Quentin Tarantino hizo bien en no seguir un consejo de Brian De Palma
Quentin Tarantino se prepara para dirigir su última película, The movie critic, después de diseñar una carrera centrada en sus propias ideas, sin encargos, pero repleta de influencias que, básicamente, resumen una de las filmografías más independientes del séptimo arte. Porque este director habrá sido capaz de crear una carrera distintiva centrándose únicamente en sus propios guiones ubicándose, como dice él “en otra categoría” de directores aclamados como David Fincher, pero su cine jamás sería el mismo si no fuera por el torrente de ideas e influencias que volcó en cada una de sus obras. Y Brian de Palma es uno de los cineastas que ocupan un lugar especial en su pasión cinematográfica. Sin embargo, por mucha admiración que sienta, rechazó su consejo cuando vivía uno de los fracasos más sonoros de su carrera.
El director de Pulp Fiction nunca se cansa de hablar de sus películas y directores favoritos, de las secuencias e historias que influyen sus obras. Lo hace en entrevistas y en sus libros de cine. El bueno, el malo y el feo (1966) de Sergio Leone es su película favorita, sin embargo, el único director que se repite en su lista de 11 largometrajes preferidos es Brian de Palma con Estallido (Blow out, 1981) y Carrie (1976). Su fascinación por este director lo ha llevado a ver sus películas varias veces en salas de cine e, incluso, en una ocasión dijo que “es uno de los mejores directores de su generación”.
Su relación con el cineasta y director de Caracortada viene de lejos. Ha sido una de las influencias artísticas más importantes de su vida. Su fanatismo lo llevaba a esperar con ansías el estreno de cada una de sus películas, las veía en la primera proyección del mismo día del estreno y luego repetía de nuevo en la sesión de medianoche. “Era como una experiencia religiosa” dijo en una entrevista. Coleccionaba todas las críticas y entrevistas que encontraba en álbumes dedicados a Brian De Palma y, más tarde, al entrar al negocio, comenzaron a compartir la misma visión en torno a la violencia en el cine y la pasión cinéfila que los une. Por todo esto llama la atención que no siguiera su consejo. Y lo acertado que estuvo en hacerlo.
Lo contó en una interesante entrevista para el medio español ARA, durante la presentación de Meditaciones de cine, su nuevo libro que mezcla datos, reflexiones y pasión por el séptimo arte. Al parecer, Tarantino revela en sus páginas que Brian De Palma le aconsejó que no se pusiera “muy esotérico” y le diera a los estudios de Hollywood una película como Carrie “de vez en cuando”. Es decir, una apuesta con sabor a blockbuster, que apele a las masas y se ajuste a las necesidades comerciales. En este caso, de una novela de Stephen King que había adaptado Lawrence D. Cohen. Y el resultado fue el primer éxito de taquilla en la carrera de De Palma.
CARRIE (1976)
DoP. Mario Tosi
dir. Brian De Palma #FilmShotz 🎞 pic.twitter.com/lOqZQ6TTij— Vic De Leon (@VicsMovieDen) April 11, 2023
Y es que si alguien podía aconsejarle cómo salir adelante tras un fracaso era Brian De Palma. Por ejemplo, después de la decepción de La hoguera de las vanidades (1990), Brian De Palma se reconstruyó volviendo al thriller que tan bien le había funcionado con Raising Cain (1992) y Caracortada 2: Atrapado por su pasado (1993) hasta que la primera entrega de Misión Imposible (1996) -una obra de estudio que aceptó después de que Tom Cruise se convenciera de que él debía dirigirla- se convirtió en su mayor taquillazo. Sin embargo, el bombardeo de fracasos siguió afectándole con Ojos de serpiente (1998), Misión a Marte (2000), Femme Fatale (2002) y La dalia negra. El thriller neo-noir que adaptó en 2006 fue un verdadero batacazo, siendo la última película que De Palma dirigió con el apoyo de Hollywood. En resumen, él conoce el éxito y el fracaso, habiendo experimentado altibajos que lo llevaron a aceptar proyectos que complacieran a la industria. Pero según cuenta Tarantino en su libro no le hizo ni caso. Ni siquiera cuando Hollywood comenzó a enviarle ideas, creyendo que estaba desesperado tras su propio fracaso.
Tarantino confiesa en la entrevista que se siente afortunado de haber escrito historias que conectaron con mucha gente a lo largo de su carrera, lo que le permitió “practicar mi arte sin las restricciones que tienen la mayoría de cineastas”. De todos modos, reconoce que la industria solía enviarle propuestas para diferentes proyectos, hasta que “los estudios acabaron asumiendo que yo hago mis historias y no valía la pena el esfuerzo”. Pero entonces se estrelló con Death Proof (2007).
Aquella producción protagonizada por Kurt Russell sobre un doble de riesgo que asesinaba mujeres con carros modificados, formaba parte del proyecto ‘Grindhouse’ que había diseñado con Robert Rodriguez. Se trataba de un homenaje al cine B y los ‘double features’, la práctica que muchos cines adoptaron durante décadas de proyectar dos películas por el precio de una. Completo con tráileres ficticios y errores de proyección incluidos en el metraje. Toda una experiencia que desbordaba homenaje. Tarantino dirigió Death Proof y su amigo Planet Terror.
Sin embargo, aunque las críticas fueron positivas, ni el nombre de Quentin Tarantino sirvió para atraer a las masas. En un primer estreno conjunto tan solo recaudaron $27 millones, cuando el proyecto había costado $53 millones. Luego las separaron para el lanzamiento internacional, sumando un total global de $67 millones. “Fue decepcionante” dijo Tarantino a Telegraph en 2007. “Pero la película funcionó con la audiencia… La gente que la vio le gustó y aplaudió. Estoy orgulloso de mi fracaso”.
Se podría decir que fue un fracaso que llegó de forma inesperada. Por un lado porque se trataba de una idea atractiva y original y, por otro, porque apenas tres años atrás había arrasado con la segunda parte de Kill Bill en taquilla y en la conversación global. Sin embargo, Tarantino no dejó que el bombazo lo hundiera ni tampoco se rindió a su visión de mantenerse fiel a sus ideas, como le había sugerido Brian De Palma como herramienta de sustento comercial en la industria. Las posibilidades estaban pero hizo caso omiso al consejo y las ofertas, manteniendo el foco en su visión cinematográfica propia e independiente.
“Pero después de Death proof, que no funcionó en taquilla y que fue una pequeña sacudida a mi confianza, empecé a recibir propuestas otra vez. Debían de pensar, ‘quizás ahora está tocado y le han bajado los humos, ahora es el momento’” explica al medio español citado. “Y no tiene nada de malo hacer películas de encargo para Hollywood. Además, siempre me ofrecían proyectos interesantes. Pero yo preferí volver a invertir en mí mismo e hice Malditos bastardos”.
Malditos Bastardos se estrenó dos años después del fracaso de Death Proof, tratándose de un guion que tenía pendiente desde hacía una década. Lo había escrito en 1998 pero como no terminaba de definir el final, lo dejó a un lado y se centró en las dos partes de Kill Bill. Sin embargo, era una obra preciada para él y decidió volver después del fracaso.
La parodia bélica y violenta protagonizada por Brad Pitt fue un éxito de crítica y taquilla, recaudando $321 millones y cosechando ocho nominaciones al Oscar (incluyendo Mejor película, director y guion original). En resumen, se centró en su visión y meta como cineasta independiente que imagina, escribe y plasma en pantalla sus propias historias. No escuchó el consejo de uno de sus directores favoritos como método para salir a flote, sino que se mantuvo fiel y el riesgo le salió redondo.
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