Una película desconocida evocó la nostalgia antes que 'Stranger Things' la pusiera de moda

La película de 2015 recuperó la esencia de 'Mad Max' con nostalgia y sangre a raudales

Mel Gibson en 'Mad Max 2: The Road Warrior', un personaje nostálgico que 'Turbo Kid' homenajeó en 2015, antes que 'Stranger Things' pusiera los recuerdos ochenteros de moda (Foto de Sunset Boulevard/Corbis vía Getty Images)
Mel Gibson en 'Mad Max 2: The Road Warrior', un personaje nostálgico que 'Turbo Kid' homenajeó en 2015, antes que 'Stranger Things' pusiera los recuerdos ochenteros de moda (Foto de Sunset Boulevard/Corbis vía Getty Images)

Series como Stranger Things pusieron de moda las referencias en clave nostálgica hacia clásicos de los 80, pero antes de que la serie de Netflix irrumpiera con fuerza en la cultura popular hubo otros productos que nos hicieron vivir sus sensaciones e incluso de forma más intensa. Para comprobarlo, solo hay que remontarnos a un año antes del estreno de esta ficción fantástica de los hermanos Duffer, cuando una película llamada Turbo Kid, un título sin mucha repercusión fuera de los círculos del cine de género, convirtió un homenaje a Mad Max en uno de los viajes más divertidos y extremos a la nostalgia de los espectadores crecieron por aquellos años, cuando la saga de Mel Gibson grabó su nombre en la historia del cine.

Turbo Kid tiene el mismo punto de partida que Mad Max, situándonos en un futuro postapocalíptico donde el agua es el bien más preciado y rige la ley del más fuerte. En este ambiente, un joven llamado Kid debe enfrentarse a un malvado villano y a su grupo de salvajes esbirros, para lo que se nutre de su obsesión por el pasado, de cómics, armas y objetos retro que durante toda su infancia fueron su obsesión. Además, durante la aventura se cruzará con varios compañeros que le ayudarán en su cruzada, fieles amigos cuyas pasiones en común los catapultan hacia el éxito.

Básicamente, se trata de nostalgia inyectada en vena, con una historia que apela a aquellos que fueron niños o adolescentes en los '80 y soñaron con vivir las aventuras de sus héroes de la gran pantalla, como puede ser el caso del personaje de Gibson. Se siente como revivir una mañana jugando con amigos en el patio de la escuela o una tarde de sábado disfrutando de nuestros hobbies de la infancia, porque, aunque el espíritu de Mad Max se rija como la principal referencia en argumento y estética, Turbo Kid recurre a un aroma de juego infantil y a un tono comiquero con el que es difícil no sacar una sonrisa.

Lo mejor es cómo gestiona el mezclar esta vertiente con un toque extremadamente violento y maduro, con enfrentamientos que son un festín de sangre explosivo que se empeña en llevarnos al límite de la forma más divertida posible. Es decir, una película que remite a nuestro espíritu infantil desde el adulto en el que nos hemos convertido, recurriendo a todo elemento del cine de género que cualquier persona que creciera con los clásicos de acción de antaño hoy en día adorará.

Además, también hay componentes de romance y aventura clásica que la convierten en una experiencia muy enternecedora, con personajes que rebosan carisma, especialmente la pareja protagonista. Verles compartir pasiones, adorar lo retro o admirar el mundo de los cómics en medio de ese ambiente apocalíptico, construye escenas que rebosan humanidad y elevan la propuesta por encima de la mera nostalgia.

Puede parecer una mezcla de demasiadas cosas que es difícil de cuadrar en una cinta que apenas llega a la hora y media de metraje, pero lo cierto es que el universo de Turbo Kid está construido con tal cariño y con semejante nivel de locura que cualquiera de estos elementos cuadra a la perfección. El único problema que se le podría reprochar es sus recursos limitados, porque es notorio que es una cinta producida fuera del sistema de Hollywood que anda algo justa en presupuesto.

Se echa en falta más estrellas en su reparto, sobre todo porque la propuesta demandaba a algún icono de acción de los 80 en su reparto, ya sea como personaje principal o como un mero cameo. También es difícil no pensar que la brillante apuesta estética y las divertidas secuencias de acción podrían haber brillado mucho más con más dinero de por medio, pero no es algo que juegue en exceso en su contra.

Al fin y al cabo, la dosis nostálgica de Turbo Kid es tan inmensa que sus carencias pasan a un segundo plano. Uno se siente tan trasportado al pasado, que lo único que importa es lo bien que la película recurre a este sentimiento. Y como tal, es un producto altamente gratificante. Mucho mejor que la mayoría de intentos de Hollywood que fuerzan la nostalgia.

Si todavía no la has visto, la tienes disponible en Prime Video, Tubi o Pluto TV.

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