Cómo Vin Diesel salvó 'Rápidos y furiosos' del abismo gracias a un capricho pasional
Rápidos y furiosos se erige como una de las franquicias más longevas y exitosas del cine de acción. Con más de diez entregas a sus espaldas, se ha convertido en un imprescindible para los amantes de la velocidad, los coches y la adrenalina que buscan emociones fuertes en la gran pantalla. Además, es el buque insignia de estrellas como Vin Diesel, cuyo papel como Dominic Toretto es posiblemente el más admirado y carismático de su carrera. Sin embargo, esto no siempre fue así, puesto que la saga vivió sus inicios con incertidumbre y ni siquiera sus protagonistas, y en especial Diesel, parecían tenerle demasiada estima.
Debemos remontarnos a sus orígenes, a cuando en 2001 conocimos a Toretto y a Brian jugando al gato y al ratón en aquella cinta de carreras callejeras cuya aspiración de blockbuster aún quedaba lejana. Universal Pictures, productora tras la saga, no planteó Rápido y furioso como un título de alto octanaje, más bien como una producción de mediano presupuesto donde hazañas tan extremas como autos yendo al espacio, saltando entre rascacielos o corriendo sobre el hielo eran impensables.
Su recaudación en taquilla ascendió a 200 millones de dólares, que ante un coste de solo 38 millones le bastó para convertirse en una de las cintas más rentables de aquel año. La secuela fue inevitable, aunque la idea de anclarse a una saga sobre carreras clandestinas, delincuencia y coches tuneados no fue muy tentadora para su elenco. Y no es de extrañar, puesto que en aquel momento no hablábamos de títulos de éxito masivo y mucho menos de cintas de prestigio que pudieran consolidar carreras en Hollywood.
+Rápido +Furioso, su continuación, trajo de vuelta a Paul Walker como Brian, pero Vin Diesel rechazó regresar como Toretto y Tyrese Gibson entró a ejercer de coprotagonista. La sustitución no sentó mal y sus datos superaron a los de su predecesora con $236,3 millones, pero todo cambió a partir de la tercera película, cuando nadie del reparto original se puso ante las cámaras. Esto condujo a Universal a plantear una entrega totalmente alejada de sus predecesoras, cambiando la ambientación a Japón, jugando con nuevos estilos de carreras callejeras e introduciendo a Lucas Black como la nueva estrella protagonista. Pero la decisión fue desastrosa.
Según publicaban medios como The Wrap, las previsiones de taquilla para Rápido y furioso 3: Reto Tokio eran tan devastadoras que el estudio incluso se planteó cerrar la saga con secuelas directas a DVD. “Internamente hablábamos de que la franquicia estaba acabada", explicaba Jeffrey Kirschenbaum, copresidente de producción de Universal Pictures, al mencionado medio en 2013. "En ese momento estábamos valorando si pasar directamente al video o no para futuras secuelas. No estábamos seguros de lo que íbamos a hacer".
Pero antes de tomar una decisión tan drástica, que inevitablemente hubiera llevado a Rápido y furioso a la tumba, desde Universal trataron por todos los medios alcanzar la única meta que podría salvar la saga: traer de vuelta a Vin Diesel como Dominic Toretto y apelar a la nostalgia por la primera película. Con Reto Tokio ya rodada era imposible incluir al personaje en la trama, sobre todo valorando lo mucho que se diferenció de sus predecesoras. Sin embargo, la posibilidad de añadir un pequeño cameo era perfectamente viable, solo había que sortear el obstáculo de convencer a Diesel para regresar a la saga. Y no fue precisamente fácil.
En aquel momento, en 2006, los ojos de Vin Diesel estaban puestos en Riddick, otra de las franquicias de acción con la que nos deleitó en los 2000 interpretando a un temible asesino en los confines del espacio. Su primera entrega, Criaturas de la noche, fue un éxito, consiguiendo doblar su coste de 23 millones de dólares con una recaudación de 53. Pero no fue el caso de su secuela, que cerró su carrera comercial con un gran agujero de pérdidas.
El estudio, también Universal Pictures, se confió en exceso en el futuro de Riddick y desembolsó hasta $105 millones para producir su continuación, una decisión que fue un completo descalabro cuando la película solo pudo recaudar $115 millones en todo el mundo. Sin embargo, terminarían sacando partido de este fracaso, porque fue clave para resucitar Rápido y furioso y llevarla a lo más alto.
Pese a la mala taquilla, Diesel guardaba gran cariño a Riddick y se empeñó en desarrollar una tercera parte. Su idea era producirla con un presupuesto similar a la primera entrega, lo que en un supuesto de alcanzar las cifras de la secuela le daría beneficios más que de sobra. Pero Universal no iba a ponerlo tan fácil. En su lugar, le ofrecieron los derechos de la película para que se los llevara a otro estudio, pero el acuerdo venía con letra pequeña, porque para que pasaran a sus manos debía volver a interpretar a Dominic Toretto.
La tercera entrega de Riddick no llegó hasta 2013, pero para ver a Diesel ponerse de nuevo al volante en Fast & Furious no tuvimos que esperar mucho. La tercera entrega, tal y como predijo Universal, se deshinchó en taquilla con $158 millones, casi $100 millones menos que su predecesora. Pero la aparición de Toretto en su escena postcréditos y las ansias que despertó en el público dio confianzas de que la franquicia aún tenía futuro. "Fue como un concierto de rock. El público se volvió loco”, recordaba el presidente de producción de Universal en su entrevista con The Wrap.
Lo comprobamos en 2009, cuando Rápido y furioso dejó de lado los experimentos de Tokyo Drift y apostó por lo que mejor funcionó en sus orígenes para su cuarta entrega. Y no es solo que volvieran Vin Diesel, Paul Walker o Michelle Rodríguez, es que Universal Pictures fue a por todas con mayor presupuesto y ambición al elevar los robos y enfrentamientos con la ley a un nivel más espectacular. Básicamente, la saga mezclo sus virtudes con la acción y adrenalina propia de cualquier entrega de Misión Imposible. Y la taquilla respondió como nunca.
Rápidos y furiosos 4 cerró su carrera comercial con 380 millones de dólares y marcó un punto de inflexión en la saga. Las futuras secuelas fueron creciendo en calidad y espectáculo, empezaron a sumar estrellas de acción como Dwayne Johnson, Charlize Theron o Jason Statham y la taquilla se volvió imparable hasta el punto de superar los 1.000 millones de dólares con las últimas películas. Al final, el capricho emocional de Vin Diesel por Riddick fue clave para salvar Rápido y Furioso, que sin ninguna duda se ha convertido en la saga más icónica y exitosa de toda su carrera.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.
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