Nicole Kidman y el fantasma del pasado que vuelve para atormentarla
La actriz no se siente orgullosa de una actuación que vuelve para atormentarla de nuevo
Nicole Kidman tiene decenas de películas, series y personajes de los que sentirse orgullosa. Porque no solo desafió los estereotipos misóginos que apartaban a las actrices pasados los 40 (y que dominaron la industria antes del #MeToo), sino que supo labrarse una trayectoria venerada por la crítica y público, siendo de las primeras movie stars que vieron el potencial del streaming cuando el tradicionalismo hollywoodense lo miraba de reojo. Sin embargo, existe un trabajo del que no se siente orgullosa. Uno que marcó una etapa de críticas, burlas y controversias. Y que ahora vuelve para despertar recuerdos que seguramente no quiere revivir.
No piensen que se trata de una producción de sus inicios, cuando todavía no tenía la experiencia que destila ahora o no había pulido su talento lo suficiente. Al contrario. Nicole Kidman había dejado huella con interpretaciones aplaudidas en Ojos bien cerrados (1999) o Regreso a Cold Mountain (2003), y ganado el Oscar por Las horas (2002), cuando protagonizó la película que la hizo dudar de su talento.
Les hablo de Australia, la producción épica, romántica y aventurera que emulaba a Lo que el viento se llevó, y que contaba el romance entre una aristócrata inglesa y un peón de rancho que vivían su historia de amor con la convulsa Segunda Guerra Mundial de fondo. Aquella que protagonizó con Hugh Jackman bajo las órdenes de Baz Luhrmann, siete años después de trabajar juntos en Moulin Rouge, amor en rojo (2001). La misma que fue un desastre de taquilla global.
Resulta que esta misma película vuelve con nuevo montaje, convertida en serie de seis capítulos y con nuevo título.
Se trata de Faraway downs, la versión extendida para la televisión que el director de Elvis decidió editar después de ver cómo “el mundo streaming” revitalizó las narrativas episódicas. “Con más de dos millones de pies de película de la pieza original [unos 609.000 metros), mi equipo y yo pudimos revisar nuevamente los temas centrales de la obra”, dijo en la ceremonia de clausura del SXSW Sydney Screen Festival (vía Variety). Así que decidió volver a la historia, recuperar el metraje olvidado y transformar las casi tres horas de película en una serie limitada que Star+ estrenará más adelante.
Es decir, que la película que hace 15 años fue un batacazo que generó perdidas de 50 millones de dólares, regresa próximamente convertida en serie. Y esto seguramente es un balde de agua fría para Nicole Kidman.
No por el desastre económico o las críticas negativas, sino porque ella misma no se quedó conforme. “No puedo ver esta película y estar orgullosa de lo que hice”, dijo en la estación radial 2dayFM de Sídney al recordar el estreno inicial en la ciudad australiana, según Daily Mail. De hecho, aseguró que se "retorció" en la butaca durante la proyección.
“Me senté allí, miré a [su esposo] Keith y dije: '¿Soy buena en esta película?' Pero pensé que Brandon Walters (un niño aborigen de 11 años) y Hugh Jackman estaban maravillosos. Es simplemente imposible para mí conectarme emocionalmente con ella”, añadió. Es más, se sentía tan nerviosa por las reacciones que podrían venir a continuación que abandonó su país poco después del estreno. “Huimos porque no quería leer nada. No quería saber. Vi a mi hermana, mi familia, vimos a la familia de Keith y nos fuimos derecho al avión”.
En aquel momento explicó que no suele ver sus películas. Que, hasta aquel entonces, solo había visto Moulin Rouge, asistiendo a la proyección de Australia para complacer a su amigo y director. Como si su reacción estuviera relacionada con el desagrado de verse en pantalla. Sin embargo, cuando la película llegó a los ojos de los críticos y público, supimos que Nicole Kidman no estaba mal encaminada. Que no era el trabajo del que podía sentirse más orgullosa, sobre todo, por la debacle mediática que vino a continuación a través de las críticas y comentarios dirigidos a su rostro.
Porque más allá de las opiniones cinematográficas y el exceso superficial de lucir a Hugh Jackman, sus pectorales y belleza física como si fuera el objeto de deseo más codiciado de Australia (dejando a Nicole completamente de lado), la película puso sobre la mesa el debate de los excesos estéticos y cómo pueden afectar una interpretación hasta el punto de eliminar la comunicación emocional.
La interpretación de Nicole Kidman despertó burlas y críticas a raíz del exceso de tratamientos estéticos en el rostro, dándonos una interpretación que parecía acartonada y sin gestos. Fue la actuación que colocó la conversación en su rostro y las comparativas físicas con otros trabajos pasados o futuros como si el uso de bótox fuera lo peor que había hecho en su carrera.
Ella misma reconoció tiempo después al periódico italiano La Repubblica que se arrepintió de haber recurrido al bótox, diciendo que fue un paso "desafortunado" en su régimen de belleza (vía Glamour). “No me operaron; desafortunadamente probé el bótox, pero lo superé y ahora finalmente puedo mover mi cara nuevamente”, dijo en 2013.
Todavía recuerdo aquella debacle mediática que hizo que el mundo entero prestara más atención a la flexibilidad de su rostro, o ausencia de ella, que sus actuaciones. Lo vivimos cuando los tabloides se centraron en destacar su piel durante la presentación de Grace princesa de Mónaco en el Festival de Cine de Cannes (con medios como Page Six recurriendo a titulares que decían ‘El look sorprendentemente hinchado de Nicole Kidman en Cannes’ o Daily Beast señalando ‘la cara sospechosamente suave’ de la actriz). Incluso su actuación en aquel biopic también se vio afectada por las críticas en torno a sus expresiones firmes.
La conversación tardó en cambiar y olvidar la fijación detectivesca de detectar si había bótox o no en el rostro de Nicole Kidman en cada película. Diría que fue a raíz de los aplausos cosechados en películas como El sacrificio del ciervo sagrado o la serie Top of the lake, aunque definitivamente Big Little Lies terminó por redefinir el foco de la atención.
Teniendo todo esto en cuenta, sumado al rechazo que Nicole Kidman sintió al verse en pantalla, podríamos decir que el regreso de Australia bien podría ser una pesadilla inimaginable para la actriz. Un fantasma del pasado que vuelve sin que nadie lo pidiera.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR | EN VIDEO
Sharon Stone no se arrepiente de haber priorizado la maternidad a su carrera
Gwyneth Paltrow, el Oscar y la broma que le sale cara
El calvario que vivió Mischa Barton en pleno éxito de 'The O.C.' todavía le pasa factura
Meryl Streep vivió una experiencia denigrante con Dustin Hoffman que hoy sería impensable