Russell Crowe estaba destinado a convertirse en estrella cuando algunos no veían su potencial
Gladiador cambió la vida de Russell Crowe. De eso no cabe ninguna duda. Le valió el Oscar y el reconocimiento del mundo a través de una epopeya épica que, 23 años después, sigue superando la barrera del paso del tiempo. Sin embargo, probablemente jamás hubiera alcanzado la inmortalidad cinematográfica (al menos como el héroe de la espada y las sandalias) si no fuera por otra producción que lo colocó en el horizonte de Ridley Scott. Les hablo de L.A. Confidential (1997), una película con una anécdota que demuestra que Russell Crowe estaba destinado a convertirse en estrella. Como fuera.
Porque alcanzar la fama de repente y sin aviso no es lo más habitual en Hollywood. Puede suceder que una película consigue un nivel de notoriedad tan extremo que no hay vuelta atrás, como podría ser el caso de Emma Watson (Harry Potter), Lupita Nyong’o (12 años esclavo) o Natalie Portman (El perfecto asesino). Pero, en líneas generales, la mayoría de actores labran su camino hacia la cima construyendo desde abajo, película tras película. Y eso es justamente lo que venía haciendo Russell Crowe a mediados de los 90. Llevaba un par de años pululando por Hollywood después de alcanzar el éxito en Australia a través de personajes secundarios que vivían a la sombra de las estrellas de cada historia. Como fue el caso del western Rápida y mortal (1995) con Sharon Stone o la cinta de ciencia ficción Virtuosity junto a Denzel Washington (1995). Pero entonces llegó L.A. Confidential, el drama noir dirigido, producido y escrito por Curtis Hanson, basado en la novela homónima de James Ellroy, sobre un grupo de policías de Los Angeles y las conexiones con la corrupción y el famoseo de Hollywood en 1953.
Russell Crowe fue uno de los protagonistas junto al australiano Guy Pearce, acompañados por otras figruas destacadas de la época como Kevin Spacey, Kim Basinger y Danny DeVito. Hanson quería a Crowe desde que había visto su actuación “repulsiva, aterradora y cautivadora” en el drama australiano Romper Stomper (1992) sobre la caída de un grupo neonazi (Dallas Observer). Sin embargo, el estudio responsable de L.A. Confidential no veía su potencial de estrella e intentó deshacerse de él en pleno rodaje.
Así lo contó Russell Crowe recientemente en una entrevista para Vanity Fair, alegando que el estudio detrás de la película -que fue distribuida por Warner Bros. y producida por Regency y The Wolper Organization- dejó de pagar las facturas del hotel y alquiler de un auto para lograr que abandonara el filme.
“Unos días después de los ensayos, el estudio dejó de pagar la factura del hotel y dejaron de pagar mi auto alquilado”, dijo Crowe al medio citado. “El estudio no quería que yo estuviera en ese papel. Querían, creo, a Sean Penn y Robert De Niro en la película o algo así. Cosas que podrían cuantificar y comprender”.
La experiencia habría sido tan incómoda que encontró la manera de esquivar el problema mientras seguía yendo al rodaje. “Probablemente hubo un período de cuatro o cinco días en el que salía del hotel por la mañana bajando las escaleras traseras porque sabía que el gerente del hotel me estaba esperando en el vestíbulo para preguntarme cuándo iba a pagar la factura”. Mientras añade que si hubiera hecho una pausa o protestado sin ir a trabajar, “[el estudio] habría aprovechado esa oportunidad para sacarme de la película”.
Evidentemente, y según las palabras del actor, los responsables no veían su potencial de estrella o, tal vez, podríamos imaginar que temían por los resultados de taquilla dado que Crowe o Guy Pearce eran relativamente desconocidos en la industria estadounidense. Un detalle que puede explicar que los pósteres promocionales los colocaran de fondo mientras Kevin Spacey y Kim Basinger aparecían como figuras centrales. Cuando cualquiera que haya visto la película recordará que interpretaban personajes secundarios. Es más, Kim Basinger ganó el Oscar a Mejor Actriz de Reparto por su papel de prostituta que comparte un parecido con la actriz Veronica Lake, pero era la figura más destacada en los carteles que vendían el filme en las calles del mundo.
A pesar de la mala experiencia escabulléndose por el hotel y sintiendo el rechazo del estudio, Russell Crowe logró salir airoso. Porque LA Confidential fue todo un éxito. No habrá arrasado en la taquilla global con cifras de escándalo ($126 millones) pero estuvo nominada a nueve premios de la Academia, incluyendo Mejor Película y Director en el año en que ninguna película pudo dejar huella debido al tsunami arrollador que provocó Titanic. De todos modos, logró dos estatuillas, la de Kim Basinger y Mejor Guion Adaptado. Mientras que la crítica la abrazó con todas sus fuerzas, alabando el estilo visual, el detallado entramado narrativo y las cautivantes interpretaciones de su reparto. Todavía cuenta con un espectacular aprobado de la crítica del 99% en RottenTomatoes mientras CinemaScore -la encuesta que se realiza entre el público estadounidense- le otorgó una puntuación de A- (en la escala de A+ a F).
El estudio no habrá visto su potencial, pero L.A. Confidential terminó colocando a Russell Crowe en el camino directo hacia el estrellato. Estaba destinado a convertirse en estrella. Porque a pesar de tantas vueltas, fue gracias a esta película y su interpretación, esquivando conserjes y escabulléndose en secreto, que llamó la atención de los productores de Gladiador (Yahoo!). Se habían lanzado los nombres de Mel Gibson y Antonio Banderas, pero enseguida vieron que Russell era el Maximus perfecto.
Rodó la película confiando en la idea de Ridley Scott porque, inicialmente, el guion le había parecido una “porquería”. Porque la cinta épica comenzó a rodarse sin un libreto terminado y la presión fue tan grande que Russell Crowe consideró renunciar, pero siguió adelante confiando en la visión del director y, como resultado, crearon algo que le valió el Oscar a Mejor Actor y el estatus de estrella definitivo.
Y lo demás es historia.
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