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La película que pudo llegar lejos hasta que se topó con Harvey Weinstein

Harvey Weinstein llega al Tribunal Penal de Manhattan con sus abogados el 24 de febrero de 2020. (Alec Tabak/New York Daily News/Tribune News Service vía Getty Images)
Harvey Weinstein llega al Tribunal Penal de Manhattan con sus abogados el 24 de febrero de 2020. (Alec Tabak/New York Daily News/Tribune News Service vía Getty Images)

Para que una película de producción internacional consiga entrar en el circuito de estrenos estadounidenses tienen que colisionar muchos factores. No solo depende de la calidad del proyecto, la buena aceptación que obtenga en festivales o del reconocimiento que disfruten sus protagonistas. Todo eso está muy bien pero, sin dudas, lo más importante es la inversión que haga la compañía distribuidora en tierras americanas: desde la promoción a la distribución en cines, marketing y temporada de premios. Y hace unos 20 años, una de las empresas más importantes en la adquisición y distribución era Miramax; la compañía de Harvey Weinstein. Sin embargo, una película británica aclamada por la crítica y ganadora de premios, jamás terminó de abrir sus alas por culpa del capricho del exproductor.

A estas alturas, hablar de Harvey Weinstein es sinónimo de una conversación oscura. De condenas múltiples por las violaciones perpetradas a lo largo de los años, de experiencias aborrecibles vividas por decenas de víctimas y décadas de abuso de poder desde su posición de magnate de Hollywood. Esto último fue lo que vivió Asif Kapadia, un director británico de ascendencia india conocido por sus aclamados documentales Senna (2010), Diego Maradona (2019) y el ganador del Oscar, Amy (2015).

Así lo contó recientemente en la conferencia CPH:DOX según declaraciones publicadas por Variety, al recordar lo que vivió en 2001 con su primer largometraje de ficción, El guerrero (The Warrior). Se trataba de una apuesta épica protagonizada por Irrfan Khan (Quisiera ser millonario) sobre un mercenario enviado por un malvado señor de la guerra para que cause estragos en una aldea rural, obligando a los pobres habitantes a pagar impuestos. La película era de producción británica, se había rodado en hindi y generado suficiente conversación como para que Weinstein comprara los derechos de distribución mundial, a excepción de Reino Unido.

Me volaron a Nueva York a conocer a Weinstein y todos me decían lo genial que era que la película se hubiera vendido a Miramax” recordaba el director. “Recuerdo decir por qué no me parecía bien [el acuerdo]”.

Según Kapadia, se encontró en medio de una reunión repleta de ejecutivos amistosos que enseguida se quedaron en silencio cuando Harvey Weinstein entró en la sala de conferencias. Ni siquiera lo miraban a los ojos. Weinstein empujó una pila de guiones hacia mí y dijo ‘Elige una película (porque) tu próxima cinta tiene que ser conmigo o no estreno The Warrior” asegura que le dijo el productor para, poco después, extender sus demandas diciéndole que “sus próximas tres películas” tenían que ser para él.

Pero Kapadia no quería estar atado a ningún contrato y rechazó la oferta, a lo que el exproductor respondió “matando la película”. Y así, Miramax no la estrenó como merecía. Ni siquiera cuando El guerrero (The Warrior) ganó dos premios BAFTA al Mejor Debut Destacado y Mejor Película Británica, y era reconocida con un premio del Instituto de Cine Británico y el Festival de Cine de San Sebastián. Su buen recibimiento incluso quedó sellado cuando Inglaterra la eligió representante de los premios Oscar. Sin embargo, la Academia la rechazó por tratarse de una película rodada en un idioma que no pertenecía al país de origen (BBC).

Según el director, incluso ahora más de 20 años después, The Warrior no se puede mostrar alrededor del mundo” porque ni siquiera saben quién posee los derechos. Kapadia sentencia que The Warrior pudo haber sido su gran oportunidad para iniciar su carrera como director de cine dramático, pero “murió antes de comenzar con mi primera película”.

La experiencia vivida con Harvey Weinstein lo llevó a encontrar “un poco más de control” en el género documental, donde es el encargado de dirigir y editar. “Además, cuanto menos dinero tienes, más poder tienes”. El cambio dio sus frutos dirigiendo los documentales aclamados sobre el célebre piloto brasileño de Fórmula 1, Ayrton Senna, la cantante y compositora Amy Winehouse y el futbolista argentino, Diego Maradona.

Según la ficha de Imdb, El guerrero (The Warrior) se estrenó en un puñado de países a lo largo de los años pero sin disfrutar de la trascendencia que merecía. En la actualidad la podemos encontrar en alquiler en plataformas como Amazon Prime Video. Sin embargo, la película tuvo un destino injustamente innecesario cuando tenemos en cuenta los reconocimientos que obtuvo y el aplauso de la crítica (posee una aprobación del 83% en Rotten Tomatoes). Mientras que, para tratarse de un productor que llegó a decir que “amaba las películas” (New Yorker), la jugada de Harvey Weinstein destila el capricho de un ejecutivo que, aparentemente, no pudo ejercer su poder sobre un director en particular, dejando a la película sin oportunidades para llegar hasta el público. Privándonos a nosotros, los espectadores, en el camino. Y todo porque Kapadia no habría hecho lo que él quería. Después de todo hablamos de una temporada de éxito para el cine de acción épico y asiático, tras el éxito de El tigre y el dragón (2000) con Michelle Yeoh y Héroe (2002) de Jet Li. El guerrero (The Warrior) tal vez podría haberse colgado de esta estela de haber tenido la promoción adecuada.

Sin embargo, además de las decenas de acusaciones de abuso sexual en su contra, esta anécdota no fue el único ejemplo del poder mal gestionado de Harvey Weinstein. La directora Sarah Kernochan vivió una experiencia similar cuando Weinstein adquirió su película en 1998, All I Wanna Do, para luego enterrarla.

La película era una comedia adolescente protagonizada por Kirsten Dunst, Gaby Hoffmann, Rachael Leigh Cook y Heather Matarazzo. Y según contó la directora a Insider en 2019, el productor pidió que cortaran entre ocho y diez minutos del metraje. Una práctica habitual en Harvey Weinstein que constantemente pedía cortes y reediciones, provocando dolores de cabeza a los cineastas. Por ejemplo, uno de los productores de La princesa Mononoke le envió una katana con el mensaje ‘sin cortes’, según recordó el director Hayao Miyazaki a The Guardian en 2005, como amenaza pintoresca de los recortes que Weinstein pretendía hacer. Quería 45 minutos menos de metraje para estrenarla en EE. UU. Pero Miyazaki tenía control sobre montaje final según su contrato con Disney y Miramax la terminó estrenando en su estado original.

Sin embargo, Kernochan tenía una cláusula en el contrato que le daba voz y voto definitivos en el montaje final y cuando le dijo a Weinstein que “le gustaría escuchar qué cortes tenía en mente”, el productor reaccionó insultándola e imponiendo su poder caprichoso. “Que te j*dan, no sabes nada. Ninguno de ustedes los directores saben una m*erda, esto es lo que hago y por eso soy rico, la única persona a la que no se lo hago es Quentin Tarantino” dijo la directora que le respondió.

Kernochan añade que Weinstein se disculpó más tarde, diciendo que estaba en terapia y trabajando en no reaccionar violentamente. Sin embargo, la directora revelaba que fue testigo de cómo el productor no hizo publicidad para su película y terminó dándole un estreno limitado. En lugar de proyectarla en los 2.000 cines prometidos, lo hizo en 133. Revela que ella misma gastó $100.000 de su propio bolsillo para promocionarla en el New York Times y proyectarla durante una semana en un cine de Nueva York. Finalmente, Disney adquirió los derechos y la estrenó directamente en video.

Tiempo después, cuando surgieron las acusaciones en contra del productor, Kernochan explicó en Twitter que creía que Weinstein probablemente se habría interesado en su película para “acercarse al reparto de jóvenes bonitas”.

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