Ofelia Medina: el día que una reina de las telenovelas abandonó el foro de grabación para nunca volver
Con 70 años de edad y 53 de carrera, Ofelia Medina es una de las actrices más reconocidas y célebres de México, que además de haber hecho escuela con su trabajo en cine y en teatro, fue una de las primeras 'reinas' de la telenovela aún antes que Verónica Castro o Lucía Méndez, y marcó una época en el medio, mismo que se dio el lujo de abandonar de un momento a otro, justo en medio de una grabación. Esta situación, acontecida en 1996, causó un escándalo y marcó también un antes y un después en la historia de la TV mexicana.
Antes de debutar en telenovelas, Ofelia, nacida en Mérida, Yucatán, había estudiado danza en la Academia Mexicana de la Danza, y teatro, con Alejandro Jodorowski. Su primera aparición fue como el personaje titular en 'Patsy, mi amor', filme realizado en 1968, con un guion de Gabriel García Márquez, quien luego recibió el premio Nobel de literatura.
En la película, en la que comparte créditos con Joaquín Cordero y Julio Alemán, Medina encarna a Patricia o 'Patsy', una joven de clase alta que, tras pasar un tiempo en Europa, regresa a México a vivir con sus padres y, sintiéndose una mujer experimentada, inicia una relación con un hombre casado y mediocre, que destroza su mundo color de rosa con la crueldad de la realidad. El filme no tuvo mucho éxito cuando se estrenó, pero la presencia de la joven resultó tan impresionante en pantalla que de inmediato comenzó a trabajar en otras películas como 'Las figuras de arena', con David Reynoso y Elsa Aguirre, o 'Las pirañas aman en cuaresma', de Francisco del Villar, con Isela Vega.
Al ver a Medina en una obra teatral, la legendaria Ofelia Guilmáin la invitó a entrevistarse con Luis de Llano Palmer, en aquel entonces director de producción de Televicentro (que posteriormente sería Televisa) y este a su vez la mandó a hacer pruebas para la producción de Ernesto Alonso 'Lucía Sombra', donde el personaje principal era invidente. Ofelia pensó que, al no tener experiencia más que en cine, le ofrecerían un papel secundario, en lo que aprendía los detalles de actuar para televisión, pero no fue así: Alonso le dio el papel protagónico y de la noche a la mañana, Ofelia Medina se convirtió en toda una estrella y eventualmente, reina del género de la telenovela, algo que era inusual dada su juventud, habiendo sido consideradas las reinas indiscutibles del género figuras ya maduras como Silvia Derbez o la formidable Amparo Rivelles.
Esto dio un giro a las producciones, que empezaron a dar roles más destacados a actrices jóvenes y Medina fue la protagonista de grandes éxitos como 'La hiena' - en la que era la hijastra de la malévola protagonista encarnada por la Rivelles, y desafiaba a su madrastra con gran fuerza -, 'La señora joven', 'Paloma' y finalmente, su éxito apoteósico, producido por Valentín Pimstein: 'Rina'.
Esta telenovela causó sensación en su momento, y de hecho hizo historia por varias razones: fue la primera telenovela en horario nocturno (9 pm) que se produjo en habla hispana -hasta ese año, 1977, ese horario estaba reservado para programas de variedades o series filmadas hechas en EEUU - y también fue la primera telenovela en presentar escenas de contenido sexual explícitamente - antes todo ocurría fuera de cuadro -, entre el personaje de Carlos Augusto (Enrique Álvarez Félix) y Marcela (Sasha Montenegro), que era la rival de sus afectos con el personaje que encarnaba Medina, una joven vendedora con una joroba que de manera repentina, se convertía en heredera de una cuantiosa fortuna (esta telenovela fue la primera versión de 'María Mercedes', aunque Thalía se rehusó a que su personaje tuviera cualquier tipo de deformidad).
'Rina' fue tan popular en su momento, que Ofelia Medina se convirtió en la mujer del momento. Una multitud se congregó en la entonces recién inaugurada Basílica de Guadalupe, donde se grabaron las escenas de la boda religiosa entre Rina y Carlos Augusto, que por fin eran felices después que les hiciera la vida imposible la cruel, pedante y malévola doña Rafaela (María Rubio, la villana por excelencia de la televisión mexicana, junto con la inolvidable María Teresa Rivas, aunque Laura Zapata se enfade). Como parte de la trama, a Rina le era extirpada la joroba (cosa que en la vida real es imposible) y a Televisa llegaron miles de cartas de personas preguntando quién era el médico que había corregido este defecto; eran tantas, que Jacobo Zabludovski, en su noticiero 24 Horas, tuvo que aclarar al aire que todo era producto de la ficción.
Sin embargo, estando en ese momento en la cúspide de la popularidad, Ofelia encontró que la celebridad la agobiaba, y que se sentía constreñida por la manera en que el público la percibía. Fue así que decidió tomarse un tiempo para estudiar en Nueva York con Lee Strasberg, y posteriormente, en Dinamarca, dejando a muchos admiradores extrañados de que no quisiera seguir por el camino de fama que ya había trazado, rechazando telenovelas que fueron grandes éxitos para otras actrices.
Diez años después de haber realizado su última telenovela, 'La gloria y el infierno', una historia de época en la que aparecía con Héctor Bonilla, Ofelia aceptó volver a Televisa ante una tentadora oferta económica para protagonizar la primera (y hasta hoy única) co-producción entre México y Chile: 'Para toda la vida', la tercera versión de 'La madrastra', que había sido un exitazo en su versión mexicana titulada 'Vivir un poco', con Angélica Aragón y Rogelio Guerra.
La producción corría a cargo de Juan Osorio, y en parte, por el afecto que le tenía - uno de los primeros trabajos de Juan en televisión fue como asistente de producción en telenovelas en las que Ofelia trabajó y se hicieron amigos por años - ella aceptó el rol principal en un proyecto que parecía destinado a fallar desde un principio. Como era una producción con Megavisión (de Chile) se acordó que el protagonista masculino sería chileno, y se eligió a Exequiel Lavanderos como tal.
Actor con gran trayectoria en teatro, Lavanderos no tuvo compatibilidad con Medina, que encarnaba a Elena, una mujer casada que 15 años atrás, durante un viaje a Santiago De Chile con su marido y unos amigos, era acusada de asesinato y condenada a cadena perpetua, pese a que ella siempre afirmó ser inocente. Después de este viaje Fernando, marido de Elena, decide divorciarse de ella y para evitar un escándalo social y proteger la reputación de su empresa, informa a su familia y amigos que ella ha muerto. Años después, Elena sale de la cárcel por buena conducta y regresa a México en búsqueda de la persona responsable de la destrucción de su vida.
La telenovela, que marcó los debuts de Arath de la Torre y Kuno Becker, tuvo una muy escasa aceptación por parte del público, de tan fuerte que era la imagen que 'Vivir un poco' había dejado de manera indeleble una década antes; se hicieron cambios sobre la marcha y nadie estaba conforme. Además, ya para mediados de los 90, la perspectiva de Ofelia había cambiado. Sus convicciones políticas, que siempre habían tendido hacia la izquierda, se radicalizaron y ella estuvo muy involucrada con la defensa de los derechos humanos de las etnias indígenas durante el levantamiento en Chiapas, en 1994.
De hecho, la razón por la que había aceptado la telenovela era para contribuir con dinero a esta causa y también buscando darles visibilidad a dichas etnias y su lucha, en capítulos de la telenovela, cosa que finalmente no sucedió y que le provocó un disgusto que eventualmente la llevó a tomar una decisión insólita y escandalosa.
En agosto de 1996, iba a tener lugar una importante conferencia de etnias en Chiapas y Medina estaba comprometida a participar. Lo comunicó a la gerencia de Televisa y no recibió respuesta, hasta casi 48 horas antes de que debía presentarse en San Cristóbal de las Casas. Cuando por fin obtuvo respuesta, fue una negativa a concederle permiso de ausencia por unos días. La reacción de Medina causó azoro en el foro. Grabó una escena que terminaba con ella saliendo por una puerta. Tomó sus cosas del vestidor y salió caminando de la empresa, para no volver. En efecto acababa de abandonar la producción, de golpe.
Amén de poner a los productores, Juan Osorio y Lucero Suárez en un aprieto, Medina incurrió en la ira de nada menos que Emilio Azcárraga Milmo, que si bien ya estaba enfermo, era todavía un hombre muy poderoso, que de inmediato ordenó que cesara la producción de la telenovela - se resolvió de manera apresurada y el personaje de Elena moría en un accidente de coche en el que aparecía una doble- y vetó a Medina de la empresa, lo que efectivamente significaba que no se retransmitieran sus películas en tele abierta o de paga y que no se la volviera a mencionar en sus programas.
El entonces incipiente programa 'Ventaneando' se cebó con la noticia y la explotó a niveles insospechados, pero esto a Medina no le importó: se refugió en el cine -donde se había vuelto icónica con su interpretación de Frida Kahlo en la cinta de Paul Leduc- donde nunca se le agotó el trabajo, y en teatro, haciendo espectáculos en parte basados en la vida de Kahlo, que se volvió sinónimo con ella.
Si bien su activismo ha ido disminuyendo, Medina sigue muy vigente en ese aspecto de su vida y nunca se arrepintió de "haber tirado su carrera a la basura" (como dijo en su momento Azcárraga); sigue activa en causas humanistas - aunque reconoce que la política la ha hecho sentir defraudada y por lo mismo ahora apoya los movimientos independientes- y aunque volvió a tener algunas participaciones en producciones de TV Azteca, no recuperó aquel estatus que tenía.
Pero cosa curiosa, a ella no le importa, y al público, que la sigue recordando, y al gremio, que la sigue respetando, tampoco, ya que Ofelia Medina es de los raros casos de una actriz que trasciende a su propia fama.
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