que habíamos apostado por creerles el cuento.

De todos modos, y como era de esperar, fue todo un éxito, convirtiéndose en la serie documental más vista de Netflix por delante de El estafador de Tinder. Pero se duda que vaya a tener continuación. La pareja ya contó lo que tenía que contar. En entrevistas, una serie y un libro.

La segunda y última serie estrenada fue Live to lead, otra apuesta documental sobre personajes que dejaron su huella en la historia, donde Meghan y Harry aparecían como figuras introductorias. Pero que no tuvo la repercusión o notoriedad de Harry y Meghan.

A su vez, tienen una serie sobre los juegos Invictus pendiente de estreno -una competición similar a los Juegos Paraolímpicos fundada por el propio Harry en 2014, pero donde participan empleados y veteranos retirados-, mientras otras ideas fueron rechazadas. Como fue el caso de Pearl, la serie animada que Meghan Markle estaba desarrollando pero la compañía decidió cancelar.

Es decir, un podcast y dos series en casi tres años. Suena a poco. Sobre todo cuando lo comparamos con otros creativos. En otras circunstancias ni siquiera sería tema de conversación ni plantearíamos ningún tipo de debate, pero estamos hablando de dos figuras mediáticamente relevantes. Que durante su transición hacia una normalidad lejos de la realeza optaron por ganarse la vida como creadores de contenidos acordando contratos que, en conjunto, suman $120 millones. Sin embargo, en lugar de criticarlos por la aparente falta de productividad, me parece más interesante analizarlo desde otro punto de vista.

Y es que cuando Meghan y el príncipe Harry se asentaron en Los Angeles, la propia industria no tardó en arroparles. En exprimir el interés mediático que generaban y la ferviente curiosidad de conocer la historia del hijo de Diana de Gales. Porque, no sé qué opinan ustedes, pero acordar contratos de semejante valor cuando ninguno de los dos era experto en creación de contenidos que justificara cifras millonarias, me parece que refleja la desesperación del negocio por aprovechar la popularidad de la pareja. Y ahora, quizás, les toca atenerse a las consecuencias.

Britain's Meghan, Duchess of Sussex (L) and Britain's Prince Harry, Duke of Sussex, attend the annual One Young World Summit at Bridgewater Hall in Manchester, north-west England on September 5, 2022. - The One Young World Summit is a global forum for young leaders, bringing together young people from over 190 countries around the world to come together to confront the biggest challenges facing humanity. (Photo by Oli SCARFF / AFP) (Photo by OLI SCARFF/AFP via Getty Images)

Si tres años más tarde no pudieron o supieron generar una cantidad de contenidos que reflejen el valor pactado, no estoy segura de que la culpa sea directamente de los duques de Sussex. Después de todo, estamos hablando de figuras que no tenían experiencia como creativos expertos. Una verdad que conocíamos todos. Hollywood y el resto de los mortales a través de un príncipe y una actriz que, hasta entonces, no había producido ni escrito guiones.

Según publica Daily Mail, tendrían otra serie documental en desarrollo con las cámaras siguiéndolos a través de un viaje por Sudáfrica, en donde ayudarían a construir casas y compartir conocimientos sobre prácticas seguras en el parto. Sin embargo, no olvidemos que el príncipe Harry también tiene un contrato de tres libros con Penguin Random House pero, después de su biografía (donde lo cuenta todo) Spare: En la sombra, me pregunto qué más le queda por contar que pueda interesar.

En resumen, con el paso del tiempo podemos reflexionar mejor sobre el furor que se generó en torno a la pareja cuando Tyler Perry los ayudó a instalarse en Los Angeles (les cedió una de sus casas cuando tuvieron que salir de Canadá al comienzo de la pandemia). Ahora viven en una mansión de nueve habitaciones valorada en $14 millones, mientras las dudas afloran desde la cancelación de Spotify.

No obstante, antes de criticarlos como creadores de contenidos prolíficos o no, me parece relevante tener en cuenta la faceta hollywoodense que la historia deja en evidencia a través de contratos millonarios que se cerraron con una pareja sin experiencia valorada a la altura de las cifras. Si bien los duques tienen su responsabilidad como firmantes de un acuerdo mutuo, tampoco podemos obviar que tanto Netflix como Spotify deberían haber considerado que estaban ofreciendo millones a una pareja sin la experiencia que justificara las cifras. Que, en este caso, el interés por exprimir el interés mediático les habría salido más caro.

Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.

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