Meryl Streep tapó muchas bocas prejuiciosas que la veían "demasiado vieja"

La actriz estadounidense Meryl Streep con el actor, director y productor Clint Eastwood en el set de su película 'Los puentes de Madison'. (Foto de Sunset Boulevard/Corbis a través de Getty Images)
La actriz estadounidense Meryl Streep con el actor, director y productor Clint Eastwood en el set de su película 'Los puentes de Madison'. (Foto de Sunset Boulevard/Corbis a través de Getty Images)

Los puentes de Madison no habrá ganado ningún premio Oscar ni será de las producciones más taquilleras de la historia, pero su relación con el público quedó sellada para siempre a través de uno de los finales más inolvidables de la historia del cine. Porque Meryl Streep y Clint Eastwood crearon un romance suspendido en el tiempo que sigue provocando el mismo impacto emocional desde 1995, a través de la química explosiva, la elegante dirección de Eastwood y ese desenlace que nos mantiene al borde del sillón cada vez que volvemos a verlo. Sin embargo, si hubiera sido por el estudio, probablemente hubiéramos visto una película diferente porque ni Meryl Streep con 45 años y dos estatuillas doradas (más otras siete nominaciones por aquel entonces), pudo librarse de los prejuicios de Hollywood.

La legendaria actriz interpretaba a Francesca, una inmigrante italiana que, durante el verano de 1965, se quedaba sola en su casa de Iowa mientras su marido y dos hijos adolescentes partían a una feria durante unos días. Pero en ese mismo momento llegaba un fotógrafo de National Geographic a tomar fotografías de un puente cercano. Un hombre aventurero que despertada en ella deseos hasta entonces silenciados. Los puentes de Madison nos contaba la historia de un amor imposible, pero también del despertar erótico y sexual de una mujer que dejaba sus sueños a un lado para cumplir su rol de madre y esposa en la América rural de los años 60s. Un romance que quedaba sellado a fuego a través de un final donde no hacían falta las palabras: Francesca con la mano en el picaporte de la camioneta, bajo una lluvia torrencial y decidiendo si abrirla y correr hacia su amante, o dejarlo ir para siempre, mientras él la espera a punto de doblar la esquina.

Habré visto Los puentes de Madison más de diez veces. He leído los libros (lo digo en plural porque existe una secuela, aunque no le hace justicia a la historia original) y aunque conozca la trama de memoria, todavía me sigue provocando los mismos sentimientos de complicidad con esos personajes inmortalizados por Clint Eastwood y Meryl Streep. Se trata de una película bañada en intimidad y pequeños detalles, donde las sutilezas, miradas y silencios cómplices, expresan tanta cotidianidad como romanticismo y libertad. Y lo más interesante es que por mucho que conozcamos el final, siempre consigue estrujarnos el corazón con ese deseo ferviente de que Francesca corra al encuentro de Robert Kincaid.

La actriz estadounidense Meryl Streep con el actor, director y productor Clint Eastwood en el set de su película 'Los puentes de Madison'. (Foto de Sunset Boulevard/Corbis a través de Getty Images)
La actriz estadounidense Meryl Streep con el actor, director y productor Clint Eastwood en el set de su película 'Los puentes de Madison'. (Foto de Sunset Boulevard/Corbis a través de Getty Images)

El primero en ver el potencial de la historia fue Steven Spielberg, quien tuvo buen ojo y compró los derechos de la novela de Robert James Waller antes de que saliera al mercado y se convirtiera en un libro superventas durante tres años consecutivos. El siguiente fue Clint Eastwood, que aceptó interpretar al protagonista masculino en los inicios del proyecto, aunque el guion no estuviera terminado. En realidad, tardó en tomar forma y no fue hasta que Richard LaGravenese (El rey pescador) cambió la narrativa, contando el romance desde el punto de vista del personaje femenino (a diferencia de la novela), que no terminaron de poner la película en marcha. Con el libreto terminado y definido, Clint Eastwood aceptó dirigirla cambiando su registro habitual entre el western y el thriller, para adaptar su mirada intimista sobre una historia diferente. Pero le faltaba compañera protagonista.

El autor de la novela quería a Isabella Rossellini, que era tres años menor que Meryl Streep. Y si bien se barajaron otras actrices como Anjelica Huston, Mary McDonnell, Cher o Susan Sarandon, la realidad es que estaban “buscando a chicas más jóvenes”. Lo contó el propio Clint Eastwood a EW en 1995, revelando que antes que aceptara dirigir la película y cuando Bruce Beresford iba a hacerse cargo, había entrevistado a “cada actriz escandinava” posible. Pero él quería plasmar un retrato realista, íntimo y maduro de Francesca a través de una actriz que reflejara la misma edad del personaje: esos 45 años. Y solo podía visionar a Meryl Streep haciéndolo.

“Mi amiga Carrie Fisher le dio el número de teléfono de mi casa a Clint Eastwood”, contó la ganadora del Oscar en un reportaje especial de la película producido por Amblin, la compañía de Spielberg. Y si bien no había terminado de leer el libro, no pudo rechazar la oferta que le hizo el director aportando una narrativa más femenina e íntima a la que se plasmaba en la novela. Sin embargo, aunque Clint Eastwood tenía 65 años e iba a interpretar a un interés romántico masculino, aventurero y pasional; el estudio no estaba muy conforme con la idea de que una mujer de 45 fuera su partenaire romántico.

Meryl Streep tenía la edad del personaje y era veinte años más joven que su compañero, y aun así el estudio objetó. “Creo que Clint tenía 65 años y yo estaba a punto de cumplir 45”, recordó la actriz en el reportaje mencionado. “Interpretaba a una mujer de 45 y el estudio sentía que yo era ‘demasiado vieja’ para dar vida a este personaje”, añadió para entonces explicar que Clint Eastwood los convenció con un argumento en su defensa.

La verdad es que la anécdota no sorprende después de todas las historias expuestas por diferentes actrices en los últimos años, que reflejan los prejuicios y misoginia de la industria en torno al ostracismo impuesto por algo tan natural como el paso del tiempo. Sin embargo, estamos hablando de una actriz que ya se había consagrado como una de las intérpretes más aclamadas de su generación. Y que, además, interpretaría a un personaje de 45 años que debía reflejar cierta madurez, experiencia y etapa vital que era una parte esencial de su historia. Francesca no podía ser interpretada por una actriz con una apariencia más juvenil porque no habría transmitido el mismo relato, despertar sexual, pasional y ansias de libertad que vivía el personaje en ese romance de cuatro días.

Parece insólito que los ejecutivos del estudio vieran a Meryl Streep como “demasiado vieja” a los 45 años. Pero la historia evidencia el edadismo y sinsentido que reinaba en esta industria, con frenos aparentemente normales sobre personajes que, desde el papel, estaban diseñados para actrices mayores de 40. Mujeres profesionales que, durante mucho tiempo, vieron cómo eran apartadas y dejadas a un lado al cumplir las cuatro décadas. Pero nadie chistó a la elección de Clint Eastwood.

Afortunadamente, el director insistió, convencido de que ella era el camaleón necesario para este papel, una mujer que “podía convertirse en quien quisiera”, con la edad perfecta para el personaje. Y juntos crearon algo inolvidable que tapó todas esas bocas prejuiciosas.

Clint Eastwood y Meryl Streep de pie en la cocina festejando en una escena de la película 'Los puentes de Madison', 1975. (Foto de Warner Brothers/Getty Images)
Clint Eastwood y Meryl Streep de pie en la cocina festejando en una escena de la película 'Los puentes de Madison', 1975. (Foto de Warner Brothers/Getty Images)

Porque uno de los motivos que convierten a Los puentes de Madison en un drama efectivo es precisamente la credibilidad y madurez que aportan a cada personaje desde un plano que identifica la esencia de cada uno. No se trata de un romance que apela al idealismo o fórmulas convencionales del cine romántico, sino que refleja sentimientos reales capturando la feminidad de Francesca y el dolor profundo de Richard en cada silencio. Y esto se consigue, en parte, por la verdad que aporta la edad real de sus actores. Por la experiencia que reflejan en la piel, la mirada y sus interpretaciones.

De esta manera, ambos lograron demostrar el valor de la experiencia femenina a ese Hollywood prejuicioso, sin que la edad sea un factor descartable. Meryl Streep estuvo nominada al Oscar por su trabajo y juntos crearon una película inolvidable que recaudó $182 millones en la taquilla mundial y cautivó a generaciones desde 1995. Sobre todo, con uno de los finales más intensos del cine dramático que todavía nos provoca cosquillas en el estómago sin decir una palabra.

Los puentes de Madison está disponible en el catálogo de HBO Max.

Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.

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