La película animal más tierna de Disney que quedó injustamente relegada al olvido

Recorte del póster de 'Volviendo a casa: Una aventura increíble' (Foto: Disney)
Recorte del póster de 'Volviendo a casa: Una aventura increíble' (Foto: Disney)

Disney siempre nos ha conquistado con sus películas sobre animales, especialmente en sus producciones animadas. Todos nos enamoramos de historias como Dumbo, Bambi, 101 dálmatas, La dama y el vagabundo, Los aristogatos, El zorro y el sabueso o producciones más recientes como Zootopia, entre muchísimas más. Sin embargo, muchos de sus títulos en acción real también han estado marcados por este amor animal, especialmente en décadas como los 50, 60 y 70, aunque muchas ancladas en lugares muy comunes del cine familiar que han hecho que los años las hayan borrado de nuestra memoria.

No he tenido ocasión de ver muchas de ellas, pero mirando la lista de producción del estudio encontramos una enorme cantidad de títulos olvidados como Fiel amigo, Rugidos en la selva, Mi leal compañero, Un tigre se escapa, Sammy la foca loca, Un gato del FBI, Mi perro el ladrón, Un ejecutivo muy mono o Napoleón y Samantha, donde todo tipo de mascotas y fieras salvajes se daban cita en pantalla. No obstante, de entre toda esta producción sí tengo muy clavado en la memoria un título que marcó mi infancia y la de muchos más: una historia realmente enternecedora sobre dos perros y un gato que vivían una odisea a través de los peligros de bosques y montañas para encontrar a sus dueños.

Hablo de Volviendo a casa: Una aventura increíble, remake estrenado en los 90 de la cinta de 1967 titulada como El viaje increíble. La película original, que no vi hasta hace relativamente poco, se basó en grabar las peripecias de los animales en plena naturaleza y contar su historia a través de una voz en off, sin ningún diálogo o pensamiento salido de la boca de sus mascotas protagonistas. Es una propuesta que hoy luce obsoleta, sin embargo, el cariño que había puesto tras la historia, la ternura que se transmitía en pantalla y lo bien construida que estaba su aventura familiar, todavía la convierten en un visionado muy enriquecedor.

Posiblemente, por lo atractiva que era esta historia y lo mal que le ha sentado el paso del tiempo, Disney decidió revivirla en 1993 y darle una vuelta de tuerca. Para ello contó con destacados talentos de Hollywood de aquella época, como el caso de las guionistas Caroline Thompson, responsable de los libretos de El joven manos de tijera o El extraño mundo de Jack; y Linda Woolverton, a quien Disney debe éxitos como La bella y la bestia o El rey león. Estas dos escritoras mantuvieron la historia original, pero adaptándola a los códigos del cine familiar de los 90 y dando voz a sus animales protagonistas con actores de prestigio como Michael J. Fox o Sally Field. Y el resultado no pudo ser mejor.

Toda la película giraba en torno al vínculo entre humanos y mascotas, apelando al corazón de todos aquellos que saben lo que es tener un fiel amigo perruno o gatuno y el dolor que supone alejarse de él. Los diálogos y situaciones tenían un aura marcadamente infantil, pero eso no la eximía de presentar momentos de madurez con una capacidad de aflicción sobresaliente, como las muchas reflexiones de sus protagonistas sobre la relación con sus dueños o el miedo a quedarse desamparados.

Aún tengo clavada una de las escenas donde uno de los perros sufre un accidente y se rendía al sentirse viejo y abandonado, uno de esos instantes desoladores que, aunque intuyes un final feliz, al verlo desde la inocencia de un niño es difícil evitar una ola de tristeza que te hace replantearte muchas cosas. Es aquí donde encontramos la magia del guion de Thompson y Woolverton, en saber conducir por terrenos infantiles cuestiones severas desde la más absoluta ternura, una fórmula perfecta para construir buen cine familiar sin quedarse en cursiladas que menosprecien a los más pequeños. Además, hablamos de una cinta de aventuras que tiene todo lo que se le pide al género, como infinidad de peripecias y adversidades en los bellos parajes naturales de Oregón, lo que es todo un placer para la vista.

Viéndola de adulto es probable que el impacto no sea tanto como cuando era un niño, como me pasó un poco al ver recientemente la película original de los años 60. Pero en su día desgasté la cinta de VHS en verla una y otra vez, no me la perdía cada vez que la emitían en televisión y la prefería a muchos otros clásicos de mascotas de la época, como podría ser el caso de Beethoven o incluso el remake en acción real de 101 Dálmatas, no creo que fuera por un capricho tonto, sino por estar ante un producto perfecto para enamorar a los más pequeños en una aventura emocional muy notable.

Por todo ello, es triste ver que el tiempo ha relegado a Volviendo a casa: Una aventura increíble al olvido, y eso que en su día tuvo incluso una secuela (bastante floja, por cierto). Bien hay que reconocer que en su estreno apenas recaudó 41 millones de dólares en la taquilla de Estados Unidos, que aunque fueran suficientes para amortizar un modesto coste de producción, se quedan cortos para motivar a Disney a darle la misma atención que a sus grandes éxitos de antaño. Y cuando hablamos de los 90, la que se erigió como su época dorada con el resurgir que vivieron tras La sirenita, difícilmente le iban a dar prioridad por encima de los muchos clásicos que produjeron en esta etapa.

De hecho, creo que incluso nosotros mismos, cuando pensamos en el Disney de los 90, automáticamente rememoramos películas animadas como Aladdin, La bella y la bestia y El Rey León y no recordamos que en acción real se hicieron productos tan reivindicables como este. Que desde la más pura inocencia infantil nos narró como pocas veces lo precioso que puede ser el amor de nuestras mascotas. Por suerte, hoy podemos acceder fácilmente a ella y redescubrirla a través de Disney+.

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