Mi pobre angelito: acertijo resuelto, ¿cuánto dinero ganaban los McCallister y qué valor tenía su mansión?
Estrenada en 1990, Mi pobre angelito gira alrededor de Kevin McCallister (Macaulay Culkin), un niño que es olvidado por su familia durante una temporada navideña, y que una vez solo en su casa debe enfrentarse a dos torpes ladrones. La película es un clásico navideño y no deja de ser fuente de risas para incontables generaciones. Sin embargo, uno de los mayores interrogantes alrededor de esa historia tiene que ver con la fastuosa mansión McCallister. ¿Cuál puede ser el patrimonio de esa familia, que se permite no solo tener ese caserón en Chicago, sino también costear un multitudinario viaje? Y a más de treinta años del estreno de ese film, un grupo de especialistas arriesgó una respuesta.
El diario The New York Times publicó un artículo en el que un grupo de economistas, correspondiente al Banco de la reserva federal de Chicago, le hicieron una tasación a la mansión y a partir de eso valor estimaron cuál era la fortuna del clan McCallister. En dicha nota se asegura que una casa de esas características sería posible si los padres del protagonista ganaran anualmente no menos de trecientos mil dólares de la época (que equivaldrían a unos 600 mil en la actualidad).
En esa misma línea, los especialistas consultaron con expertos en bienes raíces para determinar el valor que tiene en la actualidad un casa de esas dimensiones. De esa manera, los economistas del Banco de Chicago concluyeron que dicha mansión tiene un valor de unos 2.4 millones de dólares. Ser los dueños de un inmueble de ese valor, ubica a los McCallister adentro del selecto grupo del uno por ciento de familias más ricas de Chicago.
Una discusión muy similar, y que tiene larga data, gira alrededor de cuáles podrían ser las profesiones de los padres de Kevin. Las teorías en la web son de lo más variadas y las mismas aseguran que Peter McCallister podría ser abogado, representante deportivo o incluso miembro de la mafia. Pero según confirmó Todd Trasser, autor de la novela basada en el film, el padre de Kevin es un exitoso hombre de negocios. Y si bien aún no se confirmó, numerosas teorías en la web aseguran que la madre del protagonista es una diseñadora de modas, un argumento que se ampara en que ella tiene varias telas y maniquíes en su habitación.
Un nuevo detalle que salió a la luz
Otro de los recientes descubrimientos vinculados a Mi pobre angelito, tiene que ver con el motivo que llevó a la familia a olvidarse de Kevin. En una de las escenas previas al viaje, la prima Heather hace un repaso de todo el clan en su casa antes de partir al aeropuerto y confunde al vecino con Kevin. Ese fue uno de los motivos que, según los fans, siempre se tomó como el gran responsable (además de la confianza de la madre del protagonista, la reconocida actriz Catherine O’Hara en la piel de Kate, quien no dudó ni un segundo del conteo definitivo).
Sin embargo, la escena crucial que dio a entender la causa de por qué Kevin no tomó el vuelo a París y se quedó en su casa fue aquella en donde se pelea con su hermano Buzz por una porción de pizza.
Todo surgió cuando la familia estaba en medio de los preparativos del viaje. Durante la última cena en la propiedad, en la que todos comieron pizza, Kevin manifestó su enojo porque quería una porción con queso y no había, a lo que Buzz -que ya tenía una dentro de su boca- se burló de él e imitó un vómito.
Ante esta actitud, Kevin reaccionó con enojo y lo empujó sobre la mesada, por lo que varios vasos de leche se cayeron sobre los pasaportes y pasajes que se encontraban ahí. En medio del escándalo y las cajas de pizza mojadas, los progenitores se enfurecieron con el pequeño y lo retaron.
Acto seguido, Peter, su padre, limpió el desastre y tiró todos los papeles mojados, incluso el pasaje y pasaporte de su hijo, algo que muchos pasaron por alto siempre, ya que la cámara va muy rápido y no deja prestar atención que en el ticket de viaje dice el nombre del protagonista.
Lo cierto es que cuando la familia McCallister llega al aeropuerto y entrega todos los papeles, el tripulante los agarra y sin contarlos les da permiso para que ingresen al avión. En medio de la vorágine, porque llegaban tarde, nadie se percató de que Kevin no estaba. Recién en pleno vuelo, Kate tomaría conciencia y plasmaría una de las escenas icónicas de la película: el grito desde el asiento por su hijo.