Moria Casán: el abuso que sufrió de niña, los “sex toys” con Galmarini y su relación con Susana Giménez

Antes de iniciar los ensayos de la obra Cuestión de género, la actriz disfruta de la temporada despedida de Brujas en el Atlas de Mar del Plata
Antes de iniciar los ensayos de la obra Cuestión de género, la actriz disfruta de la temporada despedida de Brujas en el Atlas de Mar del Plata - Créditos: @Mauro V. Rizzi

MAR DEL PLATA.- Para luego conversar distendida, elige primero realizar la producción fotográfica que acompaña esta entrevista. La sesión se convierte en una oda de la gente hacia ella. Un grupo de muchachos sub-30 le gritan desde el balcón de un edificio y, cuando los turistas que regresan de la playa la perciben posando en la terraza del Hotel Hermitage frenan su paso para saludarla. Ella responde a todos. Levanta los brazos como una candidata de la política en su último día de campaña.

“Mirá en un minuto lo que se generó”. Lo dice con inocultable orgullo sobre sí misma.

–Tus “votantes” van desde los adolescentes hasta los adultos mayores.

–Es increíble.

Su colaboración en el tema “¿Quiénes son?” de Lali Espósito, su empatía con colectivos como el LGBTIQ+ y sus siempre disruptivas declaraciones, la convierten en una celebridad que desafía los tiempos y seduce a una multiplicidad de generaciones. Los jóvenes la sienten tan cercana como a un rapero.

Unos segundos expuesta al público son suficientes para que la gente se asome a los balcones para saludarla a viva voz
Unos segundos expuesta al público son suficientes para que la gente se asome a los balcones para saludarla a viva voz - Créditos: @Mauro V. Rizzi

El año que viene cumplirá 80 años , pero en ella se trata solo de una anécdota. Siempre supo moverse con inteligencia para no quedar anquilosada en un tiempo pasado. Hasta produjo su propio podcast para contar su vida y también hace streaming con su espacio Nave nodriza. Este invierno, Netflix producirá su biopic.

No es vintage. Moria es hoy. Acaso por eso sea una de las claves del éxito de Brujas, la comedia coral y eterna que acaba de cumplir 34 años de vida y se volvió a dar en el teatro Atlas de esta ciudad a modo de despedida. “Es un fenómeno social para estudiar por antropólogos”. Allí se perpetúa junto a sus compañeras Nora Cárpena y Graciela Dufau, socias fundadoras de la proeza, y Luisa Kuliok y María Leal, las más recientes “adquisiciones” de la obra que fuera dirigida por Luis Agustoni.

“Mucha gente que me conocía de mi época de vedette descubre en Brujas que puedo ser actriz de texto. Un chico de treinta años me comentó que les sugería a sus amigos ir a una función para ver a una Moria que ´es mucho más que un meme´”.

–En tal caso, el meme es consecuencia. ¿Sos consciente de lo que significás para la cultura popular de los argentinos?

–Nada me mueve la aguja, aunque tengo un gran ego, soy yoica ; pero desde el lugar de quererme, priorizarme y elegirme, para no victimizarme, no depender de los demás y atravesar lo que me toque atravesar y seguir adelante sana y no quejosa.

–¿No es mucho?

–Es un “trabajazo” que hago desde que era chica. Mi madre me ponía barro en la piel, parecía un hornero.

–¿Barro?

–Sí, y me lo quitaba con una regadera, me exfoliaba suavemente y me untaba leche de almendras. Creo que ahí fue cuando me comencé a construir.

Habla Ana María Casanova, tal su verdadero nombre, y hay que atenerse a todo. Tan porteña y federal como el Obelisco. Apodada “La One”.

Ícono y leyenda, la “última gran vedette”, que alguna vez contó con una escultura en el Museo Mar de Mar del Plata de más de diez metros de altura diseñada por el artista plástico Edgardo Giménez. Aquella obra se llamó “Monumental Moria”, como su recordado programa de TV.

Su porte llama la atención. Mirada penetrante. Atraviesa ese señorial salón del Hermitage que supo aglutinar a lo más granado de la farándula en la década del ochenta (Moria incluida). Pide un licuado de frutillas y se distiende sabiendo que aún le restan tres horas para el comienzo de esa épica de la escena producida por Carlos Rottemberg.

"Monumental Moria", de Edgardo Giménez, una obra de grandes dimensiones que celebró el pop de la década del ochenta
"Monumental Moria", de Edgardo Giménez, una obra de grandes dimensiones que celebró el pop de la década del ochenta

Inhundible

–Volvamos al barro.

–Muy simbólico.

–Por eso mismo.

–Estuve en el barro siendo una niña de cinco años y luego lo atravesé con el taco aguja, pero nunca me hundí . Me acuerdo que, cuando mi madre me untaba, me quedaba dura, porque sabía que, si me movía, se agrietaba. Nunca hice psicoanálisis, pero creo que en esas prácticas aprendí a meditar.

–¿Cómo era el contexto familiar de aquella niña?

–Mi madre tenía rigor, pero era muy dedicada a mí y mi padre, a pesar de haber sido militar, era más bohemio, porque también era músico. En casa se escuchaba música clásica. Yo tenía profesora de piano e íbamos al Teatro Colón.

De aquella madre que le sacaba el barro “con caricias” a una Moria que acuñó la dinámica de “teflonarse”, en referencia a ese tipo de superficies donde nada queda pegado, hubo un largo derrotero donde lo bueno y lo malo pareció nunca atravesarla del todo. Padeció el abuso infantil , convivió con parejas violentas y sumidas en adicciones.

Cuando en el programa Bailando por un sueño se arrojó a una piscina y su peluca se desprendió de su cabeza y quedó flotando en el agua, ella sonrió, tomó el apósito y lo mostró como una cucarda.

En 2015, pasó varios días detenida en una cárcel paraguaya luego de un confuso episodio en un desfile de modas de donde desaparecieron algunas joyas valiosas . Convirtió a sus compañeras de celda en sus asistentes y hasta se mostró leyendo a cara lavada en una cama más parecida a un catre. Quedó libre de culpa y cargo. Eso, que para cualquier mortal podría haber sido el fin de su carrera, ella lo capitalizó.

Como aquel personaje del Titanic llamado Molly Brown, pareciera ser inhundible (aunque ese musical lo protagonizó su excompañera de rubro, Susana Giménez). Moria es Moria.

Moria Casán en Luque (Paraguay), momentos antes de declarar ante la fiscal
Moria Casán en Luque (Paraguay), momentos antes de declarar ante la fiscal

“Trasciendo todo, sigo, no me quedo con rencor, lo elimino, como se quita el spam. Nunca tuve apego por nada”.

–Por nada, ¿y por nadie?

–Lo aprendí desde muy chica.

–¿Cómo fue?

–Hamacándome nueve horas.

–No entiendo.

–Yo era una niña enfermizamente celosa, al punto tal que no quería que mi mamá y mi papá durmieran juntos.

–¿Por qué te cambió una hamaca?

– Subida a una hamaca, decidí dejar de ser celosa . Fue en el campo donde vivía parte de mi familia, el lugar donde pasaba los veranos con mi mamá, ya que mi papá prefería el mar. Allí también estaban mis primos y eso me despertaba unos celos terribles.

–Dejabas de ser el centro de atención de tu madre.

–Una noche me comencé a hamacar a la madrugada y me propuse que, cuando todos se levantaran, dejaría de ser celosa.

–Nada menos.

–Cuando todos amanecieron, ya había decretado que no era más celosa. Y, a partir de ahí, fui muy feliz. Hasta ese momento era Otelo, una loca; los celos me carcomían.

–Qué curioso que la decisión se amasó en una hamaca...

–Aunque nunca me analicé, una vez un psicólogo me dijo que hamacarse era una actitud masturbadora.

Si lo de la hamaca le torció cierto rasgo de su personalidad, otro hecho se convertiría en un punto de inflexión: “Cuando terminé el colegio primario, lloré desconsoladamente en mi cama y hasta levanté temperatura, pero ahí mismo me propuse no recordar nunca más ese período de mi vida”.

–¿Por qué?

–Significaba dejar atrás la niñez.

La adolescente Ana María jamás volvió a pasar por la escuela pública número 12 de la calle Cortina, salvo cuando se dirigió al funeral de su padre.

"Hoy hice veinte piletas". En la piscina del Hotel Hermitage, cada mañana la actriz se entrena para mantener su buen estado físico - Créditos: @Mauro V. Rizzi
"Hoy hice veinte piletas". En la piscina del Hotel Hermitage, cada mañana la actriz se entrena para mantener su buen estado físico - Créditos: @Mauro V. Rizzi

La de todos

–Dado tu nivel de exposición, podríamos decir que “sabemos todo sobre Moria”. ¿Qué te guardás?

– En mi construcción hay mucha soledad elegida por mí , porque me hice muy amiga de mi ser. No soy una fóbica social, tengo amigos, pero primero estoy bien conmigo misma. Para construirse no hay que mentirse y para no mentirse hay que estar sola, saber qué te gusta y qué desechas. En general, no consulto nada con nadie .

Recuerda cuando descendió, por última vez, las escalinatas de la Facultad de Derecho sobre la avenida Figueroa Alcorta -acababa de dar un examen de Economía Política con el hermano de Roberto Alemann- para asistir a la audición que le tomaría el empresario Carlos A. Petit, un prócer de la revista porteña: “Bajé aquellos escalones y dos horas después los de la escalera del escenario de El Nacional. Me había ido de mi casa a las siete de la mañana y volví a la madrugada siguiente pintada como una puerta”.

En aquel debut, que sería el primer paso a una carrera exitosa y extensa, el primer eslabón para construir su propia marca y fabricar su leyenda, se montó de Charles Chaplin y se desvistió en escena ante mil espectadores que elogiaron su desnudez. “Antes me fui a comprar una maquinita de afeitar”, dice, a su modo, sin medias tintas ni pudores. De otro modo, no sería ella.

Explica que, cuando se está por tomar una decisión, consultar con otro implica poner en juego una “porosidad” propia de la circunstancia y que eso influye definitivamente en la decisión: “Es lo mismo que sucede en el escenario, si uno le pone cara al público está trabajando para esa persona, yo prefiero hacerlo para todos, que no haya un rostro puntual”.

–¿Cuándo te diste cuenta que tenías un físico llamativo, imponente?

– Siendo chica, caminando por la calle con mi madre, recibía las miradas de los hombres . Una vez, cruzando en una esquina, un tipo desde un coche le dijo a mi mamá: “Señora, guárdemela para dentro de unos años”.

–Una actitud repudiable.

–Absolutamente. Era flaquita, “normalita” y estaba vestida como una nena, pero siempre llamé la atención. Cuando salía con mi viejo, él prefería ir delante de mí, porque si caminábamos a la par, la gente decía cosas y él se terminaba peleando con todos.

Marquesina de 1973. A poco de iniciar su carrera, Moria Casán encabezó los espectáculos de la revista porteña
Marquesina de 1973. A poco de iniciar su carrera, Moria Casán encabezó los espectáculos de la revista porteña

–¿Alguna vez te molestó el cuerpo?

–Sí, cuando fui al casamiento de mi mamá y mi papá.

–No me das tregua, ¿cómo fue eso?

–Mis viejos estaban casados por civil y, cuando mi mamá se operó en el Instituto de Gastroenterología, mi viejo le propuso casarse en la capilla del hospital.

–Una celebración posquirúrgica...

–Cuando salí de casa rumbo a ese casamiento, caminé tres cuadras hasta tomarme un taxi y varios hombres me dijeron cosas referidas a mis pechos, que ya me habían comenzado a crecer, aunque no eran desmesurados; me los mejoré cuando comencé a trabajar.

–Nunca ocultaste tus intervenciones estéticas.

– Debuté y me hice figura con mi físico natural, no necesité operarme . Con los años, en lugar de gastar en vestidos, invertí en mí y decidí aumentar el tamaño de mis lolas con el doctor (José) Juri.

–Volvamos a aquella vez en la que te piropeaban rumbo al casamiento de tus padres, siendo muy jovencita. Entiendo que no habrá sido grato.

–Al punto tal que volví a mi casa para fajarme y que mis pechos no se notaran .

Emancipada desde adolescente, le pidió a su padre que le colocara una barra y espejos en el garaje de su casa para que pudiera comenzar a dar clases de danza. “Lo primero que me compré con mi dinero fueron unos zapatos tipo chatitas, algo para caminar, avanzar”. Caminó y avanzó. Tan simbólico como el barro. “Nunca le pedí plata a nadie”.

–Aunque sí sostuviste emocional y económicamente a mucha gente.

–Toda mi vida, pero jamás supe lo que es ser mantenida, solo he recibido regalos importantes de algunos señores.

Luego de la temporada de Brujas en Mar del Plata, la actriz ensayará una pieza francesa que protagonizará junto a Jorge Marrale en el Metropolitan de Buenos Aires
Luego de la temporada de Brujas en Mar del Plata, la actriz ensayará una pieza francesa que protagonizará junto a Jorge Marrale en el Metropolitan de Buenos Aires - Créditos: @Mauro V. Rizzi

Lo peor

–¿Cómo superaste el abuso de parte de un familiar que padeciste?

–No sé si lo superé.

Una rendija de vulnerabilidad parece abrirse en la mujer todopoderosa. Hay dolores, tragedias que diezman hasta el más fuerte. Aquello la marcó de tal forma que la llevó experimentar lo que entendió como una desagravio: “Estaba estudiando Geografía cuando decidí salir a la calle a levantarme a alguien por plata. Me acosté con un tipo que era un asco, fuimos a un lugar e hicimos lo que teníamos que hacer” .

–Eras una adolescente.

-Estaba en el secundario.

–¿Por qué hiciste eso?

–Fue como un brote.

–Una revancha a aquel abuso...

–Supongo, me cosifiqué; me puse en objeto sabiendo que era sujeto. Lo hice bañar y hasta gocé.

–El abuso, ¿a qué edad había sucedido?

–A mis siete u ocho añitos.

–¿Quién lo cometió?

-Mi abuelo paterno. Fue el primer hombre que conocí, no llegó a penetración, sino a un manoseo.

–De todos modos fue un abuso.

–Por supuesto.

Su noviazgo con Pato Galmarini

Está en pareja con Fernando “Pato” Galmarini , un veterano dirigente político del peronismo que llegó a ser secretario de Deportes durante la presidencia de Carlos Saúl Menem. Su vínculo la llevó a sumarse a una familia de figuras públicas. Malena Galmarini es hija de “Pato” y su esposo es Sergio Massa.

–¿Cómo es el amor en esta etapa de la vida?

–Relajado, Galmarini es un gran personaje, con mucho sentido del humor. Lo que más admiro de él es su lealtad.

–¿Lealtad a su ideología?

–No sólo a eso, sino también a su familia, a sus amigos, a su gente. Si tiene que hacer doscientos kilómetros para ver a un amigo que lo necesita, los hace. Es muy personal e independiente y jamás le pidió permiso a un hijo para estar con determinada mujer.

–¿Cómo te llevás con su familia, especialmente con Malena Galmarini y Sergio Massa?

–El vínculo es divino. De alguna manera, son la familia que no tuve . Vengo de una familia pequeña, donde solo estaban las hermanas de mi mamá, pero nunca fuimos de ser los que los domingos se reunían a comer los ravioles de la abuela.

–Ahora sí hay ravioles del domingo.

-Los hijos de Galmarini me dicen mami Mo y los nietos abu Mo. Son buena gente y muy solidarios entre ellos.

–Imagino que las comidas están atravesadas por las charlas sobre la actualidad.

–Nunca se habla de política.

–¿No?

–Jamás. Cuando Malena, Sergio y “Pato” se quedan solos, los escucho que comentan sobre política, pero, mientras estamos todos reunidos, los temas son otros.

–¿Sobre qué hablan?

Los tipos hablan de deportes, de los pases de los jugadores; pero, cuando estamos todos juntos, en general hablamos sobre la vida y también sobre el chismerío del espectáculo.

Desprejuiciados. Moria y Pato Galmarini en las playas de Portugal durante unas vacaciones
Desprejuiciados. Moria y Pato Galmarini en las playas de Portugal durante unas vacaciones - Créditos: @instagram.com/moria_laone

–¿Cómo es el sexo en esta etapa de la vida?

–Es muy bueno, porque es casi tántrico. Entran a jugar un montón de fantasías y los aparatitos .

–¿“Aparatitos”?

–Sí, mi amor. Le dije a Galmarini: “Estos son mis sex toys”.

Parece ser que Moria desplegó un arsenal de elementos que dejó atónito a su novio de 82 años. “´¿Qué es esto?´, me preguntaba”.

–Volvamos a lo tántrico, es más poético.

–Es maravilloso. Podemos estar los dos desnudos en la cama, hablando y pasándola bien tocándonos . No quiere decir que no tengas libido, sino que va por otro lado. Es el descubrimiento de una nueva adultez extrema. Es el buen amor, que también tiene pasión, es una adolescencia alargada, donde también vas descubriendo cosas .

–¿Qué otro secreto?

–Mantenemos nuestra individualidad, él no deja de hacer nada por mí y yo no dejo de hacer nada por él, pero no somos una pareja libre, hay un sumo respeto por el otro.

–Siempre dijiste que fuiste muy monógama.

–Re monógama, ese es el trabajo. Lo más fácil es ir picoteando por ahí, pero eso tiene que ver con la inseguridad. Ahora, si algo se va terminando, y estoy duelando, puede ser que aparezca algo en el medio. En esos casos, he sido infiel, pero porque una relación se estaba por terminar.

–¿Podríamos decir que la China Suárez “duela” muy seguido?

(Moria estalla en una carcajada, bebe su licuado de frutillas y arremete) –“No la juzgaría a la China. Hay mujeres que tienen un ángel especial, es una chica libre. Si se enamora de alguien y se juega, me parece que es valiente, no reprime ”.

Desprejuiciada. Hace algunos veranos generó revuelo cuando se atrevió a posar en bikini
Desprejuiciada. Hace algunos veranos generó revuelo cuando se atrevió a posar en bikini

Luz, cámara, Moria

–Con una vida como la tuya, el argumento de tu serie será bien interesante.

–Creo que será fabulosa, tengo un equipo LGBTIQ+ que la está haciendo que es una bomba.

–¿Se sabe quiénes harán de vos en las diversas etapas de tu vida?

–Hay una confidencialidad estricta.

–¿Vos participarás frente a cámara?

–No puedo decir nada, pero...

–Habiéndote llevado tan bien con Susana Giménez cuando compartían el teatro de revista y el cine picaresco, ¿por qué hablás tanto sobre ella y no siempre en los mejores términos?

Me preguntan por Susana y contesto con humor. Cuando me cuentan que se fue a vivir al Uruguay y yo respondo que hizo un “retiro impositivo” o, como dije alguna vez, que se convirtió en una “charrúa albina”, se trata de humor. Tal vez, mi humor sarcástico no le cierre o se lo cuenten cambiado. ¿Cómo voy a atacar a una mujer que no me hizo nada?

–Se llevaban muy bien.

–Nos llevábamos divino, era muy buena compañera y tengo mucho respeto por ella, es una estrella increíble de nuestro país . Susana no podría haber sido otra cosa que estrella, porque tiene un carisma inusitado.

–Han viajado juntas...

–Hicimos un viaje a Nueva York con Carlos Sexton, mi pareja de entonces, y con Ricardo Darín, cuando se empezaba a encontrar con Susana.

–¿Es cierto que fueron de incógnito a un cine que exhibía películas condicionadas para adultos?

–Sí, fuimos a ver Calígula y la sala estaba llena de argentinos, nos reconocieron todos y Susana se quería matar. Nos reímos mucho.

Antes del final

–Tu hija, Sofía Gala Castiglione, es una estupenda actriz. Mirando hacia atrás, ¿cómo fue su crianza?

– Le inculqué la libertad. Es más fácil criar en el “no” que en el “sí” , pero también le marqué las precauciones que tenía que tener y algunos límites lógicos. Sofía es una extraordinaria persona, una mujer libre.

–¿Qué opinión te merece Amalia “Yuyito” González?

–Fue una buena “segunda” que tuve en la revista y esto no es despectivo. Era la época en la que ella estaba con (Guillermo) Cóppola y Hugo Sofovich me preguntó a quién quería en el espectáculo y la propuse a ella.

–¿Cómo la ves hoy?

La veo muy ubicada a Yuyo. Me gusta cómo habla y conmigo siempre fue muy amorosa y profesional a la hora de trabajar, no tengo nada malo para decir. Vive un romancete inesperado.

Como una caja china que no deja de abrirse con sorpresas, Casán cuenta que tiene una fan brasileña que la sigue a todos lados, incluso a sus vacaciones en China .

–¿No es un caso estilo Bebé reno?

–Para nada, es una politóloga de menos de treinta años que habla cinco idiomas, tiene novio y una gran admiración por mí.

Antes de la despedida, es tiempo de pensar en el futuro y de alguna reflexión final. Luego de la temporada marplatense de Brujas, la actriz se sumergirá en los ensayos de la obra Cuestión de género, de Jade Rose Parker, que dirigirá Nelson Valente y que contará con el coprotagónico de Jorge Marrale. “La empresa Rottemberg-Kompel compró esta comedia francesa para mí y me tiene fascinada”. El proyecto, que en España estrenó Victoria Abril, se verá este invierno en una de las salas del Metropolitan. “La última vez que estuve en ese teatro fue para hacer La revista de las súper estrellas, con Susana, Jorge Porcel y Alberto Olmedo”.

Un ícono. La actriz se reconoce
Un ícono. La actriz se reconoce "yoica", pero también afirma que la fama no le "mueve la aguja" - Créditos: @Mauro V. Rizzi

La actriz suele darse gustos escénicos y, más allá del género de la picaresca, también ha hecho en teatro Las tres viejas, de Alejandro Jodorowsky; Priscilla, la reina del desierto (primera vez que una actriz realizaba el papel transexual pensado para actores); The Hole (espectáculo en el que una rata le caminaba por el cuerpo); Julio César, de William Shakespeare, (en versión drag) y Una visita inoportuna, de Copi y con dirección de Stephan Druet.

“Fui lanzada, ninguna mujer de este país ha hecho lo que hice yo , en cuanto a jugarse y ser disruptiva; todas hacen lo mismo y no salen de su comodidad. La comodidad te mete en una avaricia de espíritu ”.

Es hora de terminar la charla. Moria debe cumplir con la función de Brujas, un mojón más de una jornada que comenzó en la piscina del hotel nadando “veinte piletas en ropa interior”. Eso sí, ese vestuario es solo para el deporte, ya que en su vida cotidiana no utiliza ese tipo de prendas íntimas. Antes de partir, deja una frase flotando: “Tengo tanta luz que me hago sombra”.

Agradecimiento: Hermitage Hotel