El "cuento chino" de la felicidad en América Latina
El periodista Andrés Oppenheimer advierte sobre la estadística engañosa detrás de algunas listas de países más felices del mundo
Está comprobado científicamente que las personas optimistas tienen más probabilidades de vivir más tiempo que quienes no lo son. Y la explicación -en su versión más sencilla- es que la felicidad reduce el riesgo de sufrir ataques cardíacos, embolias cerebrales y otras enfermedades. Hay consistentes estudios al respecto, y este es uno de los datos que le resultan más fascinantes al periodista y escritor Andrés Oppenheimer, quien recorrió los lugares más felices del mundo para descubrir estrategias, iniciativas y proyectos que podrían inspirarnos a todos.
En esta entrevista nos cuenta sobre algunos de esos hallazgos, que despliega con total detalle en su más reciente libro ¡Cómo salir del pozo! Las nuevas estrategias de los países, las empresas y las personas en busca de la felicidad.
-¿Qué lo ha motivado a hacer este recorrido por todo lo que implica la ciencia de la felicidad: propuestas, investigaciones, estrategias?
"Bueno, hay una gran ola de descontento que recorre el mundo. Muchos de nosotros pensamos que nuestros países están pasando por un bajón, pero lo cierto es que el bajón es universal. La encuestadora Gallup hace todos los años una consulta global acerca de cuán satisfecha está la gente con su vida y el porcentaje de encuestados que se sienten más infelices, enojados o estresados subió del 24% al 33% en los últimos 15 años.
Entonces, lo que me llevó a escribir esto es que lo estoy viendo en América Latina. Mis libros anteriores han sido de política, economía, innovación, y me doy cuenta de que esto está pasando seriamente, y me puse a buscar qué están haciendo los países, las empresas y las escuelas más felices del mundo para combatir el descontento, y me encontré con cosas fantásticas que creo que podemos copiar en nuestros países".
-En base a sus hallazgos, ¿Hay una relación entre el progreso y la felicidad? Entendiendo el progreso tanto personal como general.
"En todo el mundo se mide el progreso de nuestros países en base al producto bruto económico, que mide el crecimiento de la economía total de nuestros países y eso está muy bien. Es un muy buen indicador de la prosperidad o la falta de ella, porque cuanto más crece la economía, más se reduce la pobreza y por lo tanto hay más satisfacción, o más feliz es la gente.
Pero en el libro exploramos que el producto bruto económico es esencial, pero no suficiente para aumentar la felicidad. Tenemos que aumentar crecimiento económico, pero también promover políticas que aumenten la felicidad al mismo tiempo. Hay países que han visto sus economías crecer pero no han aumentado la felicidad de su gente; mientras que hay otros países que se están enfocando en hacer cosas muy interesantes para incentivar la felicidad de su gente.
Por ejemplo, en Gran Bretaña, se mide la felicidad varias veces por año. El gobierno le pregunta a la gente cuán satisfecha está con su vida, y hoy en día, con la ayuda de la minería de datos y la inteligencia artificial, se puede hacer un mapa de la felicidad en cada ciudad.
Se puede determinar, por ejemplo, que en determinada cuadra hay un foco de gente infeliz. Entonces envías a un asistente social a investigar qué es lo que pasa, y averiguas que, por ejemplo, una fábrica cerró, con lo cual los jóvenes se fueron, quedaron los adultos mayores solos y están infelices. Entonces, aplican en ese lugar políticas para aumentar su felicidad. Se le consulta a la gente cuáles son sus hobbies, y se promueven actividades en ese sentido. Se crean grupos de teatro, un taller literario, un club de futbol para adultos, todo en la escuela secundaria de la esquina después del horario de clases. Eso es una herramienta extraordinaria para combatir la soledad y aumentar la felicidad de la gente. Esta es una de las muchas cosas que vi en los distintos países que visité".
-Es sorprendente porque entonces deja de verse la felicidad como algo etéreo, que depende de los patrones de crianza, las creencias, los valores. Sino que es medible y modificable…
"Sí, es algo que cada vez más economistas y planificadores urbanos e investigadores están tomando como una ciencia, porque realmente se puede medir la eficiencia de muchas soluciones que antes no se podían medir, y eso se hace mediante estudios de impacto en base a la evidencia. Así como se hace con los medicamentos, se pueden medir las políticas que aumentan la felicidad de la gente".
-Es curioso que muchos países con crisis muy profundas, con mucha pobreza y desesperanza se han considerado países felices. Por ejemplo en Venezuela, muchas veces se dijo que era considerado un país feliz, a pesar de estar sumergido en la peor tragedia económica, política y social de la región. México, Chile, Colombia, también han figurado entre los primeros países de esos listados. ¿Es posible que realmente exista felicidad allí o que quizás hay distintos tipos de felicidad?
"Esos son cuentos chinos. Es un engaño total. Hay dos maneras de medir la felicidad. Una, la manera engañosa, es medir la alegría. La alegría es un sentimiento pasajero. Tú puedes estar muy alegre porque te acabas de comer un helado de chocolate, y eso te genera satisfacción instantánea, pero si al regresar a tu casa recuerdas que no tienes como pagar el alquiler, ese sentimiento de alegría no será duradero.
En este tipo de medición se le pregunta a la gente cuántas veces sonreíste en las últimas 24 horas, y allí salen de primero muchos países latinoamericanos como Colombia, México o Venezuela. Pero eso es una estadística engañosa, porque si la pregunta es al revés, si le preguntas a la gente cuántas veces te sentiste agobiado, frustrado o estresado en las últimas 24 horas, también saldrán de primero los mismos países. Por eso los expertos toman mucho más en serio las mediciones que exploran la felicidad como un sentimiento permanente que se basan en encuestas que consultan acerca de la satisfacción con la vida en una escala del 1 al 10. Y en esas encuestas salen primero, todos los años, los países del norte de Europa y los países latinoamericanos salimos bastante mal parados".
-¿Quizás los paradigmas que tenemos acerca de la felicidad nos alejan de su propio desarrollo o aumento, de que podamos ser realmente felices o estar más satisfechos con nuestras vidas? ¿Qué se puede hacer?
"Yo cuento en el libro acerca de mi recorrido por los países más felices del mundo, de acuerdo al reporte mundial de la felicidad, que son Dinamarca, Finlandia, entre otros países nórdicos; y fui a otros que están haciendo cosas muy interesantes para incrementar la felicidad de la gente como el Reino Unido, Israel, India, Bután, y realmente hay muchas cosas que podemos hacer.
En India, por ejemplo, visité las clases de felicidad. En todas las escuelas públicas de Nueva Delhi dan una hora de clases de felicidad. Cuando me lo contaron pensé que era un relajo y no, resulta que son clases muy serias. Los lunes les dan clases de meditación guiada, cosa que me pareció fabulosa porque los niños aprenden desde muy chicos a meditar; los martes les dan clases de tolerancia al fracaso, cosa que es buenísima sobre todo hoy en día, cuando hay una epidemia de depresión juvenil en todo el mundo.
En estas clases las maestras les cuentan a los niños historias de fracasos de famosos que los niños conocen, y luego les piden que los mismos niños cuenten sus propias de fracasos y así los niños empiezan a familiarizarse desde muy pequeños con la idea de que un fracaso no es el fin del mundo, y de que uno puede tener un golpe en la vida y puede levantarse. Cuántos traumas nos hubiésemos ahorrado en la vida los adultos de hoy si nos hubiesen enseñado eso desde pequeños. En el libro desarrollo todos los detalles de ese modelo de clases semanales de felicidad y es algo que deberíamos copiar en todos los países".
-¿Cuál fue su mayor aprendizaje, lo que más le impresionó y de qué manera se ofrece en el libro?
"Para el libro entrevisté a algunos de los máximos gurúes del mundo en este tema, incluidos varios premios Nobel; también pude recopilar las que creo que son las 12 claves de la felicidad, pero una de las cosas que más me impresionó es el factor optimismo. Cito en el libro un estudio de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos que observó a más de 71,400 personas a lo largo de los años y concluyó que la gente optimista vive un promedio de seis años más que la gente pesimista, y otro estudio de la Universidad de Stanford comprobó que la gente optimista vive 10 años más y mejor que la gente pesimista, entonces, una de las cosas que más me impresionó es como el optimismo, por un lado, te da más energía, más creatividad, te hace más productivo, y por otro lado, no necesariamente tiene que ver con genética, sino que es un músculo que se puede ejercitar".
Con herramientas concretas y una buena dosis de esperanza, Oppenheimer ofrece una ventana por la cual contemplar a quienes han logrado lidiar con el desánimo y el descontento con ideas comprobadas que demuestran que sí es posible crecer tanto en satisfacción como en prosperidad, si se establecen políticas adecuadas como punto de partida.
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